Científicos colombianos, franceses y holandeses desarrollaron en Francia un nuevo medicamento contra la malaria y afirman que sustituirá en 2006, cuando esté disponible, a todos los usados en la actualidad para tratar esa mortal enfermedad.
La malaria afecta por año a unos 400 millones de habitantes de regiones tropicales y subtropicales y causa la muerte de por lo menos tres millones de personas en Africa, Asia y América Latina, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El medicamento, llamado por ahora G25, bloquea el inicio de la reproducción en la sangre humana del plasmodio, agente de la malaria, dijo el biólogo francés Henri Vidal, del Centro Nacional de Investigación Científica, de la meridional ciudad francesa de Montpellier, quien dirige desde hace 15 años la investigación.
La tarea del equipo encabezado por Vidal es apoyada por la OMS, la Unión Europea y el Ministerio de Investigación francés.
En la actualidad están disponibles varios medicamentos eficaces contra la malaria, pero ninguno de ellos frena el comienzo del desarrollo de la enfermedad.
El plasmodio, un organismo unicelular, ingresa al organismo humano por picaduras del mosquito anófeles, y su ciclo reproductivo en la sangre se realiza en parte dentro de los glóbulos rojos, a los cuales destruye. Eso causa la fiebre intermitente típica de los afectados.
El ingreso del plasmodio a los glóbulos rojos y su reproducción en ellos requiere que los agentes patógenos produzcan sustancias grasas con fósforo llamadas fosfolípidos, que metabolizan a partir de un componente de la sangre llamado colina.
La investigación del proceso de producción de fosfolípidos permitió aprender a bloquearlo y eliminar a los plasmodios, para detener el desarrollo de la enfermedad antes de que sea peligroso, indicó Vidal.
«La parte más importante del trabajo realizado hasta ahora fue producir una sustancia cuya estructura orgánica es similar a la de la colina, pero que bloquea la síntesis de fosfolípidos» cuando es captada por los plasmodios, explicó la bioquímica Michele Calas, integrante del equipo de Montpellier.
El efecto de esa sustancia fue probado en ratas y en sangre humana infectadas por plasmodios.
Hace dos años, los científicos también realizaron tratamientos experimentales exitosos en dos especies de monos infectados por el el plasmodio falcíparo, que causa malaria en seres humanos.
«Hemos demostrado que el medicamento tiene extraordinaria eficacia en dosis muy pequeñas, de sólo 0,03 miligramos por kilogramo de peso de los animales tratados», destacó Vidal.
«G25 no interactúa con glóbulos rojos no infectados, ni con la colina presente en el organismo afectado por la enfermedad», y es eficaz contra variedades de plasmodio que se habían vuelto resistentes a otros tratamientos, por lo cual «tiene todas las cualidades necesarias para ser una rara perla», añadió.
El desarrollo del medicamento exige trabajos adicionales que aseguren su conveniencia para los seres humanos y permitan administrarlo por vía oral.
Hasta ahora, los científicos han administrado G25 con inyecciones.
«Debemos hallar una fórmula administrable por vía oral para que el medicamento pueda ser barato y accesible con facilidad en las áreas en las cuales la malaria aún es mortal. Para eso necesitamos aún varios años de trabajo y millones de dólares», advirtió Vidal.
Expertos en salud elogiaron el hallazgo, pero enfatizaron que el principal obstáculo para la prevención y cura de la malaria en Africa, Asia y América Latina es aún la pobreza.
Por otra parte, el mal uso de insecticidas químicos para la agricultura en esas regiones ha determinado que mosquitos que transmiten la malaria se volvieran resistentes a tratamientos para evitar la propagación de esa enfermedad.
Hay varios medicamentos eficaces contra la malaria, «pero las personas infectadas deben recibirlos tres o cuatro veces por año, y la mayoría de ellas no tienen dinero suficiente para pagar ese tratamiento», comentó el enfermero François Le Coiffier, con experiencia en Togo y otros países africanos.
Esa apreciación fue compartida por la responsable de medicamentos de la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras, Annick Mael, quien instó a «los países más ricos de Europa y América del Norte» a asumir la mayor parte del costo de los esfuerzos contra la malaria.
La ausencia de ese apoyo económico del mundo industrializado significará que casi nadie en el Sur en desarrollo pueda pagar los nuevos medicamentos desarrollados por los científicos, sostuvo.
LA investigación médica y farmacéutica en Europa y América del Norte dedica escasa atención a la malaria, porque esa enfermedad no es un problema importante en sus países, afirmó.
«Europeos y norteamericanos sólo contraen malaria cuando viajan a regiones en las cuales esa enfermedad aún es mortal, y no toman las precauciones adecuadas», explicó.
«Tendríamos un tratamiento eficaz contra la malaria desde hace tiempo si esa enfermedad fuera un problema en Nueva York o Londres», aseguró. (FIN/IPS/tra-eng/jg/sm/mp/he sc/02