Los países ex comunistas de Europa y Asia central, apremiados por lograr su crecimiento económico, olvidaron las metas de mejorar el nivel de vida de toda la población y de edificar sociedades humanas y democráticas, según Unicef.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) expresó esa preocupación al analizar en un informe el efecto humano de 10 años de transición en el área de Europa central y oriental, del Báltico y de la Comunidad de Estados Independientes que nuclea a repúblicas de la antigua Unión Soviética.
El estudio, titulado «Una década de transición», examina en su totalidad el progreso social alcanzado en la región desde 1989, cuando se registró la caída del Muro de Berlín, que simbolizó el derrumbe de los regímenes comunistas dominantes en la región.
En materia de ingresos de hogares y pobreza infantil, salud, educación y atención pública a la infancia, los resultados de decenio muestran una mezcla de éxitos y fracasos, evalúa el documento distribuido el jueves en Ginebra.
Las nuevas libertades han sido acompañadas a menudo por nuevos riesgos, como la pobreza creciente, con consecuencias graves para el desarrollo social.
Pero la directora de Unicef, Carol Bellamy, remarcó que uno de los mensajes clave del informe es destacar la necesidad de reafirmar vigorosamente el ideal original de la transición de elevar el bienestar de todos y construir sociedades democráticas y humanas.
Las dificultades del proceso se reflejaron en la transformación de los ocho estados originales del área comunista en los actuales 27, muchos de ellos envueltos en crisis económicas durante los años 90 y una tercera parte sacudidos por conflictos que en algunos casos todavía perduran.
El estudio de Unicef, elaborado en su Centro de Investigación Innocenti, radicado en Florencia, Italia, menciona que en la mayoría de los países disminuyó la maternidad y mortalidad de adolescentes y la mortalidad de mujeres en el embarazo y el parto.
Gran parte de las economías de la región se encuentran en fase de crecimiento. Sin embargo, numerosas personas han quedado excluidas de los progresos alcanzados, apunta el informe.
Bellamy observó que el total de niños de la región se eleva a 108 millones, una cifra 13 por ciento inferior a la de 1989. Además, el número de menores de cinco años se ha reducido en un tercio.
La directora de Unicef estimó que ese dato constituye una gran oportunidad para revisar los servicios a la infancia y aprovechar al máximo sus efectos.
De todos modos, el informe comprueba que los países en transición afrontan los mismos obstáculos para el progreso de la infancia registrado en casi todo el mundo.
Millones de niños viven en la pobreza, millones de adolescentes abandonan la escuela y un número creciente de niños queda bajo la atención de los estados en lugar de vivir con sus familias.
El estudio indica que existen diferencias crecientes entre los países más ricos y los más pobres de la región, entre los cuales figuran cuatro naciones industrializadas.
Otras 10 naciones de la región han solicitado el ingreso a la Unión Europea, mientras otros ocho miembros del grupo pertenecen a la categoría establecida por el Banco Mundial de países de bajos ingresos.
Unos 18 millones de niños de la región viven en la pobreza, en hogares que sobreviven con menos de 2,25 dólares por día. La mayoría de los niños de Moldova, Armenia, Kirguistán y Tayiquistán se encuentran por debajo del ingreso de 2,15 dólares diarios.
En el campo de la salud, en los años de 1990 se registró en la región un número excedente de decesos de 3,2 millones, en su mayoría de adultos varones, que no se habrían verificado de mantenerse la mortalidad vigentes hasta 1989.
Bellamy observó que, de manera simultánea, han aparecido altos niveles de desnutrición infantil en algunas partes de la región y también brotes de tuberculosis, una enfermedad que prospera en condiciones de pobreza e inseguridad.
Sin embargo, la jefa de Unicef citó los resultados de una encuesta realizada entre jóvenes de la región para conocer su evaluación sobre los primeros 10 años de la transición.
El sondeo arrojó que 43 por ciento cree que la vida actual es mejor que 10 años atrás. Sólo 10 por ciento se declaró pesimista ante el futuro y la mayoría prefirió elegir su país como lugar de residencia, aunque 23 por ciento aspiraba a emigrar.
La funcionaria, de nacionalidad estadounidense, dedujo que las respuestas reflejan el pesimismo ante los problemas actuales, pero también el optimismo y la apertura de los jóvenes para afrontar nuevos desafíos.
El informe de Unicef apercibió a los gobiernos de la región de que el crecimiento económico futuro debe ser utilizado en beneficio de todos.
La disminución de los nacimientos y del número de niños no debe ser una excusa para destinar inversiones inadecuadas a la infancia, advirtió.
Bellamy previno que los países tienen que otorgar mayor eficacia a su sector público y volcarlo a favor de los pobres.
El ingreso de de las familias necesita apoyo a través de políticas económicas y de sistemas impositivos y de beneficios, dictaminó Unicef.
En ese terreno, la pobreza de la infancia debe figurar en el centro del debate de la escena política nacional. (FIN/IPS/pc/mj/dv/01