CUBA: En busca de asegurar transparencia biotecnológica

Las autoridades de Cuba, destacada en el desarrollo de la biotecnología, buscan perfeccionar su sistema legal para protegerse de riesgos biológicos y asegurar la transparencia en el uso de esa tecnología de punta, según expertos.

«Aquí no hay nada secreto», aseguró a IPS José Rodríguez Dueñas, director del Centro Nacional de Seguridad Biológica, institución creada en 1996 por el ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Rodríguez Dueñas rechazó de manera tajante versiones procedentes de Estados Unidos sobre el eventual uso cubano con fines ofensivos del desarrollo biotecnológico y en la industria farmacéutica, sector al que se destina importantes recursos económicos y humanos.

«Nuestra filosofía no es agresiva y somos muy celosos del cumplimiento de los acuerdos internacionales, que aceptan la manipulación de los microorganismos o agentes biológicos con fines profilácticos y pacíficos», afirmó.

En cambio, aseguró que su país ha sido blanco del ataque de plagas y enfermedades, que causaron daños considerables en la salud humana y en la economía.

El gobierno de Fidel Castro ha denunciado en varias oportunidades que la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, introdujo entre 1979 y 1981 «cuatro destructivas plagas, que afectaron a personas y cultivos».

En ese marco, sólo el dengue hemorrágico afectó a 200.000 personas en las cuatro primeras semanas, 158 de las cuales murieron, entre ellas 101 niños.

Por otra parte, Castro admitió a comienzos de este mes que en Cuba se habían detectado entre el 15 y el 31 de octubre 116 sobres sin remitente con «polvitos y cosas extrañas», sospechosas de contener esporas de ántrax.

Las autoridades informaron que 24 de esos sobres aún están siendo analizados, mientras que en el resto se descartó la presencia de agentes biológicos.

«Aun cuando una bacteria fuese introducida, no habría producido pánico, pues todo el mundo sabría qué hacer», dijo Castro, destinatario de 25 de esas cartas.

Dos de las misivas sospechosas eran dirigidas a Estados Unidos, donde existe una gran inquietud ante un posible ataque bacteriológico luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

Según el mandatario, sería «muy difícil» que de «Cuba salga una carta con virus o bacterias patógenas para otro país».

A su vez, Rodríguez defendió la transparencia de la actividad científica cubana en el uso de tecnologías de punta, que ha permitido a este país descubrir y fabricar vacunas y medicamentos, que en algunos casos son únicos en el mundo.

Cuba, entre otros méritos, logró un antídoto contra la mortal meningitis tipo B, que próximamente podría llegar al mercado europeo e inclusive al de Estados Unidos, en virtud del convenio alcanzado con la empresa anglo-estadounidense Smith Kline Beecham Pharmaceuticals.

«Obligatoriamente, tenemos que prepararnos contra enfermedades que van apareciendo, y ese es el principal objetivo de nuestros científicos», comentó Rodríguez.

El Centro Nacional de Seguridad Biológica es el encargado de regular todo lo concerniente a la manipulación y uso de los organismos biológicos, de cara al desarrollo logrado por el país en la materia.

Entre sus funciones, figura además la organización y cumplimiento de los compromisos asumidos por Cuba en tratados internacionales sobre bioseguridad, como la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas.

La Convención, suscripta por 143 países, prohíbe la fabricación y uso de medios biológicos con fines ofensivos, considerados como armas de destrucción masiva, al igual que las químicas y las nucleares.

En la actualidad se llevan a cabo negociaciones para reforzar ese tratado, vigente desde 1972, con un protocolo adicional que introduciría procedimientos de verificación.

Cuba ratificó en 1976 la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas y también forma parte del convenio sobre la Diversidad Biológica del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, adoptado en 1992 por 105 países.

Además, suscribió en 1992 el Protocolo de Cartagena, que establece medidas para asegurar un uso adecuado y sin riesgos para el ambiente y la salud humana de la biotecnología moderna.

Ese protocolo, que se espera sea ratificado antes de enero del año próximo por los países firmantes, regula el uso, movilización y comercio de los organismos genéticamente modificados, en especial los alimentos.

Cuba también ha progresado en el campo de los transgénicos, aunque sus productos se encuentran aún en fase de experimentación y no es posible encontrarlos en el mercado. «Todo lo relacionado con la transgénesis se evalúa paso por paso», aseguró Rodríguez.

En su opinión, la manipulación genética llegó a América Latina sin evaluación de riesgo, ni criterios de seguridad, lo cual intenta corregir el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena.

«Ese es un instrumento para dar seguridad y garantía al movimiento tranfronterizo de organismos vivos modificados resultantes de esas tecnologías», aclaró el experto.

En el orden interno, cuatro cuerpos legislativos, encabezados por el decreto ley 190, ordenan, regulan y dan un marco jurídico al quehacer científico desde el punto de vista de la seguridad biológica.

El sistema se perfeccionará con otros mecanismos, actualmente en estudio, relacionados con al inspección, construcción de instalaciones con riesgo de esa naturaleza y el control de los microorganismos. (FIN/IPS/pg/dm/cs en/01

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