INDONESIA: Graves efectos de inundaciones

Familias de agricultores de Indonesia retornaron a sus hogares el fin de semana cuando las aguas comenzaron a volver a su cauce en varias áreas inundadas del país, y encontraron un panorama desolador.

Las viviendas de esas personas fueron dañadas, sus cultivos de arroz se perdieron, y sus reservas de ese grano se estropearon.

«Teníamos 28 sacos de arroz descascarado que se pudrió. No nos queda nada para los próximos seis meses», dijo a IPS Sutiyah, de 34 años de edad, agricultora de la aldea de Sidobunder, en la región de Kebumen, uno de las principales productoras de arroz de la provincia de Java Central.

Sólo en Kebumen, donde 85 por ciento de la población cultiva arroz, grandes lluvias en las últimas dos semanas causaron inundaciones en por lo menos 22 distritos, que devastaron miles de hectáreas de arrozales.

Lo peor fue que esas inundaciones se produjeron poco después de la última cosecha, y estropearon el arroz que había sido almacenado.

Sujiwo, un agricultor de 62 años de edad, perdió 18 sacos de arroz, además de su televisor, tres cabras y otras propiedades.

«El resultado de nuestro duro trabajo durante meses se perdió», dijo a IPS.

Los agricultores damnificados en Kebumen fueron unos 6.000, «todos cultivadores de arroz, cada uno de ellos con una o dos hectáreas, quienes ahora deberán mendigar», según Rustriningsih, la funcionaria que encabeza las autoridades locales.

Kebumen fue la región más afectada por las inundaciones en Java Central, y el nivel de las aguas se elevó de 75 a 115 centímetros sobre los suelos.

El desastre natural afectó a otras áreas de las islas de Java, Sumatra, la mayoría de ellas dedicadas al cultivo de arroz, y de la isla de Kalimantan.

En Langkat, al norte de Sumatra, las inundaciones destruyeron 26 hectáreas de cultivos ictícolas, 1.915 hectáreas dedicadas a la agricultura, 60 kilómetros de caminos, dos puentes, 181 escuelas, dos represas y seis centros de salud pública, según las autoridades.

En Jambi, Sumatra, resultaron anegadas unas 1.500 hectáreas de arrozales, y el gobernador Zulkifli Nurdin calcula que el valor de las pérdidas es 1,1 millones de dólares.

«Temo que haya escasez de alimentos», dijo a IPS Nurhadi, de 54 años de edad y residente en Kalimantan.

La gubernamental Oficina Central de Estadísticas había previsto antes de las inundaciones que la producción de arroz descendería este año, con poco más de 50 millones de toneladas, tras llegar a casi 52 millones en 2000.

El cumplimiento de esa predicción habría implicado un déficit de más de dos millones de toneladas en relación con la demanda anual. El efecto de las inundaciones agravará la situación alimentaria, y obligará a realizar más importaciones.

Sin embargo, las autoridades piensan que el peor peligro de crisis alimentaria no se relaciona con la pérdida de cosechas, sino con el descenso de los ingresos de agricultores.

Unas 160.000 familias en la región meridional de Sulawesi son amenazadas en la actualidad por el hambre, pese a que tuvieron un excedente de producción de arroz, y lo mismo ocurre en la provincia de Kalimantan Central, señalaron.

«El poder de compra de esas personas es muy bajo, y los funcionarios del gobierno que compran arroz no llegan a ponerse en contacto con ellas», explicó Posman Sibuea, experto agrícola de la Universidad Unika de Santo Tomás.

«Debemos estar preparados para una nueva crisis alimentaria», afirmó Busman Simanjuntak, analista de cuestiones agrícolas.

El director de la gubernamental Oficina de Meteorología y Geofísica, Paulus Agus Winarno, señaló que las lluvias continuarán hasta comienzos del año próximo, y que en algunas áreas las mayores precipitaciones monzónicas se producen en febrero o marzo.

Indonesia es desde 1997 uno de los 88 Países con Bajo Ingreso de Alimentos categorizados por la Organización para la Agricultura y la Alimentación, y millones de niñas y niños del país sufren desnutrición.

El arroz es el principal alimento de la población, pero muchos agricultores han abandonado el cultivo de ese grano debido a su bajo precio en los mercados.

Muchos terrenos que eran usados para la agricultura se emplean en la actualidad para la construcción de viviendas o para actividades industriales, y el país se ha transformado en importador habitual de arroz.

También se importa azúcar, soja y maíz, en cantidades crecientes cada año, y los ingresos de la población no se han acompasado con el aumento de precios de bienes básicos.

Eso «perpetúa la crisis alimentaria, y todos pagamos el precio: conflictos sociales prolongados, inestabilidad política y penurias económicas», comentó Sibuea. (FIN/IPS/tra-eng/ky/ral/mp/dv/01

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