CUBA-MEXICO: Incidente en Monterrey pone a prueba relaciones

Las relaciones entre México y Cuba fueron puestas a prueba una vez más esta semana, luego de que el presidente cubano, Fidel Castro, abandonó una reunión en la nororiental ciudad mexicana de Monterrey por presuntas presiones de Washington.

Castro decidió a último momento asistir a la Conferencia Internacional sobre Financiación del Desarrollo, que se realizó en Monterrey del lunes al viernes, y la abandonó el jueves, poco después de su llegada y de pronunciar un breve discurso en el cual dijo que una «situación especial» creada por su presencia lo obligaba a regresar a Cuba.

El mandatario anunció que el presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón, quedaría al frente de la delegación del país, y añadió que esperaba que no se le prohibiera «participar en ninguna actividad oficial»

El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, aseguró en la noche del viernes que el propio presidente de Estados Unidos, George W. Bush, amenazó con no acudir a la conferencia el jueves si Castro asistía.

Bush «chantajeó a los organizadores de la cumbre», dijo Pérez Roque en declaraciones telefónicas desde México a la estatal televisión cubana, que también trasmitió declaraciones sobre el asunto de Alarcón.

Cuba «sabía de las presiones que previamente a la conferencia había estado haciendo sobre el gobierno mexicano el presidente Bush», sostuvo el canciller.

Castro no brindó detalles en México sobre su decisión, pero se mostró molesto y poco antes de emprender el regreso apuntó que regresaría en otra ocasión, cuando eso no «moleste a alguien».

El presidente se presentó en la conferencia con un uniforme militar verde oliva como los que vistió en sus presentaciones públicas internacionales antes de adoptar para esas ocasiones, en los últimos años, trajes y corbatas.

El ministro de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, había asegurado desconocer presiones o sugerencias contra la presencia de Castro en la cumbre.

Las declaraciones de Castañeda «son falsas. Yo sé bien que él sabe bien lo que ocurrió», comentó Alarcón.

«Sabíamos que los organizadores mexicanos estaban siendo presionados fuertemente con la amenaza del presidente Bush», dijo, a su vez, Pérez Roque, quien insistió en que el gobierno mexicano pidió a Castro que se retirara de la conferencia.

Sin embargo, el gobierno cubano parece esperar que el episodio no afecte de modo importante las relaciones bilaterales, marcadas por el distanciamiento durante el gobierno del presidente mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000).

Tras la visita a La Habana del sucesor de Zedillo, Vicente Fox, a comienzos de febrero, esas relaciones mejoraron.

Castro dijo que esa visita había transcurrido en un «buen ambiente» y consideró «altamente satisfactoria la declaración (de Fox) de que no apoyaría ni coauspiciaría ni participaría en ninguna conspiración contra Cuba en Ginebra».

La Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra, es cada año fuente de discordias por sucesivas votaciones de condena a Cuba desde 1990, con la sola excepción de 1998, que Castro considera consecuencia de campañas de difamación promovidas por Washington.

«Me parece que tiene mucha importancia que en esta visita se haya esclarecido ese punto. También el canciller de México hizo una declaración similar con relación a este tema», señaló Castro tras el viaje de Fox a La Habana.

«Quiero ser optimista (sobre las eventuales consecuencias del incidente de Monterrey)», dijo Alarcón, para quien «al igual que en el incidente de la embajada de México en La Habana», el caso de esta semana tendría que ser más que un percance transitorio.

Hace menos de un mes, Cuba y México lograran sortear sin mayores consecuencias el ingreso por la fuerza a la embajada mexicana en La Habana, el 27 de febrero, de 21 personas interesadas en abandonar la isla por esa vía.

Ese incidente se dio por superado en la madrugada del 1 de marzo, cuando, por acuerdo de ambos gobiernos, fuerzas especializadas de la policía cubana desalojaron a esas personas.

Alarcón alegó que Estados Unidos siempre ha intentado «meter cuñas» para romper los vínculos de amistad entre México y Cuba, que «nunca han sido enemigos».

«Estoy seguro de que los dos países sabrán superar cualquier escollo. Van a tener que esforzarse mucho para tratar de entorpecer estas relaciones», que ya cumplieron un siglo, subrayó.

«Ambos gobiernos deben ajustar sus relaciones a los nuevos tiempos y a una diplomacia más pragmática», comentaron diplomáticos latinoamericanos que no quisieron ser identificados.

La última moción de condena a Cuba en Ginebra, de abril del año pasado, fue presentada por República Checa y aprobada con 22 votos a favor y 20 en contra. México y otros nueve países se abstuvieron.

Praga ha anunciado que no planteará una moción similar este año, y según La Habana, Washington intenta que la condena de este año sea propuesta desde América Latina. (FIN/IPS/pg/mp/ip/02

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