La Iglesia Católica inició en Venezuela contactos para promover un diálogo nacional, al advertir que la tensión política y social originada por la polarización en torno del presidente Hugo Chávez podría desembocar en la violencia.
El nuncio apostólico (embajador del Vaticano) en Venezuela, André Dupuy, respaldó un llamado de los obispos «a la convivencia pacífica» en distintas reuniones con representantes de los poderes públicos.
Dupuy se entrevistó el día 16 con el defensor del Pueblo, Germán Mundaraín, con el fiscal general, Isaías Rodríguez, y el con el contralor general, Clodosbaldo Russián.
Esta constituyó la primera acción práctica de la Iglesia Católica después del llamado al diálogo realizado en la 77 asamblea ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), entre los días 7 y 11 de este mes.
Venezuela «está viviendo una creciente efervescencia sociopolítica que puede desembocar en cualquier momento en confrontaciones violentas con consecuencias para los más débiles e inocentes», afirmaron los obispos en el documento final de la reunión.
«La solución de nuestros problemas no está en la estrategia de luchar para adueñarse de la calle, sino en la de sentarse en la mesa de diálogo», agregaron los religiosos.
«La búsqueda de caminos para resolver los problemas nacionales — para los cuales no hay receta única— implica la participación de todos», recalcó la CEV, que ofreció su sede como local para ese diálogo.
Dupuy refrendó el mensaje de la CEV en nombre del papa Juan Pablo II, y destacó que los venezolanos tiene derecho a vivir en paz y en un clima de tranquilidad y tolerancia. El nuncio afirmó que la Iglesia Católica aspira a colaborar para que se resuelvan las diferencias a través del diálogo.
El llamado de los prelados a la «convivencia pacífica» coincidió el 7 de este mes con una inédita manifestación de simpatizantes del presidente Chávez contra el diario El Nacional, uno de los dos principales del país, al que acusaron de «falsear la verdad».
La demostración, que durante un poco más de una hora bloqueó la entrada al diario, fue precedida el día 5 por la elección de la directiva parlamentaria, que también dejó en evidenció la polarización y la poca disposición al diálogo de oficialistas y opositores, así como entre los propios «chavistas».
La redacción del documento final de la asamblea de la CEV comenzó en diciembre, luego de una protesta organizada por Fedecámaras, la principal organización empresarial del país, que paralizó a más del 90 por ciento del país, informó una fuente exlesiástica a IPS.
La paralización de actividades convocada el 10 de diciembre por Fedecámaras sirvió para cuestionar la forma «inconsulta y atropellada» en que el Poder Ejecutivo elaboró y aprobó un conjunto de leyes, al amparo de los poderes especiales asignados por el parlamento a Chávez.
La misma fuente eclesiástica informó que desde hace algunos meses no existen canales de comunicación entre la Iglesia Católica y los principales funcionarios del Poder Ejecutivo, y que la iniciativa de Dupuy, en su condición de representante del Papa, puede ayudar a construir ese puente.
«Entendemos que la Iglesia, con tantos años de ser mediadora por naturaleza, puede brindar su experiencia y puede brindar su conocimiento», señaló el defensor Mundaraín tras su reunión con Dupuy.
Las más de 400 manifestaciones de protesta de diferente tipo realizadas solo en Caracas durante 2001 demuestra la conflictividad que prevalece en la sociedad venezolana, según el secretario de la CEV, monseñor José Luis Azuaje.
«El riesgo es que la gente se canse y tengamos mayor violencia y mayor agresividad, pero de manera sistemática», aseveró.
El llamado de la Iglesia Católica constituye «un mensaje que queremos transmitirle a todos y, esperamos que encuentre receptividad desde el presidente de la República hasta el último de los venezolanos», dijo el obispo Ubaldo Santana, segundo vicepresidente de la CEV.
Anteriores pronunciamientos eclesiásticos originaron fuertes roces con el gobierno de Chávez, quien desde 1999 impulsa su «revolución social bolivariana» y que ha fustigado a «sectores reaccionarios de la iglesia» que se le oponen.
Las diferencias fueron públicas en 2000 y en 2001. El ministro de Defensa, José Vicente Rangel, señaló en noviembre que los documentos de la CEV «parecen ser hechos por la oposición».
El presidente de la CEV y arzobispo de Mérida, Baltasar Porras, respondió entonces que el gobierno «tiene la piel de quinceañera», es decir que es extremadamente sensible a las críticas.
La investigación abierta por supuesto uso irregular de los fondos de una obra de caridad controlada por Porras y la reducción del aporte oficial a programas sociales de la Iglesia Católica fueron reflejo de la tensión en las relaciones entre el gobierno de Chávez y los obispos, según analistas.
En medio de estos enfrentamientos, Chávez constantemente remarca su condición de «cristiano», y son también frecuentes sus referencias a Dios y a Jesús.
Chávez cumple tres años en el poder el 2 de febrero y en la percepción eclesiástica la acción del presidente no ha logrado frutos satisfactorios.
«Debemos preguntarnos hoy sinceramente ¿por qué a tres años de una ilusión esperanzada y compartida por la mayoría de los venezolanos se desdibuja ese panorama y campean la corrupción, la inautenticidad y el oportunismo?», declaró Porras.
«Los venezolanos optaron por un cambio porque tenían la convicción de que el Estado no estaba al servicio de los ciudadanos. En segundo lugar, desconfiaron de los partidos y organizaciones gremiales tradicionales, y las grandes mayorías se sentían sin protagonismo real y efectivo», resumió el arzobispo.
Chávez triunfó en las elecciones de diciembre de 1998 con una abrumadora mayoría de votos, gracias a una población que deseaba poner fin al sistema bipartidista imperante durante cuatro décadas.
Al hacer un balance de los tres años del gobierno de Chávez, Porras criticó el papel excesivamente protagónico del Poder Ejecutivo, la participación escasa de las organizaciones sociales, pero especialmente enjuició el discurso oficial de los últimos tiempos.
«Nos preocupa que haya mayor interés en encender hogueras de odio y descalificación que en descubrir lo que nos une», sentenció. (FIN/IPS/ac/mj/ip/02