La histórica amistad de Turquía con Estados Unidos y su apoyo a la campaña internacional contra el terrorismo no le bastaron al primer ministro turco Bulent Ecevit para lograr en Washington la rápida asistencia financiera que buscaba.
Ecevit volvió a su país con las manos vacías de una reunión la semana pasada en Washington con autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del gobierno estadounidense.
El FMI habría decidido retener un crédito de 10.000 millones de dólares hasta febrero, en lugar liberarlo la semana próxima como se preveía, dijo a IPS Mehmet Ali Bayar, de la embajada de Turquía en Washington.
De todos modos, el diplomático confía en que el respaldo de Estados Unidos decida al Fondo a aprobar el préstamo.
Lo que trabó el acuerdo fue la lentitud de la implementación de las reformas económicas promovidas por el FMI en Turquía, destinadas a aumentar los incentivos para los inversionistas extranjeros, explicó Bayar, coincidente con declaraciones del ministro de Economía Kemal Dervis y de funcionarios del Fondo.
Las reformas incluyen el recorte del gasto público y la reestructuración del sistema financiero.
La junta ejecutiva del FMI tiene previsto reunirse en dos o tres semanas para revisar el crédito a Turquía, declaró el portavoz William Murray.
Además de los 10.000 millones de dólares del Fondo, Turquía espera otros 6.000 millones del Banco Mundial para poner en pie su maltrecha economía.
Ecevit declaró a la prensa en Washington el pasado jueves que su país tampoco logró un acuerdo comercial con Estados Unidos como esperaba, pero que ambas partes establecerán una comisión el mes próximo para promoverlo.
El primer ministro tampoco logró persuadir a funcionarios estadounidenses de aumentar la ayuda bilateral, reducir los aranceles, cancelar una deuda de defensa de 5.000 millones de dólares, eliminar las cuotas a los productos textiles y el acero de Turquía, ni ayudarle a promover el turismo.
Según Faruk Tabak, profesor de estudios turcos modernos de la Universidad de Georgetown, Ecevit volvió con las manos vacías porque alentaba «demasiadas expectativas».
«El primer ministro pensaba que podría capitalizar los planes de Estados Unidos de atacar Iraq, pero dado que esos planes no se han materializado, no lo logró», dijo Tabak.
Sin embargo, los observadores no descartan que Turquía obtenga beneficios económicos en el marco de un plan geoestratégico de Estados Unidos, porque varios políticos de gran influencia en este país están determinados a adoptar acciones militares contra el régimen de Saddam Hussein en Iraq.
«No creo que Ecevit se quede con las manos vacías», opinó Bulent Aliriza, director del programa turco del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un gabinete de estrategia de Washington.
«Ambas partes lograrán una fórmula que permita a Estados Unidos satisfacer algunas de las demandas de Turquía. Estados Unidos precisa a Turquía», afirmó Aliriza, quien atribuyó en parte la respuesta negativa de Washington a Ecevit la semana pasada al enlentecimiento de la economía estadounidense.
Turquía apoyó la guerra de Estados Unidos y sus aliados contra Iraq en 1991, y afirma haber perdido más de 50.000 millones de dólares en comercio con sus vecinos como resultado de ese apoyo y el posterior bloqueo económico de Bagdad.
El gobierno de Ecevit aplica las reformas recomendadas por el FMI desde junio de 1999, pero igualmente padece una aguda crisis económica. En los últimos dos años, obtuvo 15.300 millones de dólares en créditos del Fondo.
El respaldo de Estados Unidos es considerado esencial para que el FMI continúe apoyando a Turquía, que fue el primer país de mayoría musulmana en ofrecer tropas para una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz en Afganistán.
Pero aparte de esos gestos, «Turquía debe poner su casa en orden», exhortó Aliriza.
Principalmente, señaló, el gobierno turco «no ha logrado atraer inversiones extranjeras. Puede hacerlo mucho mejor». (FIN/IPS/tra- en/em/aa/02