Miles de mujeres marcharon este viernes por la capital venezolana para celebrar el Día Internacional de la Mujer, aunque la polarización política imperante las dividió entre partidarias y adversarias del presidente Hugo Chávez.
En la jornada, las oficialistas presentaron a la Asamblea Nacional (parlamento unicameral) dos proyectos de ley defendidos por el estatal Instituto Nacional de la Mujer: uno sobre paternidad responsable y otro para extender beneficios de la seguridad social a las mujeres dedicadas al cuidado del hogar.
La manifestación opositora, denominada «Marcha de las Cacerolas», congregó a más de 5.000 mujeres, convocadas mediante avisos televisados por 17 organizaciones políticas y no gubernamentales, y recorrió tres kilómetros sonando ollas y sartenes bajo el lema «Mujeres por la Libertad».
La mayoría de las participantes eran de clase media, lucieron sombreros y globos de colores y gritaron insistentemente consignas contra Chávez, reclamando su salida. La demostración concluyó con un acto en que intervinieron oradores de las fuerzas de oposición.
La dirigente de la organización empresarial Fedecámaras Albis Muñoz afirmó que «la situación del país obliga a buscar salidas y generar riquezas para combatir la pobreza», y Alejandra Ruiz, otra de las organizadoras, propuso luchar «por el fuero maternal, por democracia y (por la) libertad».
«Las mujeres tenemos paciencia para procrear, sostener un matrimonio y levantar los hijos, y así haremos una lucha paciente hasta que saquemos a Chávez del poder», dijo a las manifestantes la diputada Liliana Hernández, del partido derechista Primero Justicia.
En la occidental ciudad de Maracaibo, capital del petrolero estado de Zulia, unas 300 mujeres se congregaron en el centro de la ciudad «para ayudar a construir un nuevo país a través de la transición», según la organizadora Pilar Bracho, mientras sus seguidoras coreaban «Chávez, capitula».
Mientras, en Caracas, centenares de mujeres acompañaron a Chávez en el Panteón Nacional, donde reposan los restos del libertador Simón Bolívar y otros venezolanos ilustres, para colocar una placa en homenaje a la heroína de la guerra de independencia Josefa Camejo (1791-1860).
Camejo acompañó a los gestores del proceso independentista en 1810 y luego, casada con un militar patriota, llegó a comandar batallones republicanos contra las fuerzas monárquicas. Como no se conoce el paradero de sus restos, en el Panteón sólo se colocó una placa conmemorativa.
Luego, las partidarias de Chávez se concentraron en una céntrica plaza y, cuando se hubieron reunido varios miles, avanzaron como «Marcha Bolivariana» hacia la Asamblea Nacional para entregar los proyectos de ley, ataviadas con sus distintivas remeras y boinas rojas.
De ser aprobado, el proyecto sobre paternidad responsable obligará al hombre que pretenda desconocer a un hijo a demostrar que no es suyo mediante pruebas de ADN o equivalentes, en tanto el de protección social desarrolla principios constitucionales sobre remuneración y seguridad para el trabajo del hogar.
«Se trata de una nueva lucha de las mujeres de Venezuela por la justicia social y la paz. La mujer es generadora de paz», dijo la diputada del oficialista Movimiento V República (MVR) Desirée Santos.
La mayoría de la que dispone el oficialismo en el parlamento «garantiza que se aprobarán estas leyes que protegen a la mujer venezolana y desarrollan la Constitución que todos aprobamos» en 1999, dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Willian Lara, del MVR.
La ministra de Producción y Comercio, Adina Bastidas, arengó a las seguidoras de Chávez a defender «la revolución bolivariana. Los adversarios de esta revolución bonita no pasarán», tras lo cual la marcha se dirigió hacia el presidencial Palacio de Miraflores.
Decenas de seguidoras de la Lina Ron, activista partidaria de la «revolución bolivariana» de Chávez detenida por disturbios frente a medios de comunicación y de la Universidad Central de Caracas, llevaron pancartas y gritaron consignas en demanda de su libertad, apoyadas por las diputadas oficialistas Iris Varela y Cilia Flores.
Seguidores de Ron, quien se considera «una presa política, la cara fea de la revolución», abrieron «juicios populares» a dos alcaldes caraqueños opuestos a sus demostraciones y a Chávez, pero esa práctica fue abortada por órdenes del Tribunal Supremo de Justicia. (FIN/IPS/jz/mj/ip dv/02