Siria advirtió a Estados Unidos que los países árabes se retirarán de la campaña internacional contra el terrorismo si la ofensiva comenzada en Afganistán se vuelve contra Iraq.
Un ataque en forma contra Iraq asestaría un golpe «fatal» al consenso internacional logrado por Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre en su territorio, dijo esta semana el ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Farouk al Sharaa, tras conversar en Beirut con el presidente de Líbano, Emil Lahoud.
«Ninguna amenaza a un país árabe será tolerada. Un ataque contra un país árabe crearía una cadena interminable de problemas. Cualquier daño a un país árabe sería un error fatal», advirtió Lahoud.
Siria integró la coalición liderada por Estados Unidos que obligó a Iraq a retirarse de Kuwait en 1991.
Declaraciones del presidente estadounidense George W. Bush fueron interpretadas como señal de que Washington considera volver sus cañones contra Iraq, un país sometido desde 1990 a sanciones de la ONU que le impiden comerciar con el resto del mundo.
Bush anunció que la siguiente fase del operativo «Libertad Duradera» tendrá de blanco a países productores de armas de destrucción masiva, y dijo que Iraq y Corea del Norte deben demostrar que están limpios de ese armamento.
También advirtió al gobierno iraquí que debe permitir el ingreso de los inspectores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para comprobar que no está fabricando armas de destrucción masiva, o enfrentarse a consecuencias que no especificó.
Pero Bagdad respondió que no se amedrentará ante Washington, alimentando el fantasma de una crisis que causaría el fin de la solidaridad y del respaldo árabe a Estados Undios tras los ataques de septiembre.
Siria figura en la lista del Departamento de Estado estadounidense de países que presuntamente respaldan el terrorismo, aunque no fue mencionada en la advertencia de Bush.
«Washington cometerá un error si planifica atacar a Iraq. Todos los países árabes se opondrían a esa decisión», aseguró a IPS Fayez Sayegh, director de los canales estatales de radio y televisión de Siria.
«Iraq está preparado para defenderse. No nos aterrorizaremos», afirmó el vicepresidente iraquí Taha Yassin Ramadan.
El gobierno iraquí se negó a permitir la inspección de la ONU en momentos en que el Consejo de Seguridad discute una resolución para renovar el programa «petróleo por alimentos», que le permite exportar un volumen determinado de crudo.
Así mismo, Estados Unidos y Gran Bretaña presentaron propuestas que autorizarían el ingreso a Iraq de algunos productos a cambio del aumento del control de armas.
Los dos países han impuesto áreas de exclusión de vuelos en el norte y el sur de Iraq, dos zonas que patrullan permanentemente con aviones de guerra.
El embargo económico contra Iraq ha sido criticado por los daños causados a la población. El actual programa petróleo por alimentos expiró este viernes.
El secretario de la Liga Arabe, Amr Mousa, se hizo eco en El Cairo del punto de vista del canciller sirio Sharaa. «Cualquier ataque a un país árabe significará el fin de la participación árabe en la coalición contra el terrorismo», afirmó el martes Musa en la sede de la Liga.
Los gobernantes árabes han dicho que se oponen a la extensión de la campaña de Estados Unidos, que hasta ahora se concentra en el esfuerzo por desplazar del poder en Afganistán al movimiento fundamentalista Talibán y por capturar al saudita Osama bin Laden, a quien Washington acusa de los atentados de septiembre.
Egipto y Jordania, dos importantes aliados de Estados Unidos, temen que un ataque de Washington a Iraq agrave el conflicto de Medio Oriente, cuya intensidad creció con la segunda intifada (levantamiento) palestino, estallada en septiembre de 2000.
La débil argamasa de la coalición internacional creada por Estados Unidos se hizo palmaria cuando los socios de Bush reaccionaron contra la posibilidad de que Iraq sea atacado.
Gran Bretaña, el principal aliado de Estados Unidos en la campaña contra Afganistán, señaló que ninguna evidencia vincula a Iraq con la red terrorista Al Qaeda (La Base), de Bin Laden.
Otros aliados clave, como Francia y Alemania, afirmaron que no se justifcaría el ataque contra otros países.
Ningún miembro del gobierno estadounidense ha asegurado hasta ahora que haya relaciones entre Bin Laden y el presidente iraquí Saddam Hussein. Pero algunos «halcones» de la actual y de anteriores administraciones republicanas presionan por volver las armas contra Iraq.
El secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, y su viceministro, Paul Wolfowitz, son partidarios de atacar a Saddam Hussein, a quien George Bush, padre del actual mandatario y presidente durante la guerra del Golfo, optó por dejar en el poder.
Según diplomáticos occidentales, Rumsfeld y Wolfowitz se proponen terminar esta vez con Saddam Hussein. «En el largo plazo, algunos consideran a Saddam más peligroso que Bin Laden, y una amenaza mucho mayor a los intereses estadounidenses», dijo un diplomático que pidió el anonimato.
No obstante, autoridades de Estados Unidos admiten que Saddam, pese a todos los pecados que le atribuyen, no está involucrado en operaciones terroristas desde hace años y que no hay elementos para vincularlo con los hechos del 11 de septiembre.
El 16 de octubre, Saddam Hussein criticó a los líderes árabes por no oponerse a la campaña de Estados Unidos en Afganistán, y el diario Babil, del hijo mayor del presidente iraquí, Odai, elogió a Bin Laden. (FIN/IPS/tra-en/gb/sm/lp/ip/01