Anne Krueger, número dos del FMI, descartó este viernes en Chile créditos en el corto plazo del organismo multilateral a Argentina, y un representante del Banco Mundial desestimó el riesgo de «contagio financiero» de la crisis de ese país en el resto de América Latina.
Krueger, primera vicedirectora gerente del FMI (Fondo Monetario Internacional), detalló los requisitos de un programa económico «coherente y sustentable» que el organismo multilateral aguarda del gobierno argentino de Eduardo Duhalde.
Sin embargo, la alta funcionaria declinó pronunciarse sobre las responsabilidades en el origen de la crisis argentina, sus consecuencias políticas y su costo social.
Por su parte, Guillermo Perry, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, señaló que los riesgos de «contagio financiero» del colapso argentino hacia la región son mínimos, «e incluso menos de lo que se esperaba».
Krueger y Perry coincidieron en Santiago con motivo de una conferencia internacional sobre «Recursos Naturales y Crecimiento», auspiciada por el Banco Central de Chile.
El FMI no ha recibido ninguna solicitud formal de ayuda de Argentina y cualquier paso en ese sentido dependerá de que el gobierno de Duhalde presente «un programa coherente y sustentable en el tiempo», dijo la vicedirectora del organismo en rueda de prensa.
Krueger aclaró que el FMI tiene una misión técnica en Buenos Aires y está dispuesto a enviar una misión negociadora, la cual «saldrá de Washington cuando ellos (los argentinos) estén listos» con propuestas sobre cuestiones fiscales y de deuda.
La alta funcionaria desestimó así versiones sobre una posible solicitud del gobierno argentino al FMI de un nuevo crédito de contingencia, similar al de 22.000 millones de dólares concedido el 12 de enero de 2001 y del cual restan aún desembolsar 9.000 millones.
El organismo multilateral bloqueó en diciembre un crédito para Argentina, pero el jueves tendió una mano al gobierno de Duhalde, aprobando una prórroga de un año para el pago de un tramo de 933 millones de dólares del préstamo de contingencia.
Krueger dio a entender que este respiro no significa que el FMI acudirá ahora con ayuda inmediata y en gran escala para Argentina, descartando absolutamente que el directorio del organismo pueda adoptar decisiones sobre nuevos créditos antes de un mes.
Para acceder a una asistencia del FMI, las autoridades argentinas deben presentar «un programa (económico-financiero) coherente y sustentable en el tiempo y un entorno de estabilidad razonable», puntualizó.
Los otros requisitos son la formulación de un nuevo marco de política monetaria, el restablecimiento del sistema bancario argentino, la formulación de un presupuesto nacional y de políticas fiscales, además de un sistema de tasa de cambio que sea manejable en el largo plazo.
El gobierno de Duhalde tendrá además que negociar con los acreedores de su país para llegar a acuerdos aceptables sobre el servicio de la deuda, como otro requisito para contar con el apoyo político y la asistencia financiera del FMI, señaló Krueger.
La representante del organismo rector de las finanzas mundiales señaló que una de las políticas adecuadas es la adopción de tasas de cambio flotantes, que en las actuales condiciones funcionan mejor que los tipos de cambio fijos.
Las políticas de paridad cambiaria de un peso igual a un dólar, como las que aplicó Argentina durante 10 años, «tienen beneficios y costos», señaló.
En este caso específico, la paridad cambiaria permitió abatir la hiperinflación y derivó «en buenos años de crecimiento por las desregulaciones y la flexibilidad de los mercados», pero el sistema no fue consistente con la situación fiscal.
Según Krueger, ahora que la política cambiaria de Argentina estará subordinada al sistema de cambio internacional, habrá menos libertad o autonomía para sus políticas fiscal y monetaria.
«Cuando estudiemos las lecciones (de la crisis argentina) veremos que se podría haber hecho (con anticipación) para que los resultados fueran más estables», dijo Krueger.
Agregó que «había más de una forma» para evitar el deterioro progresivo de la economía en ese país, «pero las autoridades argentinas no las encontraron a tiempo».
«Aún es demasiado pronto para mirar hacia atrás y ver como, en forma objetiva, se pueden adjudicar las culpas», señaló Krueger, respecto de las responsabilidades de los políticos argentinos y de los organismos internacionales en la crisis.
La primera vicedirectora del FMI declinó también pronunciarse sobre la convulsión social y la violencia en Argentina. «La situación política deberá ser juzgada por las autoridades» de ese país, dijo.
A su vez Perry, a propósito de las causas económicas de la crisis, consideró que uno de los errores de la paridad cambiaria argentina fue atar el peso al dólar, en circunstancias de que sólo un tercio del comercio exterior del país depende de Estados Unidos.
El gran volumen de relaciones comerciales de Argentina con la Unión Europea y Brasil hizo al país más vulnerable ante el dólar, como consecuencia de la depreciación del euro y la devaluación del real brasileño, a lo cual se sumó la desaceleración de la economía internacional, explicó el economista del Banco Mundial.
«Tal vez el momento adecuado para abandonar la paridad peso- dólar fue en torno de 1996 y 1997, pero como todo marchaba bien entonces y el país seguía creciendo, nadie lo pensó en ese entonces», comentó Perry, economista colombiano.
Si bien el «contagio financiero» de Argentina hacia América Latina será mínimo, habrá un impacto más fuerte en Uruguay, Paraguay y Bolivia, por sus grandes volúmenes de comercio con el mercado argentino, agregó. (FIN/IPS/ggr/dm/if/02