RELIGION-CHINA: Se extingue iglesia cristiana Ortodoxa

La religión cristiana Ortodoxa está al borde de la desaparición en China, después de sufrir durante un siglo la persecución de las autoridades.

El Estado sólo admite la actividad de cinco religiones: la budista, la taoísta, la musulmana, la católica y la cristiana protestante. Por lo tanto, los ortodoxos no están autorizados a preparar ni ordenar nuevos sacerdotes.

El último sacerdote ortodoxo en Beijing es Alexander Du, de 80 años, que ya no está en condiciones de celebrar misa. Con él morirán las esperanzas de su congregación religiosa de preservar su herencia en la ciudad.

Antes de la victoria de la revolución comunista, en 1949, había en el país 106 templos ortodoxas. En la actualidad sólo hay uno en actividad, la Iglesia de Nuestra Señora del Amparo, en la nororiental ciudad de Harbin.

Los demás han sido transformados en museos o, en el caso de dos de la occidental ciudad de Shanghai, en restaurantes.

«Asistimos a la misa de Navidad con lágrimas en los ojos», dijo Zhao Hongyou, uno de los 50 fieles que celebraron con flores y cirios, en la embajada rusa en Beijing, esa festividad religiosa, que los ortodoxos conmemoran el 7 de enero.

Hacía 50 años que la Iglesia Ortodoxa Rusa no celebraba una misa en China. El sacerdote Dionyisi, enviado desde Rusia, realizó el servicio religioso para la pequeña congregación, que incluye a descendientes de prisioneros de guerra cosacos, llevados a Beijing por el emperador Kangxi en 1685.

En el país, de unos 1.267 millones de habitantes, hay algunos cientos de cristianos ortodoxos. Casi todos son albacinos, descendientes de aquellos cosacos capturados en la fortaleza de Albazin, en la frontera entre China y Rusia, durante los frecuentes enfrentamientos de ambos países en el siglo XVI.

«Los cirios eran muy delgados y se respiraba un aire de escasez, pero mi madre se emocionó mucho al participar de la liturgia una vez más», relató Zhao.

Los cristianos ortodoxos de Beijing recuerdan que los albacinos tuvieron un templo propio y vivieron durante casi tres siglos en comunidad en Guan Miao, en el terreno de la embajada de Rusia, sede de la Misión Ortodoxa Rusa.

Esa comunidad tenía su propio templo y administraba una granja donde se producían lácteos, hortalizas y miel.

«Necesitamos una iglesia y deberíamos construirla allí», dijo Du Zhonglian, otro de los fieles, y señaló un edificio en demolición frente a la embajada, donde las autoridades planean construir oficinas. Zhonglian también se llama a sí mismo Victor Dubinin, al igual que uno de sus ancestros cosacos.

El emperador Kangxi (1662-1723), de la dinastía Qing, entregó a los prisioneros cosacos el Templo del Dios de la Guerra, ubicado al noreste de la ciudad imperial, para que vivieran en él y les permitió practicar su religión.

Años después un sacerdote ortodoxo enviado por el emperador ruso Pedro el Grande (1682-1725) se unió a la comunidad de Beijing.

De 1898 a 1900, los llamados «puños armónicos» (llamados «boxers» por los europeos) se rebelaron contra comerciantes y misioneros occidentales en China, y atacaron a muchos chinos que se habían convertido al cristianismo, incluyendo a ortodoxos.

En 1900, Guan Miao fue arrasada, y 222 chinos ortodoxos fueron asesinados por negarse a renunciar a su religión.

Años después, fueron reconstruidos el templo de los albacinos y el edificio de la Misión Ortodoxa, pero la revolución comunista de 1917 en Rusia separó a la Iglesia Ortodoxa de China de su base rusa, y la obligó a mantenerse por sí misma.

Después de que los comunistas tomaron el poder en China en 1949, Moscú cedió a Beijing el control de las antiguas iglesias rusas.

En 1956, por ordenes del entonces gobernante soviético Nikita Jruschev, la embajada soviética ocupó el territorio de la Misión Ortodoxa y destruyó su iglesia.

Un año después, el Estado admitió el funcionamiento de la Iglesia Ortodoxa China, pero no pasó mucho tiempo antes de que la Revolución Cultural lanzada por Beijing en 1966 sometiera a sus clérigos a persecuciones y torturas, por lo cual parte de ellos optaron por el exilio.

Los templos de la Iglesia Ortodoxa fueron clausurados, sus propiedades confiscadas y su actividad religiosa prohibida por completo.

En la actualidad, sólo hay servicios religiosos ortodoxos en la embajada rusia en Beijing, donde se construyó un nuevo templo tras el fin del régimen soviético.

Ortodoxos de Beijing, Harbin, Shanghai y otros lugares han solicitadovarias veces a las autoridades que restauren el reconocimiento de la Iglesia Ortodoxa China y colaboren en la formación de nuevos sacerdotes, pero no han obtenido respuesta.

«Cuando miro a mi hijo, temo por nuestro futuro. El no comprende las ceremonias en ruso. Después de 300 años de historia, ¿qué quedará de nosotros?», se preguntó Du Zhonglian. (FIN/IPS/tra- eng/ab/js/lp-mp/cr/02

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