La Organización de Naciones Unidas (ONU) rechazó acusaciones de racismo contra el contingente de mantenimiento de la paz, mayoritaramente blanco y occidental, que ha destinado a Timor Oriental.
«Permítanme decir que encuentro estos cargos (lanzados por un funcionario renunciante) desafortunados y desproporcionados en muchos sentidos», dijo a la prensa el jueves el subsecretario general de la ONU y jefe de la Administración Transitoria en Timor Oriental (Untaet), Sergio Vieira de Mello.
De Mello respondió así a la denuncia de racismo efectuada por el jefe de personal de la misión, el malasio Nagalingam Parameswaran, quien dimitió la semana pasada.
En su carta de renuncia, dirigida al secretario general del foro mundial, Kofi Annan, Parameswaran aseguró que la Untaet se ha convertido en «una misión blanca, una misión oriental con rostro occidental».
En octubre de 1999, la ONU tomó el control de Timor Oriental, un pequeño territorio insular del Pacífico meridional —invadido en 1975 por Indonesia—, dos meses después del plebiscito en que la población se manifestó a favor de la independencia.
Según el cronograma establecido por el foro mundial, el país celebrará el 14 de abril sus primeras elecciones presidenciales, tras una ocupación militar de casi tres décadas que causó, en los primeros años, la muerte de 200.000 personas, un tercio de la población.
En sus declaraciones, Vieira de Mello señaló que es brasileño y que hasta la renuncia de Parameswaran, los otros tres altos funcionarios del contingente eran de Nueva Zelanda, Tailandia y Malasia.
Hay 107 nacionalidades representadas en la misión, según una lista divulgada por el funcionario. Veintidós por ciento del personal es europeo, 21 por ciento americano, 21 por ciento asiático, 19 por ciento africano y 17 por ciento de otros países, en particular de Australia, Nueva Zelanda y los estados insulares del Pacífico.
Vieira de Mello consideró un éxito el mantenimiento del «equilibrio geográfico» de la misión. «Encuentro difícil ser más equilibrado», estimó, agregando que aunque el contingente se reduzca, mantendrá esa característica.
La semana pasada, Parameswaran dijo al diario New Straits Times, de Kuala Lumpur, que «no he recibido o escuchado nada de la ONU. No creo que haya personas (que coinciden conmigo) que escriban cartas similares a la mía, pues temen perder sus empleos. Yo puedo hacerlo, pues tengo un trabajo al que volver».
El diplomático afirmó que la misión en Timor Oriental tenía «problemas internos» que alcanzaron un nivel «intolerable» de interferencia. «Cuando se tienen iguales en la cadena de mando, y personas recién llegadas interfieren con políticas esenciales, se vuelve muy difícil», sostuvo.
Con su renuncia, la misión se queda sin funcionarios asiáticos de alto nivel, afirmó Parameswaran.
«Los malasios son la mejor gente para interactuar con los timoreses, pues éstos conocen la lengua malaya. Pero hay más blancos en este contingente que en cualquier otro que haya conocido en todos mis años en la ONU», agregó.
Parameswaran reclamó al foro mundial que investigue sus acusaciones. Después de todo, «¿acaso la ONU no abraza principios multirraciales, multiculturales y multirreligiosos?», preguntó.
El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, aceptó las explicaciones del diplomático sobre su renuncia, si bien adoptará una opinión final cuando reciba más detalles.
Vieira de Mello se manifestó desconcertado por algunos «comentarios extremos y críticas» de la prensa malasia. «Fueron desafortunados y ciertamente no reflejan el propio pensamiento de Parameswaran», sostuvo.
Por su parte, el actual ministro de Asuntos Exteriores de Timor Oriental y premio Nobel de la Paz 1996, José Ramos-Horta, reconoció la «firme labor» de Parameswaran, al que elogió por su sensibilidad hacia el pueblo de Timor Oriental, pero se negó a tomar parte en lo que calificó como «vilipendio público».
«No es justo calificar al contingente de la ONU como una misión blanca, pues muchas personas de muchas nacionalidades han trabajado muy duro aquí», afirmó Ramos-Horta.
En agosto de 2001, la Untaet supervisó las elecciones para conformar una asamblea legislativa, en la que participaron 16 partidos políticos.
Mientras se prepara la elección presidencial de abril, la misión colabora con el establecimiento de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, concebida para cerrar las heridas de la guerra. (FIN/IPS/tra-eng/td/aa/dc/hd ip/02