COMERCIO-CHINA: Barreras técnicas contra importaciones

China aprende con rapidez cómo levantar barreras comerciales «verdes» y a mantener a raya a las importaciones agrícolas de bajo precio que amenazan inundar su mercado, menos de dos meses después de su incorporación a la OMC.

Beijing anunció este mes los esperados detalles de implementación de sus polémicas normas sobre alimentos modificados genéticamente, disposiciones que podrían bloquear la mayoría de las importaciones de soja, maíz, algodón y tomates.

Las medidas sobre productos transgénicos, que fueron propuestas por el Ministerio de Agricultura y entrarán en vigor el 20 de marzo, son en apariencia más estrictas que las adoptadas por Estados Unidos.

Según las nuevas normas, todos los organismos manipulados genéticamente deben estar etiquetados al llegar a China, y la emisión de certificados de seguridad de importación, que actualmente lleva 90 días, demorará 270.

Si llega a aplicarse, la nueva reglamentación dejará a China en una situación similar a la de Europa, que durante años ha utilizado normas de protección ambiental para frenar importaciones de productos baratos.

«Después de su entrada a la OMC (Organización Mundial del Comercio), China debe adoptar medidas más técnicas para proteger su mercado doméstico, similares a las adoptadas por actuales miembros del club comercial», dijo Tang Yangli, un experto del Centro de Información del Ministerio de Agricultura.

Con la caída de los aranceles de importación chinos del actual 22 por ciento a 17 por ciento en 2004, todos los grandes exportadores agrícolas querrán vender sus productos a este país.

El sistema agrícola de China, donde la granja promedio mide apenas media hectárea, no está en condiciones de hacer frente a los vastos recursos de las agroempresas de Estados Unidos, con operaciones en países como Argentina y Brasil.

El embate de la OMC sobre la agricultura nacional es especialmente evidente en los frijoles de soja. El año pasado, por primera vez las importaciones de ese producto excedieron la producción doméstica, causando pánico entre los funcionarios agrícolas chinos.

Según fuentes de la industria, China importó el año pasado 15 toneladas de frijoles de soja, principalmente de Estados Unidos, Brasil y Argentina. La producción doméstica no llegaba a esa cantidad y resultaba insuficiente para satisfacer la creciente demanda doméstica.

El ingreso a la OMC acelerará esta tendencia debido a la remoción de las cuotas de importación chinas sobre los frijoles de soja y el mantenimiento del arancel en apenas tres por ciento.

«Estos son tiempos críticos para nuestros frijoles de soja», comentó Chang Ruzhen, miembro del Centro de Investigaciones Agrícolas de la Academia de Ciencia.

«Debemos decidir si vamos a depender de los frijoles importados o de los nacionales», agregó.

Las importaciones de frijoles de soja aumentaron astronómicamente en los últimos años, de 2,5 millones de toneladas anuales a comienzos de los años 90 a más de 10 millones en 2000, la mitad procedente de Estados Unidos.

China, con su enorme mercado de 1.300 millones de personas, es el mayor comprador de productos de soja estadounidenses.

Según la American Soya Bean Association, China adquirió productos de soja por 1.280 millones de dólares el año pasado, el triple que en 1999.

Los frijoles de soja han sido la causa de una seria disputa comercial entre China y Estados Unidos, que llegó a amenazar el ingreso de Beijing a la OMC.

La disputa fue resuelta entre el presidente estadounidense George W. Bush y su par chino Jiang Zemin en la última cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.

«Lo que sucede con los frijoles de soja chinos es un augurio de lo que ocurrirá con nuestro trigo, maíz y arroz», advirtió Zeng Lingqing, del Departamento de Cultivos del Ministerio de Agricultura.

El asunto es de gran sensibilidad para muchos expertos de la industria que consideran la entrada de frijoles de soja extranjeros una amenaza para la seguridad nacional, dado que está en juego el sustento de más de 30 millones de pequeños agricultores.

El cultivo también tiene gran importancia cultural para el pueblo chino. Después de todo, los frijoles de soja tienen origen en este país y han sido cultivados aquí por miles de años.

El valor nutricional de esos frijoles era muy estimado por los emperadores, que los plantaban en ceremonias anuales, mientras poetas y filósofos reflexionaban sobre su importancia para la civilización china.

Alarmado por un posible colapso de la industria, el gobierno lanzó en junio una serie de normas sobre los organismos modificados genéticamente.

Dado que 70 por ciento de toda la producción de frijoles de soja de Estados Unidos se cultiva a partir de semillas transgénicas, los funcionarios chinos esperaban que las barreras técnicas previnieran un aumento descontrolado de las importaciones.

Como era de esperar, las medidas paralizaron las importaciones a fin de año, y los intermediarios se quejaron porque las normas eran confusas.

Aunque la nueva reglamentación anunciada el día 7 por el Ministerio de Agricultura parece ser más clara, las quejas de los comerciantes no cesan.

«Los comerciantes tendrán más costos porque deberán etiquetar los productos transgénicos, obtener certificados de seguridad y documentos de aprobación, y pagar derechos de cuarentena», explicó Tang, del Ministerio de Agricultura.

Mientras, Estados Unidos ya se encargó de recordarle a China que el comercio es «un camino de doble sentido».

El subrepresentante comercial de Estados Unidos para China, Jeffrey Bader, advirtió que su gobierno formó un grupo para vigilar el cumplimiento de China con sus compromisos ante la OMC y está preparado para tomar duras medidas si Beijing bloquea las importaciones estadounidenses. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/if-dv/02

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