«Unidos para construir el mañana», lema de la XI Cumbre Iberoamericana que se celebrará en la capital de Perú este viernes y sábado, no refleja la tensión mundial causada por los atentados contra Estados Unidos y la guerra en Afganistán, que, sin embargo, figuran en la agenda de la cita.
Además de la Declaración de Lima, documento final de la cumbre que registrará el avance de la integración política y de la cooperación dentro del bloque de 21 países, los jefes de Estado y de gobierno firmarán una declaración política extraordinaria sobre terrorismo y seguridad internacional.
Se prevé que las deliberaciones sobre terrorismo ocuparán la mayor parte de las cuatro horas de reunión que mantendrán los mandatarios iberoamericanos este sábado, sin siquiera la presencia de cancilleres ni de asesores.
Una segunda declaración política especial, propuesta por Perú, se referirá al comercio internacional, informaron fuentes del país anfitrión.
Así mismo, la Declaración de Lima destacará nuevamente el compromiso con el respeto de los derechos humanos, con la transparencia electoral y con el respeto de los sistemas institucionales.
A la reunión están citados los jefes de Estado y de gobierno de América Latina, España y Portugal, que reúnen una población conjunta de casi 700 millones de personas y que, sobre la base de su afinidad cultural y de su raíz histórica común, tienden a constituirse en un bloque geopolítico.
Se ha confirmado la asistencia del rey Juan Carlos de España y del jefe del gobierno de ese país, José María Aznar, así como la de los presidentes Alejandro Toledo, el anfitrión, Fernando de la Rúa, de Argentina, Jorge Quiroga, de Bolivia, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica.
También anunciaron su participación en la cumbre los presidentes Gustavo Noboa, de Ecuador, Alfonso Portillo, de Guatemala, Vicente Fox, de México, Alfonso Alemán, de Nicaragua, Luis González Macchi, de Paraguay, Rafael Hipólito Mejía, de República Dominicana, y Hugo Chávez, de Venezuela.
Fuentes vinculadas con la organización informaron el martes que se aguardaba aún la confirmación oficial de la presencia de los presidentes Andrés Pastrana, de Colombia, Ricardo Lagos, de Chile, Fidel Castro, de Cuba, Francisco Flores, de El Salvador, Carlos Flores, de Honduras, y Jorge Sampaio, de Portugal.
Este miércoles, el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, canceló su asistencia a la cita.
La primera Cumbre Iberoamericana se realizó en Guadalajara, México, en julio de 1991, y su declaración final comprometió a los 21 países a construir una Comunidad Iberoamericana basada sobre la adopción de compromisos políticos consensuados en materia internacional y de cooperación para el desarrollo.
La Declaración de Guadalajara incluyó el compromiso de procurar el desarrollo económico y social de los pueblos iberoamericanos en el marco de la plena vigencia de los derechos humanos, la ampliación de la democracia y el fortalecimiento de los sistemas institucionales.
En la segunda cumbre, en Madrid, en julio de 1992, se enfatizó en la búsqueda de una «cultura de cooperación» en la naciente comunidad iberoamericana, en tanto que en la tercera, en Salvador de Bahía, Brasil, en 1993, el eje de los acuerdos fue la consolidación de la democracia basada sobre los derechos humanos.
Los temas económicos predominaron en la cuarta cumbre, celebrada en 1994 en Cartagena de Indias, Colombia, que comenzó a abordar el proceso de globalización y el comercio internacional.
En la quinta cumbre, en 1995 en Bariloche, Argentina, los mandatarios consideraron la educación como factor esencial del desarrollo, y la sexta, en 1996 en Santiago y en Viña del Mar, Chile, se concentró en promover la gobernabilidad como resultado del desarrollo político democrático y participativo.
En 1997, en Isla Margarita, Venezuela, los mandatarios reunidos en la séptima Cumbre Iberoamericana abordaron los valores éticos de la democracia como factor fundamental en el desarrollo social y político, incluyendo el papel de los partidos y la transparencia de los procesos electorales.
La octava cumbre, en 1998 en Oporto, Portugal, consideró los desafíos de la globalización y de la integración regional y expresó la satisfacción de los gobernantes asistentes por el avance de los mecanismos de cooperación aprobados en las reuniones anteriores.
El gobierno cubano obtuvo un triunfo en la novena cumbre, realizada en La Habana en 1999, que reafirmó en su declaración final los principios de respeto a la soberanía, no intervención y autodeterminación de los pueblos y condenó la apelación a la fuerza o a las amenazas en controversias entre naciones.
La Declaración de la Habana recoge también el compromiso de los gobiernos de los 21 países iberoamericanos con el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la promoción del pluralismo político y las garantías del estado de derecho.
En la décima cumbre, realizada en noviembre de 2000 en Panamá, los mandatarios iberoamericanos destacaron la importancia de la atención a la niñez y a la adolescencia y la adopción de políticas y programas que aseguren el respeto de los derechos, el bienestar y el desarrollo integral de los menores.
La Cumbre Iberoamericana de Panamá fue singular, entre otras razones, por la inasistencia del presidente de Perú, Alberto Fujimori, quien aprovechó el permiso concedido por el parlamento de su país para asistir a la reunión y se fugó a Japón.
Fujimori fue destituido por el Congreso legislativo peruano poco después, por su participación en una red de corrupción.
«Fue una circunstancia bochornosa para Perú. Los asistentes se enteraron de que uno de los invitados se había convertido en un fugitivo de la justicia y que huyó antes de ser destituido por incapacidad moral», comentó el canciller peruano Diego García Sayan.
Pero la Declaración de Panamá fijó Lima como sede de la siguiente Cumbre Iberoamericana, a iniciativa del propio Fujimori, quien pretendía obtener así un espaldarazo internacional ante su cuestionada reelección a un tercer periodo presidencial consecutivo. (FIN/IPS/al/mj/ip/01
