La publicidad, el manejo de la imagen y las encuestas fueron las principales herramientas del presidente de México, Vicente Fox, en su primer año de gobierno, pero esa estrategia, útil para su triunfo electoral el año pasado, muestra ahora sus limitaciones.
Fox asumió a la presidencia el 1 diciembre de 2000 con la promesa de cambiar radicalmente al país, luego de 71 años de gobiernos ininterrumpidos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y tras a una campaña electoral diseñada para presentarlo como un «producto».
«Aquí la chamba (el trabajo) consiste en que tú me tienes que ver como un producto, ver lo mejor de mí y eso es lo que hay que exponer», dijo Fox en septiembre de 1999 al experto en mercadeo de la transnacional estadounidense Procter&Gamble, Francisco Ortiz, al contratarlo para la campaña electoral.
Ortiz es ahora el jefe de prensa de la presidencia. Cuando al publicista o al mandatario se les inquiere sobre el desempeño del gobierno y las críticas que recibe, la repuesta casi siempre está acompañada de reflexiones sobre lo que dicen las encuestas.
Para Fox, ex presidente de la filial de México y América Central de la transnacional estadounidense Coca-Cola, casi todo va bien, pues en la mayoría de encuestas recibe una calificación superior a seis sobre 10.
Esa calificación, aunque menor al 7,5 registrado al inicio de su gestión, sigue siendo buena, según dice.
El «círculo verde», como el mandatario llama a la opinión de las mayorías, es el que al final importa, afirmó Fox. El «círculo rojo», construido por los puntos de vista de analistas y políticos, no le favorece, pero eso preocupa menos, reconoció.
«Fiel a su pasado empresarial, Fox gobierna pensando que los ciudadanos son clientes y el país una compañía. El mandatario se equivoca al pensar que popularidad es igual a gobernabilidad», sostiene el analista político Alfonso Zárate.
Al cumplirse el primer año de gobierno de Fox, la pobreza, que afecta a más de la mitad de los 100 millones de mexicanos, se mantiene, y la economía, que el mandatario prometió llevar a un crecimiento promedio de siete por ciento anual, cerrará este año con una contracción.
El 20 por ciento más pobre de la población concentra 3,8 por ciento del ingreso, mientras el 20 por ciento más rico recibe 55,3 por ciento.
El presidente atribuye el retraso en cumplir sus promesas de crecimiento del producto interno bruto y la lucha contra la pobreza a un entorno económico internacional desfavorable, agravado por los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, el primer socio comercial de México.
Ya viene el despegue, está cercano, repite periódicamente.
Pero sus opositores del PRI y del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, que juntos constituyen la mayoría del Congreso legislativo, atribuyen el incumplimiento de las promesas a la incapacidad de Fox para gobernar y a su falta de proyecto económico.
El conservador Partido Acción Nacional, al que pertenece el presidente, tampoco se muestra satisfecho. La falta de experiencia y de acuerdos entre fuerzas políticas fueron los principales problemas del primer año de gobierno, señaló el presidente de ese partido, Luis Felipe Bravo.
En lo fundamental, Fox no cambió la ortodoxia económica y las políticas de ajuste de sus predecesores, aunque sí las acompañó de proyectos de financiamiento de microempresas, apoyo a campesinos y becas a estudiantes, que no han logrado las dimensiones prometidas.
Pero a pesar de sus faltas, el mandatario no ha cambiado su discurso optimista y lleno de promesas con que llegó al poder.
Fox inauguró su gestión, en un festivo ambiente y gozando de gran popularidad, ocupándose del conflicto con la guerrilla zapatista del meridional estado de Chiapas.
El presidente, que como candidato prometió solucionar el conflicto en 15 minutos, cedió rápidamente a varias de las demandas de los rebeldes, que permanecen en zonas selváticas y sin combatir desde 1994 y mantienen silencios prolongados tras la suspensión de las negociaciones de paz en 1996.
El problema de los guerrilleros indígenas, que despiertan simpatía en gran parte del mundo, proyectó la imagen de Fox en el exterior, donde recibió aplausos, pero el conflicto no se resolvió.
Empezar con Chiapas demostró que la verdadera intención de Fox era consolidar su imagen, su producto, pero fracasó en lo que se refiere a la sustancia de la política, los consensos y el cambio profundo, apuntó la analista Denise Dreesser.
«Apóstol de envoltorio, el presidente se para frente al espejo (…). La suya es una política de aparador, de escaparate, de forma sin fondo», opinó Dreesser.
En su primer año de gobierno, Fox visitó 25 países y logró la inclusión de México en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
No obstante, en casi todas sus salidas al exterior, las noticias que más destacaron fueron sus ocurrencias, las fotos con su esposa, las anécdotas con sus hijos y sus frecuentes errores, como haber nombrado, ante la Real Academia de la Lengua Española, al escritor argentino Jorge Luis Borges como José Luis Borgues.
En el frente político interno, el mandatario no alcanzó el consenso que prometió construir con sus opositores, lo que mantiene paralizadas en el Congreso sus iniciativas legales, mientras el equipo de gobierno ha desnudado contradicciones.
En lo que sí hay cambios claros es en el perfil de la presidencia, que transitó de un uso casi imperial del poder en la era del PRI a la contención, y de las formalidades a un cúmulo de anécdotas y a un estilo relajado y bromista. Además, terminaron todas las censuras directas o veladas a la prensa.
Fox es considerado el líder político «más sexy» del mundo, según la revista People, y su desempeño y el de Martha Sahagún, quien pasó de ser su jefa de prensa a esposa, ocupan titulares en revistas de espectáculos y belleza como Hola, Vanidades, Quien y Actual.
El mandatario acusó a los analistas y a los medios de comunicación de destacar las anécdotas de su gobierno y no sus logros. En ese sentido, advirtió que hay intereses para derrocarlo, pero que nadie lo logrará.
Según afirma, las mayorías lo siguen apoyando, como indican las encuestas, y eso es lo que vale la pena.
Ortiz sostuvo que las mediciones de la popularidad de Fox realizadas por su equipo cada semana demuestran que el gobierno está haciendo bien su tarea y que su estilo gusta a la ciudadanía.
Aunque reconoció una caída en las calificaciones, Ortiz afirmó que pronto mejorarán.
Los expertos en encuestas sostuvieron que aunque las mediciones aún se pueden considerar positivas, de aquí en adelante ya no dependerán exclusivamente de la estrategia de imagen y publicidad del gobierno, sino de que los ciudadanos sientan en los hechos que su situación mejora. (FIN/IPS/dc/mj/ip/01