El jefe del gobierno de Alemania, Gerhard Schroeder, cumplirá este miércoles y el jueves una visita a Brasil en procura de reactivar las relaciones económicas bilaterales y de allanar acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea.
Brasil y Alemania son las mayores economías de sus respectivos bloques y tienen una larga historia de acercamiento en todos los campos.
La presencia de la industria alemana en territorio brasileño es muy importante, al igual que la inmigración de ese origen, iniciada en 1824 y concentrada en el sur del país sudamericano.
Además, el gobierno de Schroeder puede ser un aliado decisivo para el Mercosur en su reclamo de reducción de los subsidios agrícolas de la Unión Europea (UE), principal obstáculo para concretar un acuerdo de libre comercio entre ambos bloques.
Las economías de Brasil y de sus socios en el Mercosur (Mercado Común del Sur), Argentina, Paraguay y Uruguay dependen de las exportaciones agropecuarias.
Alemania, uno de los países más industrializados de la UE, ya no tiene interés en mantener la política agrícola común, pues es el principal proveedor de los recursos para el pago de los subsidios al sector, sin beneficios correspondientes.
El Mercosur y la UE tratarán este año de lograr acuerdos concretos para una integración comercial, después del intercambio de propuestas generales de reducción de las respectivas barreras realizado en 2001. Esa circunstancia aumenta la importancia de la visita a Brasil de Schroeder, que el viernes viajará a Argentina.
Schroeder visitó México el lunes y este martes, donde manifestó preocupación por el retroceso de la presencia alemana en ese país, a partir de la adhesión mexicana al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Alrededor de 90 por ciento del comercio externo de México se realiza en la actualidad con Estados Unidos, socio junto a Canadá del TLCAN.
La UE trata de definir el acercamiento político y comercial con América Latina, en especial con el Mercosur, ante la posibilidad de perder otros mercados de la región debido al avance de las negociaciones para crear el Area de Libre Comercio de las Américas, una iniciativa impulsada por Washington.
Pero el principal objetivo de la visita a Brasil del gobernante alemán, que viaja acompañado de una treintena de los mayores empresarios de su país, es incrementar los negocios y recuperar posiciones perdidas en los últimos años.
El comercio entre los dos países creció de 3.500 a 8.200 millones de dólares entre 1990 y 1998, pero cayó a 6.900 millones en 2000, según la Cámara de Comercio e Industria Brasil-Alemania. El intercambio, con elevado déficit brasileño, es típico de las relaciones entre un país industrializado y otro en desarrollo.
Brasil exporta principalmente productos primarios, como hierro, café, soja y tabaco que suman más de 40 por ciento del total, mientras que importa manufacturas, como automóviles, componentes de vehículos, electrodomésticos, químicos y partes de maquinarias.
Por su parte, Alemania pasó de la segunda a la tercera posición entre las mayores fuentes de inversiones extranjeras directas en Brasil, siempre superada por Estados Unidos y en los dos últimos años por España.
Los capitales alemanes se concentran en la industria química, de automóviles y electromecánica, mientras que las empresas españolas, agresivas participantes de las privatizaciones brasileñas desde 1998, concentraron sus inversiones en servicios, en especial de telecomunicaciones, bancos y energía.
La empresa Volkswagen es el mayor símbolo de la presencia alemana en Brasil, al encabezar la producción de vehículos en este país desde hace más de 40 años, un liderazgo ahora amenazado por la firma italiana Fiat.
En tanto, Siemens, Daimler-Benz, Bayer, Basf y Bosch son otras empresas que sostienen la imagen alemana en Brasil.
Las inversiones alemanas, que según la Cámara de Comercio alcanzan a unos 16.700 millones de dólares, responden por cerca de 400.000 empleos directos en las 1.200 empresas instaladas en Brasil, tres cuartas partes de las cuales se concentran en Sao Paulo, el principal centro industrial de ese origen fuera de Alemania.
Por esa razón, el jefe de gobierno alemán iniciará su gira brasileña por Sao Paulo, donde visitará la planta principal de Volkswagen y realizará reuniones de negocios.
Schroeder viajará el jueves a Brasilia para reunirse con el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso y con otras autoridades.
Otras firmas alemanas se disponen ahora a incrementar y diversificar las inversiones en Brasil, informó el director del Departamento de Europa de la cancillería brasileña, Marcelo Jardim. Es el caso de RWE y de Steag, del sector energético, que prevén aportar centenares de millones de dólares.
Las relaciones entre Alemania y Brasil registraron fases de acercamiento y de alejamiento, señala un estudio del politólogo Christian Lohbauer, quien analiza la política externa brasileña desde 1964, cuando se inicio la dictadura militar que duró 21 años.
Entre 1964 y 1973, el gobierno militar optó por alinearse con Estados Unidos, aunque luego se acercó a Alemania, interesado en capitales y tecnología para el desarrollo industrial de Brasil.
La fase siguiente, de 1973 a 1982, fue de «alianza especial» con Alemania, por su aporte al desarrollo de la industria de bienes de capital y de infraestructura.
Ambos países firmaron un acuerdo en 1975 para la construcción de ocho centrales nucleares en Brasil, un programa que fracasó y hasta ahora solo concluyó una central.
La crisis de la deuda externa y una tendencia nacionalista en Brasil provocaron un cierto alejamiento de ambas partes entre 1983 y 1989.
En los años 90, las inversiones alemanas siguieron a la baja, pero se expandió el comercio bilateral y la cooperación ambiental. Alemania es el principal donante de recursos para el programa de protección de bosques tropicales en Brasil. (FIN/IPS/mo/dm/ip/if en/02
