INFANCIA-BRASIL: Explotación de pobres por pobres

La pobreza produce en Brasil, entre sus perversidades, la explotación de niñas y niños en el trabajo doméstico por familias también pobres, según un estudio promovido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La sorpresa fue descubrir que no es el sector poblacional de buen poder adquisitivo el que más emplea la mano de obra infantil en los quehaceres hogareños sino las capas de bajos ingresos, cercanas al origen de sus pequeñas criadas, dijo a IPS Renato Mendes, coordinador del proyecto.

Las estadísticas de 1999 indican 556.000 niñas, niños y adolescentes brasileños estaban ocupados en el trabajo doméstico, con relaciones de empleo definidas, todos con menos de los 16 años que la legislación fija como edad laboral mínima. También se indica que cerca de 90 por ciento son del sexo femenino.

Además, existen otros 645.000 menores de edad que se someten al ”trabajo oculto”. En general son niñas procedentes de áreas rurales y de poblaciones pequeñas que ayudan en las labores de casa de un ”padrino”, pariente o amigo de su familia en canje por un techo y alimentación en las grandes ciudades, explicó Mendes.

La investigación fue realizada en la septentrional ciudad de Belém, la oriental Belo Horizonte y la nororiental Recife, tres capitales estaduales que suman cinco millones de habitantes.

El estudio patrocinado por la OIT reveló que el trabajo doméstico infantil involucra a niñas y niños a partir de los cinco años de edad, la mayoría sin remuneración monetaria y otros derechos.

Ana Simeao, ex presidenta de la Federación Nacional de las Trabajadoras Domésticas, vivió la historia típica.

A los 11 años, en 1952, ella y su hermana de ocho años dejaron el interior del oriental estado de Minas Gerais para ”tener casa y comida” en Itú, a 100 kilómetros de Sao Paulo, como criadas de sobrinos del dueño de la hacienda donde vivían. Huérfanas de padre y madre, no tenían alternativas.

Casos así se repiten hoy en gran cantidad en todo Brasil, aseguró a IPS Simeao, quien dudó de evaluaciones como la de OIT, que apuntan una sensible reducción del problema en Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos metrópolis más pobladas y desarrolladas de este país de más de 163 millones de habitantes.

Simeao, en su función actual de directora jurídica del Sindicato de Trabajadoras Domésticas de la región de Campinas, cerca de Sao Paulo, recibe a muchas adolescentes. ”Ellas vienen del nordeste o del sur atraídas por supuestas ventajas” y algunas buscan orientación para reclamar sus derechos, señaló.

Es el caso de una joven embarazada, recién despedida por una patrona que le pagaba 120 reales (50 dólares, un tercio menos que el mínimo legal) para mantener a sus dos niños pequeños. Para trabajar, esa mujer contrató, a su vez, a una niña que cuida sus hijos, en ”una brutal cadena de explotación”, contó Simeao.

La sociedad condena el trabajo infantil penoso en carbonerías, corte de caña de azúcar, en basurales o en la prostitución, pero tolera el caso de labores domésticas por una cuestión cultural, lamentó, por su parte, Renato Mendes.

Por eso y porque el Estado no puede intervenir en el ámbito privado del hogar, la información crítica por los medios de comunicación es vital para combatir esa forma de violación de los derechos de la niñez, observó el coordinador de la investigación de la OIT.

El proyecto de OIT, cuyo estudio completo será divulgado el 27 de abril, cuando se celebra el Día de la Trabajadora Doméstica, prevé una campaña de información y la promoción de iniciativas nacionales y locales para conseguir ingresos que permitan a las niñas y niños dejar el trabajo con que ayudan a sus familias.

Sacarlos simplemente de la ocupación, sin ofrecerles alternativas, puede aumentar la población que vive en las calles, agravando la situación, advirtió Irene Rizzini, una socióloga que dirige el Centro de Investigación sobre Infancia y Juventud, en Río de Janeiro, y participa en el proyecto de la OIT.

Eso ya pasó en muchos países como consecuencia de la represión del trabajo infantil, cumpliendo convenciones internacionales, precisó Rizzini.

La experta recomendó la atención de algunas experiencias asiáticas y africanas, que permitieron obtener ingresos a través de iniciativas locales y comunitarias.

Las alternativas asistenciales, como becas y pensiones, sin desarrollo económico y social, son limitadas y no representan solución permanente, opinó.

El trabajo doméstico infantil persiste en Brasil por razones históricas y debido a la pobreza y desigualdades actuales, según Rizzini. La tradición viene del uso de esclavas como ”amas de leche” que cuidaban los hijos de sus dueños, comentó.

Es una ”cuestión de género”, producto del sistema patriarcal que busca limitar la vida de las niñas ”a la esfera del hogar” y devalúa el trabajo femenino, añadió.

La ”falsa adopción”, en que adolescentes del interior del país son atraídas por una ”ayuda”, la casa y comida para vivir en las grandes ciudades, tiende a desaparecer por el desprestigio del trabajo doméstico ante otras alternativas.

Lo más grave es el abuso de que son víctimas niñas y niños indefensos, de menos de 11 años, lamentó la socióloga. (FIN/IPS/mo/dm/dh lb/02

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