SALUD: Los diversos rostros del VIH (*)

El VIH/sida afecta a los países de América Latina y el Caribe de maneras diversas. Esas diferencias, con frecuencia profundas, impiden diseñar una estrategia homogénea contra la enfermedad, como la establecida, por ejemplo, para Africa subsahariana, la región más afectada del planeta.

Numerosas haitianas esperan pacientemente su turno para que un médico las atienda en la unidad de cuidados prenatales en hospitales de Puerto Príncipe. Las filas son enormes, y también el miedo.

Una de cada 20 haitianas está infectada con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida), según los últimos estudios.

En Argentina, las autoridades de salud lanzaron un programa de intercambio de agujas hipodérmicas luego de descubrir que uno de cada cinco usuarios de drogas intravenosas en Buenos Aires está infectado con el virus.

Estos dos ejemplos ilustran que el VIH/sida afecta a los países de América Latina y el Caribe de distintas formas. También existen otros ejemplos de diferencias profundas, lo cual origina una creciente preocupación en toda la región.

Antes se decía que el sida era «la epidemia invisible», pero eso ya no es verdad. Gracias a cientos de estudios realizados por gobiernos, universidades y organizaciones no gubernamentales, ahora es posible saber en detalle qué países son los más afectados y qué grupos son los más vulnerables.

Esa información puede utilizarse para establecer prioridades en los programas de prevención.

Los estudios también indican que la epidemia es más compleja en América Latina y el Caribe que en cualquier otra parte del mundo.

Africa, el continente más afectado por el VIH/sida, tiene su propio modelo, relativamente homogéneo. La mayoría de los africanos infectados con el virus residen en la región subsahariana y lo contrajeron mediante relaciones heterosexuales.

En cambio, desde México hasta Argentina, la distribución geográfica de la epidemia es muy dispareja. El sida se concentra en los países del Caribe y algunos de América Central, pero en otras partes, las cifras son muy irregulares.

A lo largo de una línea imaginaria norte-sur que atraviese Guyana, Brasil, Paraguay y Uruguay, encontraríamos que las tasas de infección suben y bajan abruptamente, incluso dentro de un mismo país.

La misma variabilidad existe en las formas de transmisión del virus. En México, la mayoría de las infecciones se producen a través de relaciones homosexuales, mientras en Bahamas predomina la transmisión heterosexual, y en Argentina una de las principales formas de contagio es el uso de agujas hipodérmicas infectadas.

En América Latina y el Caribe, el sida no se limita a grupos tales como prostitutas, homosexuales, conductores de camiones o soldados, como ocurre en otras regiones del mundo, sino que se distribuye en una población mucho más diversa.

Por lo tanto, la región debe especializarse en programas de prevención, y éstos resultarán más costosos que los dirigidos a un grupo específico.

«Este modelo irregular vuelve más compleja la respuesta necesaria ante el sida», señaló Paloma Cuchi, epidemióloga de Onusida y OPS. «A menos que desarrollemos una respuesta adecuada, la epidemia crecerá en forma exponencial», advirtió.

Una lección importante que surge de años de investigación por parte de gobiernos y organizaciones no gubernamentales en torno del sida es que algunos números son más importantes que otros. Durante mucho tiempo, se puso énfasis apenas en el recuento de los casos de sida denunciados.

Esta información, suministrada por médicos y hospitales a los gobiernos, fue muy útil en los primeros años de la epidemia. Hoy, sin embargo, el dato más importante es la cantidad de personas infectadas con el VIH, porque millones de hombres y mujeres adquirieron el virus pero no han desarrollado el sida.

«Este dato ofrece un panorama más preciso de la epidemia», observó Paloma Cuchi, epidemióloga de Onusida y OPS.

Los epidemiólogos llaman «prevalencia de VIH» al porcentaje de la población que vive con el virus en una región o un país específico.

Este enfoque fue posible por el desarrollo de un modelo matemático que toma en cuenta varios factores, incluso el tamaño y el ritmo de crecimiento de la población y el número de personas con VIH dentro de determinados grupos.

La prevalencia estimada de VIH entre los adultos de América Latina y el Caribe asciende a 0,56 por ciento, es decir que una de cada 200 personas tendría un resultado positivo si se realizara un examen de detección.

Dentro de la región, varía de cinco por ciento en Haití a 0,03 por ciento en Cuba. Se considera que los países con una incidencia de VIH mayor a uno por ciento tienen una epidemia «generalizada». Entre ellos figuran Bahamas, República Dominicana, Barbados, Belice, Guyana, Surinam, Haití, Honduras y Guatemala. (FIN/IPS/he/01)

(*) Con la colaboración de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida

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