DESARROLLO: Japón afila su mejor herramienta diplomática

Japón busca formas de volver más eficaz como herramienta diplomática su ayuda oficial para el desarrollo del Sur, mientras el presupuesto para este rubro sufre un nuevo recorte debido a la recesión económica.

El Ministerio de Finanzas elaboró un presupuesto para la cooperación económica de 7.000 millones de dólares para el año fiscal 2002, que comienza en abril, lo que representará una caída de 10 por ciento en la ayuda al exterior por parte del mayor donante del mundo.

Se trata de la tercera reducción consecutiva en la asistencia japonesa para el desarrollo, y de la primera vez que cae por debajo de la marca del billón de yenes (7.700 millones de dólares) desde 1992.

«La nueva política tiende a mantener el tope de los fondos y a la vez desarrollar un control de gastos más estricto», señaló Yasuko Hayase, experta del Instituto de Economías en Desarrollo, un organismo cuasigubernamental de Tokio.

La nueva disminución, anunciada en diciembre luego del recorte presupuestal general promovido por el primer ministro Junichiro Koizumi, obligó a los administradores de la ayuda al exterior a seleccionar prioridades.

La asistencia para el desarrollo será subdividida según las necesidades de los países receptores y en diferentes áreas, como ambiente o resolución de conflictos, que se han convertido en prioridades para Japón después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, explicó Hayase.

Ya no puede sostenerse la vieja práctica de extender grandes cantidades de dinero a países pobres y llamarlo ayuda, agregó.

El cambio de enfoque ya está en curso. A fines de enero, el gobierno prometió 500 millones de dólares para Afganistán en los próximos tres años, pese a la reducción presupuestal.

Además, Tokio anunció en enero un paquete equivalente a 92,3 millones de dólares para prevención de conflictos.

En un intento por demostrar un mayor compromiso con la asistencia humanitaria, el gobierno también prometió 1,8 millones de dólares en ayuda de emergencia para Tajikistán y 120 millones para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

«La reducción presupuestal no es motivo de alarma», aseguró Yoko Kitazawa, un activista para el desarrollo.

«Pese a los recortes, la ayuda seguirá extendiéndose a los países que más la precisan, lo cual es una tendencia bienvenida», expresó.

Los críticos han acusado con frecuencia a Tokio de utilizar su asistencia al exterior no tanto para ayudar a los países pobres, sino para promover intereses nacionales, por ejemplo lucrativos contratos para empresas japonesas en naciones en desarrollo.

Las dificultades que enfrenta la sociedad civil para convertirse en socia de la ayuda japonesa al exterior quedaron de manifiesto en el enfrentamiento de enero entre la entonces canciller Makiko Tanaka (destituida el pasado martes) y Muneo Suzuki, un influyente político del gobernante Partido Liberal Democrático.

Tanaka acusó a Suzuki de estar por detrás de la prohibición de la participación de dos organizaciones no gubernamentales (ONG) en la conferencia sobre la reconstrucción de Afganistán celebrada en Tokio el mes pasado.

Kensuke Onishi, director de Alaz de Paz, una de las ONG rechazadas, expresó que ya no confía tanto en el gobierno en lo relativo a programas de ayuda para países en desarrollo.

Los expertos esperan que, en el proceso de revisión de la política de asstencia, también se reduzca la distancia entre la burocracia y las ONG.

Después de todo, «el gobierno debe sacar el mejor partido posible de un presupuesto ajustado, y esto significa una mayor dependencia de las ONG. Es por eso que tenemos esperanzas para el próximo año», declaró Hayase.

Tokio debe planificar mejor su ayuda porque la Constitución limita su poder militar a una fuerza de autodefensa, y por lo tanto su perfil internacional debe proyectarse a través de la diplomacia y la asistencia al exterior.

Sin embargo, no se prevén cambios para el próximo año fiscal en la tradicional inclinación de esa ayuda hacia Asia, que obtiene 60 por ciento del presupuesto.

En la visita de Koizumi al sudeste asiático, en enero, el mandatario anunció paquetes especiales de ayuda para Vietnam, Camboya, Birmania y Laos, los nuevos miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

Pero China, que era uno de los mayores receptores de préstamos blandos de Japón, saldrá perjudicado con el nuevo presupuesto, a juzgar por un informe de la cancillería sobre la ayuda oficial para el desarrollo.

El informe advierte que el gobierno deberá restringir nuevos préstamos en yenes para el futuro.

Las empresas japonesas que habitualmente obtienen contratos relacionados con proyectos de ayuda en el exterior también están preocupadas, en especial las firmas de construcción.

«Esto nos golpeará muy fuerte», declaró Shizuo Ono, director ejecutivo de la Asociación Japonesa de la Construcción en el Exterior, que presiona al gobierno para aumentar la ayuda al exterior dado que las obras públicas nacionales son cada vez menos. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/dv/02

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