INDIA-PAKISTAN: Se desvanecen esperanzas de diálogo

Las esperanzas de un diálogo pacificador entre India y Pakistán se desvanecieron este jueves, cuando el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, descartó cualquier reunión con su par pakistaní, el general Pervez Musharraf.

Vajpayee expresó insatisfacción con las medidas de Islamabad contra grupos extremistas islámicos, en declaraciones a la prensa en la norteña ciudad de Lucknow, formuladas antes de partir para la 11 cumbre de la Asociación de Asia Meridional para la Cooperación Regional (SAARC), en la capital de Nepal.

Nueva Delhi responsabilizó del atentado del 13 de diciembre contra el parlamento indio a dos grupos separatistas cachemiros respaldados por Pakistán, Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios) y Jaish-e-Mohammed (Ejército de Mahoma).

Pakistán congeló los activos de ambas organizaciones y arrestó a sus máximos líderes, pero India consideró insuficientes esas medidas y reclamó extradiciones.

«Parece que Pakistán no está dispuesto a combatir el terrorismo», dijo Vajpayee, frustrando las esperanzas de aquellos que consideraban a la cumbre de Katmandú la oportunidad perfecta para aliviar la tensión entre los dos países vecinos y rivales.

Ambos países, que ya se enfrentaron tres veces en guerra desde 1947 y poseen armas nucleares, realizaron un creciente despliegue de tropas y armas en las últimas semanas a lo largo de su frontera de 818 kilómetros.

La posibilidad de un nuevo conflicto militar entre ambas potencias nucleares causó preocupación en las principales capitales del mundo, empezando por Washington.

«Esperamos que ambas partes aprovechen esta oportunidad (la cumbre de Katmandú) para tratar de resolver sus diferencias», manifestó Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, en la mañana de este jueves.

Desde el atentado contra el parlamento, en que murieron 14 personas incluidos los cinco militantes suicidas, India exige que Pakistán deje de respaldar a «grupos terroristas» y le entregó una lista de individuos cuya extradición reclama.

India y Pakistán, surgidos como naciones separadas en la independencia del imperio británico en 1947, libraron dos guerras abiertas en 1965 y 1971 y una no declarada en 1999 a raíz de su disputa por Cachemira, el único estado indio de mayoría musulmana.

Nueva Delhi acusa a Islamabad de entrenar, proteger y proveer armas a los grupos separatistas cachemiros, pero el gobierno pakistaní sostiene que sólo les brinda «apoyo moral y diplomático» y que no son terroristas sino «combatientes por la libertad».

«No estamos en contra del diálogo, pero el terrorismo transfronterizo debe terminar para crear un ambiente de diálogo», declaró Vajpayee a la prensa en Lucknow.

El canciller indio Jaswant Singh, quien ya se encuentra en Katmandú para una reunión de cancilleres de Asia meridional previa a la cumbre de SAARC, expresó insatisfacción con las medidas de Islamabad contra las organizaciones terroristas acusadas del atentado.

«Las medidas cosméticas no alcanzan. Pakistán debe dejar de patrocinar actividades terroristas en suelo indio», exigió Singh.

El miércoles, la asamblea estadual de Cachemira, en la ciudad de Srinagar, fue objeto de un ataque con granadas que mató a un policía e hirió a varias personas.

Estados Unidos condenó el atentado y exhortó al fin de la violencia en Cachemira, donde los ataques se intensificaron desde que Washington declaró la «guerra al terrorismo» a raíz de los atentados del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono.

Otro ataque contra la asamblea de Srinagar, el pasado 1 de octubre, causó la muerte de unas 50 personas y fue reivindicado por Lashkar-e-Toiba, que prometió más atentados no sólo en Cachemira, sino también en otras partes de India.

El plan de hacer volar el parlamento indio sólo falló porque los cables conectados a explosivos en un auto-bomba se aflojaron y el escuadrón suicida que lo conducía fue eliminado por la policía luego de un enfrentamiento de una hora que fue transmitido por televisión.

La opinión pública india reclamó medidas drásticas, y el gobierno redujo a la mitad su misión diplomática en Pakistán (Islamabad hizo lo mismo), prohibió los vuelos de aviones pakistaníes sobre territorio nacional y movilizó tropas hacia la frontera.

El ministro de Defensa indio, George Fernandes, anunció el miércoles que India ya completó el despliegue de tropas a lo largo de la llamada Línea de Control, que divide a la región himalaya de Cachemira entre ambos países.

Antes de partir hacia Katmandú, Vajpayee rechazó sugerencias de que un conflicto convencional se intensifique hasta transformarse en una guerra nuclear.

«No usaremos armas atómicas para otra cosa que nuestra propia defensa» contra otras armas atómicas, aseguró el primer ministro, de acuerdo con la doctrina contraria al «primer uso» de armas nucleares.

Vajpayee sugirió que India podría realizar incursiones transfronterizas para perseguir a grupos extremistas que operen en territorio indio.

Musharraf, por su parte, advirtió contra esas «acciones precipitadas» y recordó que su país también posee armas nucleares.

El presidente pakistaní realizará una escala en Beijing antes de viajar a Nepal, para poder conversar con el primer ministro chino Zhu Rongji, un aliado clave, antes de la cumbre regional.

El vuelo a través de China le evita al mandatario entrar en espacio aéreo indio, ahora cerrado a las aerolíneas pakistaníes. Nueva Delhi ofreció una excepción para el avión de Musharraf, pero éste la rechazó.

Analistas indios sospechan del plan de Musharraf de viajar a través de China y en un avión de ese país, dado que India ha acusado a China, con la cual libró una sangrienta guerra fronteriza en 1962, de provver tecnología nuclear y misilística a Pakistán. (FIN/IPS/tra-en/rdr/js/mlm/ip/02

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