La Unión Europea (UE) y Corea del Sur reclamarán a la Organización Mundial del Comercio (OMC) por el régimen de cuotas y aranceles de hasta 30 por ciento a la importación de acero dispuesto por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Brasil y Japón no descartaron una medida similar, mientras Rusia prometió «represalias».
«La decisión estadounidense de retomar la ruta del proteccionismo es una derrota importante para el sistema de comercio internacional», dijo el comisario de Comercio de la UE, Pascal Lamy, quien aseguró que el bloque europeo evitará acciones unilaterales y se apegará a las normas de la OMC.
Los aranceles, que van de ocho a 30 por ciento, según las líneas de productos, entrarán en vigor el 20 de este mes y tendrán una vigencia de tres años. Los países más afectados son Corea del Sur, Japón, Taiwan, China y la UE, y también Brasil.
Quedarán eximidas del régimen de protección las importaciones de México y Canadá, así como las de Argentina, Tailandia y Turquía.
El régimen anunciado el martes, tras intensas deliberaciones con la industria siderúrgica, los sindicatos, los importadores e usuarios de la materia prima, refleja la visión particular de Bush y sus asesores sobre la situación política interanacional e interna.
Se trata de la medida más radical para proteger a la industria adoptada por un gobierno estadounidense desde que el ex presidente Ronald Reagan (1981-1989) presionó a Corea del Sur y Japón, entre otros estados, para que aplicaran restricciones voluntarias a las exportaciones de acero y automóviles a mediados de los años 80.
Ambas decisiones fueron adoptadas por gobernantes del Partido Republicano, firmemente comprometidos, al menos en la retórica, con el libre comercio y la apertura de los mercados.
Bush descartó cualquier peligro de una guerra comercial. «Somos una nación de libre comercio, y con el fin de seguir siéndolo, debemos cumplir la ley», sostuvo.
Los aranceles se adoptaron porque las importaciones «afectan gravemente a una importante industria» y ayudarán a la complicada restructura industrial, afirmó el mandatario.
El representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, admitió que Bush «reconoce que algunas industrias, trabajadores y comunidades no pueden responder tan rápido como desearíamos a los cambios de la dinámica economía mundial».
En los últimos cuatro años, el sector perdió más de 20.000 empleos por la quiebra de 30 empresas.
Los aranceles de 30 por ciento protegerán por tres años al acero industrial de mayor valor, fabricado por las grandes acerías que se unieron a los sindicatos en su reclamo de asistencia al gobierno.
Esas industrias, enclavadas en los estados del Medio Oeste, como Virginia Occidental, Pennsylvania y Ohio, tendrán un papel central en las elecciones de 2004.
Por otra parte, Bush necesita el voto favorable de los legisladores de esos estados para obtener la facultad de negociar acuerdos comerciales multilaterales, conocida como vía rápida, que está a estudio del Senado.
Al adjudicar cuotas a la importación de planchas de acero, el principal producto que exportan Brasil y Rusia, Washington procuró mitigar la preocupación de dos importantes socios comerciales, cuyo respaldo necesitará, respectivamente, en la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y la nueva ronda comercial de la OMC.
Autoridades estadounidenses afirmaron que Brasil podrá exportar a Estados Unidos la mitad de la cuota de acero plano y Rusia 25 por ciento. Si los importadores superan la cuota se aplicarán el arancel de 30 por ciento.
El ministro de Economía y Comercio de Rusia, Gherman Gref, afirmó que Moscú no descarta «medidas de represalia» mientras el ministro de Comercio e Industria de Brasil, Sergio Amaral, aseguró que Brasilia podría unirse el reclamo ante la OMC.
Por otra parte, al dejar fuera del régimen a Argentina, Tailandia y Turquía, el gobierno puede sostener que respeta las normas de la OMC hacia los países en desarrollo y posiblemente logre contar con el voto favorable de estos estados en la previsible contienda comercial.
El producto más afectado será el acero plano enrollado que se utiliza para la fabricación de automóviles, electrodomésticos, muebles, equipamiento agrícola y otras maquinarias.
El metal delgado para envases de bebidas y alimentos recibirá también un arancel de 30 por ciento, que se reducirá paulatinamente hasta llegar a 18 por ciento en el tercer y último año de las medidas.
En Estados Unidos, estos productos son fabricados por grandes acerías como USX y Bethlehem Steel, que compiten con la firma sudcoreana Pohang Iron and Steel, y con la alemana Thyssen Krupp, entre otras grandes empresas de Asia y Europa.
El acero delgado es el producto clave de la firma Weirton Steel, en el estado de Virginia Occidental, enfrentada a la dura competencia del acero sudcoreano.
El gobierno «cumplió con su palabra. Hubiéramos querido más, sí. Hubiéramos querido un periodo más largo. Pero esto nos da algo de oxígeno», sostuvo el presidente ejecutivo de Weirton, John Walker.
Las medidas proteccionistas «no son tan amplias como esperábamos, pero ciertamente es la primera vez que vemos una luz al final de un largo y oscuro túnel», estimó por su parte el presidente del Sindicato de Trabajadores del Acero, Leo Gerard.
Otros grandes productores se beneficiarán con el arancel de 15 por ciento a la importación de metal para construcción vial y barras de acero inoxidable con que se fabrican bienes de capital. Los aranceles más bajos, de ocho por ciento, se aplicarán al acero inoxidable de las acerías más pequeñas.
«Mientras recompensa a la vieja guardia de poderosas y sindicalizadas acerías, en estados electorales clave como Virginia Occidental y Pennsylvania, la decisión de Bush ofrece menos protección a las más modernas, pero no sindicalizadas compañías de productos de alta calidad como el acero inoxidable», sostuvo el diario The Wall Street Journal.
Corea del Sur, que importa 15 por ciento de su producción a Estados Unidos, consideró «desafortunada» la decisión de Bush y anunció que ya había tomado medidas para reducir su exceso de producción.
El gobierno de Japón se manifestó «decepcionado», mientras la influyente Federación Japonesa del Hierro y el Acero emitió un iracundo comunicado.
La «injusta decisión» trasladará «a los importadores de acero el peso de los problemas de la industria estadounidense, forzando a productores extranjeros y usuarios internos a asumir dolorosos sacrificios para rescatar a la industria de Estados Unidos de sus propios errores», afirmaron los industriales japoneses.
Tampoco los importadores locales están conformes. «Miles de pequeñas empresas dependen del acero y se preguntan qué pasó con el presidente del comercio libre y de 'más impuestos sólo sobre mi cadáver' que votaron», dijo el presidente de la Coalición de Acción Comercial de las Industrias de Consumo, Jon Jenson.
Unos 75.000 puestos de trabajo dependen de la importación de acero, según un informe publicado por la organización en 2001, y financiado por la Federación Japonesa del Hierro y el Acero. (FIN/IPS/tra-eng/ts/aa/dc/if/02