Estados Unidos planificó acciones encubiertas en Angola antes que Cuba interviniera en la guerra civil de la antigua colonia portuguesa, en 1975, según documentos secretos cubanos y estadounidenses desclasificados este lunes.
Los documentos —publicados por el independiente National Security Archive (NSA, Archivo de Seguridad Nacional) como parte de una investigación del experto Piero Gleijeses— prueban que la Unión Soviética respaldó tardíamente la intervención de La Habana e intentó ponerle límites estrictos.
Gleijeses, del Nitze School for Advanced International Studies, es el primer investigador que accede a archivos reservados del gobierno cubano, incluyendo los del Comité Central del gobernante Partido Comunista, las Fuerzas Armadas y la cancillería.
La publicación de esos documentos constituye un paso esencial para la comprensión del papel de Cuba en la historia de Africa y la guerra fría, pues se trata de un eslabón perdido en el conocimiento de varios episodios internacionales del pasado, sostuvo el director de documentación del NSA, Peter Kornbluh.
La documentación y el libro de Gleijeses Conflicting Missions: Havana, Washington, and Africa, 1959-1976 (Misiones conflictivas: La Habana, Washington y Africa, 1959-1976) ofrecen una versión reñida con la historia oficial de los funcionarios estadounidenses, en particular de quien fuera secretario de Estado (canciller) entre 1973 y 1977, Henry Kissinger.
Este describió la guerra de Angola como una amenaza al poder estadounidense por parte del expansionismo de Moscú, fortalecido por las victorias militares comunistas de Vietnam en 1975.
Consideré que si la Unión Soviética podía interferir a decenas de miles de kilómetros de su territorio y controlar el acceso al mar de Zambia y Zaire (República Democrática del Congo), entonces los países del sur podían concluir que Estados Unidos renunciaba a Africa austral, sostuvo Kissinger en sus memorias.
Sin embargo, los documentos revelan un panorama muy distinto. El entonces primer ministro de Cuba, Fidel Castro, cuyos asesores militares colaboraban con el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), decidió el 4 de noviembre de 1975 enviar tropas para contrarrestar la invasión de Sudáfrica.
El entonces presidente de Estados Unidos, Gerald Ford (1974-77) estaba informado de los planes secretos de invasión de Pretoria y colaboró militarmente con la misma, al contrario de lo testimoniado por Kissinger ante el Congreso legislativo y registrado en sus memorias.
Castro adoptó la decisión sin informar a la Unión Soviética y mantuvo la operación sin ninguna asistencia de Moscú hasta enero de 1976, cuando el gobierno soviético aceptó hacerse cargo de un máximo de diez vuelos de traslado.
Cuba llegó a desplegar 30.000 efectivos en Angola y logró repeler la secreta invasión sudafricana casi a las puertas de Luanda, la capital angoleña.
A la intervención de La Habana se atribuyó la victoria final del MPLA en una guerra en la que también tomaron parte otros dos grupos, respaldados por Estados Unidos y China: la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), de Jonas Savimbi, y el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), de Holden Roberto.
Sudáfrica continuó respaldando a Unita tras su derrota frente a las fuerzas conjuntas de Cuba y el MPLA.
El presidente Ronald Reagan (1980-88) reanudó la ayuda encubierta a Savimbi, que cesó hace una década.
Savimbi murió en una emboscada del MPLA el mes pasado, poniendo fin a una de las más largas y devastadoras guerras africanas. A fines de marzo, el gobierno del MPLA y Unita firmaron un cese del fuego.
Los documentos revelan que Cuba fue en verdad un dolor de cabeza para el Kremlin, en lugar de la vanguardia de Moscú en la promoción de la revolución en América Latina y Africa.
La Habana fomentaba la revolución contra gobiernos de América Latina con los que Moscú intentaba mejorar sus relaciones políticas y comerciales, según un memorando de la Junta Nacional de Evaluación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del 21 de noviembre de 1967, posterior a la muerte en Bolivia de Ernesto Che Guevara.
Durante una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, el 27 de junio de 1975, el entonces secretario de Defensa James Schlesinger sugirió que Washington estimulara la desintegración de Angola.
El interés principal de Estados Unidos era la zona de Cabina, el enclave angoleño rico en petróleo rodeado por el territorio de Zaire.
En la misma reunión Kissinger indicó que la CIA había autorizado operaciones respaldadas con dinero y armas.
Los documentos incluyen el encuentro del 3 de diciembre de 1975 entre Ford, Kissinger y el entonces viceprimer ministro chino Deng Xiaoping, cuando este último aclaró que Beijing pondría fin a su apoyo a Unita debido a la intervención de Sudáfrica en Angola.
Según una entrevista entre Gleijeses y Robert Hulslander, jefe de la misión de la CIA en Luanda entre julio y noviembre de 1975, los efectivos estadounidenses creían que el MPLA era el movimiento más calificado para gobernar Angola.
En lugar de trabajar con elementos moderados que creo haber encontrado en el MPLA, respaldamos la derecha radical, tribal y antisoviética. Kissinger temía que una victoria del MPLA tuviera efectos desestabilizadores en Africa austral. Por supuesto, lo contrario resultó ser verdadero; fueron nuestras políticas las que causaron la desestabilización, concluyó Hulslander. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp-dcl/ip/02