DESARROLLO: Un consenso casi irrelevante

El alivio de deuda, la asistencia y el papel de las agencias financieras multilaterales polarizaron las posiciones de países ricos y pobres en las conversaciones preparatorias de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.

El encuentro de dos semanas concluyó el domingo 27 por la noche, dos días después de lo previsto, con el borrador de una declaración de consenso para la conferencia, que se realizará en marzo en la ciudad de Monterrey, México.

Para los diplomáticos, el consenso fue un logro en sí mismo, pero muchos participantes se marcharon disconformes con el documento de 14 páginas y con el proceso de negociación.

Sólo cinco países ricos —Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Noruega y Suecia— mantuvieron su promesa de destinar 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB) a la asistencia externa, mientras Irlanda estableció un cronograma para cumplir con la meta, adoptada por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

«Hay un solo gran donante que nunca aceptó ese objetivo», dijo la embajadora de Suecia, Ruth Jacoby, en referencia a Estados Unidos, que se negó a prometer un aumento de su asistencia actual, de 0,22 por ciento de su PIB, y arguyó en contra del establecimiento de objetivos claros en el documento de Monterrey.

El «proceso de la conferencia de desarrollo corre el riesgo de ser irrelevante. En nombre del consenso todo se diluye», dijo Chien Yen Goh, de la organización no gubernamental (ONG) Red del Tercer Mundo, con sede en Malasia.

El copresidente del comité, embajador Shamshad Ahmad, de Pakistán, rechazó este juicio. «Este es uno de los raros comités preparatorios que pudo congeniar la tarea con el consenso», sostuvo el lunes en una conferencia de prensa.

Sin embargo, «el anhelado sueño de la prosperidad universal y compartida sigue siendo inalcanzable», reconoció.

La discusión sobre los compromisos de los países ricos para incrementar la ayuda que otorgan a las naciones pobres, y los montos de esa ayuda, dominaron los últimos días de la reunión, y demoraron al menos en 12 horas su clausura, admitió Jacoby, copresidenta del comité preparatorio.

De hecho, el borrador insta a las naciones ricas a «realizar esfuerzos concretos hacia la meta del 0,7 por ciento» del PIB en asistencia oficial para los países en desarrollo, y de 0,15-0,20 por ciento del PIB para los países menos desarrollados, pero no establece plazos.

Delegados del Norte industrial y del Sur en desarrollo intercambiaron diferencias sobre el alivio de la deuda y el papel que deben cumplir las recomendaciones y los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Delegados de los países en desarrollo sostuvieron que el proceso de la conferencia aún debe cumplir con la promesa de otorgar al Sur una voz más fuerte en el manejo de la economía global. El comité preparatorio expuso una vez más lo obvio, que los indigentes no son elegibles, afirmaron en forma reservada.

El documento establece la necesidad de un sustancial impulso de la asistencia para que «los países en desarrollo alcancen las metas de desarrollo acordadas internacionalmente», una velada réplica a la posición estadounidense, que considera los recursos internos, y no la ayuda exterior, la clave del desarrollo nacional.

Al inaugurar las sesiones del comité preparatorio, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, reclamó a los delegados gubernamentales, de la sociedad civil y de las agencias multilaterales, que identificaran formas prácticas para reconocer el papel del mundo en desarrollo en el manejo de la economía mundial.

Annan llamó, así mismo, a establecer la primacía de la ONU en los asuntos del desarrollo mundial.

El pronunciamiento de Annan reflejó la extendida opinión de que una voz más poderosa de la Asamblea General de la ONU habilitaría un régimen internacional más democrático, en el cual el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial del Comercio ejercerían menos influencia sobre las naciones en desarrollo.

Esos países están mejor representados, en términos de votos y espacio intelectual, en el foro mundial que en las otras instituciones. Sin embargo, esto no se trasladó al documento, sostuvieron las ONG.

La conferencia de Monterrey podría ser crucial para definir un nuevo orden económico, sostuvo Richard Sherman, de la ONG sudafricana Globe, con sede en la austral Ciudad del Cabo.

«Es difícil reunir todas esas diferentes voces, pero no hay excusas para no acordar sobre cuestiones esenciales», afirmó Sherman.

Otra preocupación de los países en desarrollo que no encontró eco en las negociaciones, fue la necesidad de controlar las inversiones especulativas, como los fondos de cobertura, cuyos efectos desestabilizadores desataron la crisis financiera asiática de 1997-98.

La sociedad civil también protestó por el escaso espacio para las cuestiones de género.

«Dado el liderazgo de la ONU, las mujeres esperaban que las negociaciones fueran diferentes. Lamentablemente, las voces de las mujeres no fueron escuchadas en las discusiones sobre comercio e inversión privada», sostuvo June Zeitlin, de la Organización de Mujeres sobre Ambiente y Desarrollo, con sede en Nueva York. (FIN/IPS/tra-eng/au/aa/dc/dv/02

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