DESARROLLO: Programas contra pobreza acercan a gobiernos y ONG

Las políticas de alivio a la pobreza en los países en desarrollo promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acercan a la sociedad civil y a los gobiernos, si bien aún deben probar su eficacia.

Representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) de varios países pobres participaron esta semana en Washington de una conferencia, organizada por las dos instituciones financieras multilaterales, para analizar la marcha de su Programa Estratégico de Reducción de Pobreza.

«La mayoría de los países pobres son, por naturaleza, muy elitistas. El programa de reducción de pobreza permite que las organizaciones de la sociedad civil rompan ese círculo de elitismo. Ese es un beneficio en sí mismo», afirmó Manfred Schnitzer, de la Cooperación Austríaca para el Desarrollo.

«Hemos sido consultados continuamente, e incluso participamos en el diseño del Programa», sostuvo Collins Magalasi, de la red no gubernamental Justicia Económica para Malawi.

«En lugar de llevar adelante un mecanismo de consultas paralelo, decidimos sumarnos al proceso oficial. Podemos afirmar que 40 por ciento del programa en Malawi fue responsabilidad de la sociedad civil y 60 por ciento, del gobierno», aseguró Magalasi.

«Antes de esta iniciativa, las ONG jamás recibieron respuestas de las autoridades. Pero ahora obtuvimos respuesta, aprovechamos la oportunidad y continuaremos impulsándonos dentro del proceso», agregó.

El programa, establecido por el Banco Mundial y el FMI en 1999, tiene como objetivo central el alivio de la pobreza, pero su creación se debió, en parte, al reclamo de las ONG, apartadas del proceso de planificación del desarrollo.

Desde su puesta en marcha, nueve países completaron la confección de planes —Albania, Bolivia, Burkina Faso, Honduras, Mauritania, Mozambique, Nicaragua, Tanzania y Uganda—, y otros 40 están en proceso de implementación.

Como resultado de la iniciativa, los sindicatos son menos marginados, afirmó Hassan Rahaa, delegado del Congreso de Sindicatos de Tanzania.

«Logramos tener voz en el programa. No fue fácil. Pero ahora sentimos que estamos en la corriente principal. Esperamos que nuestra participación se mantenga», apuntó Rahaa.

Estos pronunciamientos marcaron un fuerte contraste con las declaraciones de ONG de países industrializados que actúan en el mundo en desarrollo.

Por ejemplo, Acción para la Ayuda-Estados Unidos (Action Aid- USA), un grupo de presión radicado en Washington, distribuyó volantes afirmando que en varios países en desarrollo, las ONG son permanentemente marginadas.

Lo ocurrido en Malawi y Tanzania no es la característica predominante, pues los grupos de la sociedad civil continúan siendo apartados por funcionarios e instituciones financieras, afirmó Carol Welch, de Amigos de la Tierra.

«También hemos sabido de sindicatos y otras organizaciones completamente excluidos del debate. Definitivamente aún no estamos en él», aseguró Welch.

Según la activista, subsisten grandes problemas tanto en el proceso de confección del programa, como en sus contenidos. Los gobiernos, el Banco Mundial y el FMI aún retienen información esencial para el público y no discuten abiertamente el resultado de políticas y estrategias anteriores, sostuvo Welch.

La participación también es recortada por falta de recursos que permitirían redactar el programa en lenguas locales y distribuir información a las comunidades, en opinión de los Servicios Católicos de Asistencia.

«Sin fondos, la iniciativa se convertirá en otro programa desfinanciado que no llega a nadie», advirtió Kathleen Selvaggio, integrante del departamento de cuestiones estratégicas de la organización religiosa.

El coordinador de programas de Acción para la Ayuda, Irungu Houghton, señaló las diferencias de abordaje entre las ONG del Norte industrializado y del Sur en desarrollo.

«Hay una dicotomía entre el debate nacional sobre el programa de alivio a la pobreza y el que se desarrolla en Washington. Los grupos locales tienen tendencia a involucrarse en cuestiones específicas y en ciertas relaciones. Pero la participación es débil en el establecimiento de criterios, como metas fiscales, regímenes impositivos e inflación», opinó Houghton.

Houghton, ex activista en su país, Kenia, sostuvo que el papel de las ONG del Norte debería centrarse en respaldar a sus pares del Sur «para lograr el tipo de intervenciones que éstas quieren, en lugar de dedicarse a los documentos de (Washington) y los consejos de directores (del Banco y el FMI)».

Si bien la mayoría de los programas implementados aún están en sus primeros pasos, Houghton advirtió que la cuestión de la participación fue protagónica en la conferencia, en desmedro del debate sobre avances concretos en reducción de la pobreza. (FIN/IPS/tra-eng/em/aa/dc/dv/02

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