El racionamiento de electricidad dispuesto en Brasil desde junio terminará a fin de mes sin el desastre vaticinado por expertos y empresarios, y con balance positivo en conservación de energía e impulso de fuentes alternativas.
El presidente Fernando Henrique Cardoso anunció este martes que a partir del 1 de marzo se dejará de lado el esfuerzo de 20 por ciento de reducción del consumo en las regiones sudoriental, nororiental y centrooccidental, las más pobladas del país.
La Comisión de Gestión de la Crisis Energética (CGE) concluyó que se puede suspender el racionamiento sin riesgos, ya que los embalses de las centrales hidroeléctricas alcanzaron el nivel de seguridad, que equivale a casi la mitad de su capacidad máxima de generación de energía.
Ese resultado se obtuvo gracias a la cantidad de lluvia caída desde noviembre y al ahorro de energía por parte de la población y las industrias, pese a que no se haya cumplido plenamente la meta de 20 por ciento.
El volumen de agua en los embalses había caído entre septiembre y noviembre a un crítico nivel de 20,61 por ciento de sus capacidades en los ubicados en el sudeste y centrooeste del país, mientras que en el nordeste sólo alcanzaba a 7,84 por ciento.
Sin embargo, ahora se puede asegurar que habrá suministro suficiente de electricidad en el futuro próximo, en especial porque 80 por ciento de la población ha manifestado que mantendrá el nivel reducido de consumo de los últimos nueve meses, dijo Pedro Parente, coordinador de la CGE.
Parente, también jefe de la Casa Civil de la Presidencia, con rango de ministro, indicó que la medida de reducción de consumo fue aprobada por 67 por ciento de los consultados en una encuesta realizada por el gobierno.
Las proyecciones gubernamentales señalan que el ahorro voluntario de energía en los próximos meses será de por lo menos siete por ciento.
Para forzar el ahorro, el gobierno de Cardoso impuso costos adicionales a los grandes consumidores, con la aplicación de multas para quienes no cumplieron con las metas previstas e interrupción del suministro a los reincidentes.
Además, concedió descuentos de tarifas a los hogares de bajo consumo, supuestamente los más pobres.
«La gente se dio cuenta que gastaba energía sin necesidad», comentó a IPS Josefa Gomes, una empleada doméstica que logró descuentos que le bajaron a cero la «cuenta de luz», al sustituir bombillas y desactivar o utilizar con moderación algunos aparatos electrodomésticos.
Así, los temores iniciales de expertos sobre posibles apagones y una fuerte caída de la actividad económica, en especial en la industria, no se confirmaron.
Los análisis no tomaron en cuenta que Brasil no es Suiza ni Japón, «países que ya alcanzaron el límite de conservación» energética, comentó este martes el periodista Joelmir Betting, en su columna económica publicada en varios diarios.
En los países industrializados ya no hay como reducir el consumo, porque ese proceso tuvo lugar en los años 70 ante el «trauma» provocado por la crisis del petróleo. En cambio, en Brasil predominaba el desperdicio, lo cual permitió reducir el consumo en los últimos meses sin demasiado esfuerzo.
También la industria promovió una utilización más racional de la energía y muchas anunciaron que mantendrán el ahorro de 20 por ciento, sin necesidad de bajar la producción.
El producto industrial del país tampoco sufrió el impacto pronosticado, ya que creció 1,5 por ciento el año pasado, según el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
La escasez energética solo afectó ramas de consumo intensivo de electricidad, como la industria de aluminio y de algunas ligas metálicas, así como a algunas fábricas de bienes como televisores y vídeos.
Pero el aumento más acentuado de la actividad en esos sectores también se frustró por otras causas, como las altas tasas de interés por efecto del colapso económico de Argentina.
Pero existen temores de que la decisión de este martes del gobierno puede ser prematura. Una nueva sequía podrá obligar a nuevo racionamiento de energía el próximo año, advirtió Mauricio Tolmasquim, un experto de la Universidad Federal de Río de Janeiro muy crítico de la política energética.
Para alejar esa inquietud, Cardoso aseguró que no tendrá problemas en pedir un nuevo esfuerzo a la población si se confirman las nuevas previsiones catastróficas, pero aclaró que no se justifica tal sacrificio en este momento.
«Pocos pueblos en el mundo harían lo que hizo el brasileño», dijo el mandatario, en referencia al ahorro de energía alcanzado en los últimos meses.
Otro aspecto positivo del balance al término de la medida de racionamiento tiene que ver con el ambiente, pues ha habido un gran aumento de inversiones en fuentes alternativas.
Entre ellos se cuentan los 42 proyectos de energía eólica autorizados por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica el año pasado, con inversiones previstas por 3.270 millones de dólares.
Esos programas agregarían a la capacidad nacional la generación de 3.630 megavatios, el doble de lo que produce la central nuclear Angra II, instalada a 150 kilómetros de Río de Janeiro. (FIN/IPS/mo/dm/en/02