Las mujeres cubanas que en número creciente logran cargos de dirección deben demostrar cada día que pueden hacer sus tareas mejor que cualquier hombre.
Dirigir una fábrica, un hospital o un centro de investigación científica se vuelve más complicado para las mujeres por las exigencias de sus pares o subordinados hombres, muchos de los cuales no se resignan a verse dirigidos por ellas.
«A las que llegamos a puestos de dirección nos hacen la vida más difícil», aseguró, en vísperas del Día Internacional de la Mujer que se celebra este viernes, la directora del Centro de Investigaciones Agrícolas, en las afueras de la capital de Cuba, Hortensia Cardoso.
A una mujer le cuesta tres veces más obtener los mismos resultados que un hombre, por la sobrexigencia a que está sometida tanto en su medio laboral como doméstico, dijo Cardoso.
«Las que finalmente y a veces con mucho trabajo llegamos a los puestos de dirección encontramos un escenario donde la mayoría masculina no valora nuestras condiciones, peculiaridades y problemas», añadió la experta.
Si el jefe de una fábrica se queda en su puesto hasta las 10 de la noche, la mujer debe demostrar que puede hacer lo mismo. Mientras, las reuniones más allá del horario de trabajo se extienden interminablemente.
De una mujer en cargos de dirección se espera que nunca tenga dolores menstruales o problemas con los hijos. El cuidado de su familia y del hogar deben dejarse de lado, a pesar de que ellas logran en muy pocas ocasiones compartir esas funciones con su pareja.
La maternidad es otro problema. No son pocas las jóvenes que postergan durante años su primer embarazo, y en muchos casos renuncian totalmente a tener hijos, por conservar un puesto o sus aspiraciones de ascenso.
«Tienes que ser tan inteligente como para que todo el mundo se quede con la boca abierta cuando hablas», dijo Mariela Guzmán, una ingeniera civil de 37 años.
Guzmán aseguró sentirse muy feliz siendo «ingeniera y nada más». «Los cargos sólo traen problemas, reuniones a cualquier hora y un poco más de salario, pero tampoco tanto. Puede ser que el gobierno te estimule con una semana en un hotel en la playa, pero el resto del tiempo tienes que dar la vida», afirmó.
Las mujeres que desempeñan tareas de dirección se relacionan mejor con sus subordinados y son más comprensivas, flexibles y organizadas que los hombres que ocupan igual posición, según diversos estudios realizados en Cuba.
A finales del año pasado, las cubanas cubrían 33,5 por ciento de los cargos directivos del país, proporción que sobrepasa la meta de 30 por ciento aprobada por la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas, realizada en Beijing en 1995.
La cantidad, sin embargo, se considera aún insuficiente para un país como Cuba, donde las mujeres representan 44 por ciento de los empleados del Estado y 66,4 por ciento de los técnicos y profesionales.
Si bien 51,6 por ciento de los investigadores científicos de Cuba son mujeres, apenas 49 de los 199 centros de científicos del país tienen al frente a una mujer, se informó el 28 de febrero en un seminario gubernamental de evaluación del cumplimiento de las metas de Beijing.
Desde su llegada al poder, tras el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959, el gobierno de Fidel Castro promovió la igualdad de derechos entre mujeres y hombre, tanto en el ámbito público como en el privado.
Pero 40 años después, la persistencia de estereotipos sexistas y la sobrecarga femenina en las labores del hogar y de atención a la familia aún frenan la promoción de las mujeres a cargos de dirección, según fuentes de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
La organización mencionó entre las limitaciones que deben afrontar las mujeres la casi total inexistencia de servicios a la población de apoyo a las tareas domésticas, agregó la FNC.
Un plenario del Comité Nacional de esta organización concluyó a fines de febrero que casi nunca se valora con justicia las complejidades que supone para una mujer cumplir satisfactoriamente cualquier responsabilidad, sin abandonar sus tareas familiares.
El vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, opinó que «el ingreso de mujeres a puestos de dirección no es solo una cuestión de justicia y derecho, sino una razón de fortalecimiento de los aparatos de dirección» de este país.
Lage calificó de discretos los avances en el acceso de las cubanas al poder. Los resultados en ese terreno son aún insuficientes y no se corresponden con las posibilidades, ni con la aparente conciencia del problema, añadió.
La contradicción entre el nivel profesional, el empleo y el acceso al poder de la mujer en Cuba «empieza a generar ciertos conflictos e implica un subaprovechamiento de sus potencialidades», consideró la experta en temas de género Mayda Alvarez.
Las cubanas representan más de 60 por ciento de los graduados universitarios del país y son mayoría incluso en varias esferas de la ciencia, por lo que deberían tener mayor presencia en los puestos de dirección, sostuvo Alvarez.
La elección, sin embargo, no es tan sencilla, en la medida en que muchas cubanas viven una eterna contradicción entre la mujer que quisieran ser y el modelo que heredaron de sus madres y no tienen aún la valentía de enterrar.
«Cuando mi esposo llega del trabajo y me pide le ponga a calentar agua para el baño, me dan ganas de decirle que lo haga él, pero siempre me callo y lo hago yo», afirmó Juana Velásquez, médica de 41 años.
Lo mismo siente cada vez que lava y plancha la ropa del esposo, pero igual lo hace, mientras él descansa.
Velásquez trabaja varias horas diarias más que su esposo, aporta un mayor salario que él a la economía familiar y «por nada del mundo» aceptaría un cargo de dirección en el hospital donde trabaja hace más de 10 años. «No tengo tiempo para eso», afirmó. (FIN/IPS/da/mj/lb/02