La Iglesia Católica y la masonería protagonizan en Chile una dura polémica acerca del divorcio, el aborto y los métodos anticonceptivos, de cara a las elecciones legislativas del 16 de diciembre.
Jorge Carvajal, gran maestro de la masonería chilena calificó este martes de «avasalladora» la forma en que la jerarquía católica respondió a una declaración publicada el domingo en la prensa por la Gran Logia de Chile.
El presidente Ricardo Lagos optó por mantenerse a distancia de la polémica. «Esto forma parte del debate democrático (y) en tanto se haga con respeto, creo que esto enriquece al país», opinó el mandatario socialista.
En su pronunciamiento, los masones sostuvieron que existe un «intervencionismo abierto» de sectores eclesiásticos ante los próximos comicios parlamentarios, que excede «la presión religiosa en el desarrollo legislativo (que) ha existido siempre» en Chile.
La masonería criticó «el llamado a los católicos para que no voten, en las próximas elecciones generales de parlamentarios, por aquellos candidatos que están a favor del aborto, del divorcio o de la llamada píldora del día después».
Ese tipo de exhortaciones «excede con mucho los límites morales de cualquier credo religioso, ya que se pretende imponer una estimación valórica particular a todo el país», agregó la declaración suscrita por Carvajal.
En las elecciones del 16 de diciembre se renovarán los 120 escaños de la Cámara de Diputados y 18 de los 38 puestos del Senado elegidos por votación popular, sin considerar a nueve senadores designados y a dos vitalicios.
La centroizquierdista Concertación por la Democracia, que gobierna el país desde el restablecimiento de la democracia en 1990, perderá posiciones en estos comicios en favor de la Alianza por Chile, el pacto de los dos grandes partidos de la derecha opositora, según diversas encuestas.
Los llamados «temas valóricos» son los que marcan mayor distancia entre los dos bloques, cuyas posiciones en materia económica y social, así como en política exterior, difieren en matices, sin comprometer el modelo de desarrollo heredado de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
La figura del ex dictador, que gravitó en la política chilena hasta las elecciones presidenciales de enero de 2000, está ahora en un segundo plano, desde que los tribunales cerraron en julio un juicio contra el anciano general, amparado por su supuesta demencia senil.
Pese a que continúa sin esclarecimiento la suerte de un millar de desaparecidos durante el régimen de Pinochet, los derechos humanos tendrán en estas elecciones legislativas una repercusión muy inferior a la del pasado.
En cambio, los comicios parlamentarios se acercan mientras se debate en el Congreso legislativo una ley para implantar el divorcio en Chile, único país del llamado mundo occidental, junto al pequeño estado de Malta, que carece de esta forma de disolución del vínculo matrimonial.
Las campañas de grupos conservadores antiabortistas para que se prohíba en Chile la comercialización del anticonceptivo denominado «píldora del día después» es otro factor de polémica que se proyecta sobre las elecciones.
El cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago y primado de la Iglesia católica chilena, apoya a esos grupos, que impugnan la píldora por sus supuestos efectos abortivos, y del mismo modo se opone a la instauración del divorcio.
Errázuriz y otros obispos conservadores dieron un implícito respaldo al cardenal Jorge Medina, hombre cercano al papa Juan Pablo II en el Vaticano, cuando éste llamó en septiembre a no votar en las legislativas por los candidatos «que apoyen el divorcio, el aborto y la píldora del día después».
El sector progresista de la jerarquía católica, disminuido desde la década del 80 por sucesivas designaciones de obispos desde Roma, no se pronunció como cuerpo ante los dichos de Medina, aunque algunos obispos marcaron discretamente su discrepancia con su llamado.
En su declaración, la Gran Logia Masónica abogó en favor de la píldora del día después, recordando que en Chile se realizan unos 150.000 abortos clandestinos al año.
Los masones compararon el rechazo de la jerarquía eclesiástica a la píldora con la prohibición que el papa León XIII, cuyo potificado transcurrió entre entre 1878 y 1903, hizo a los católicos de vacunarse contra la viruela.
«La viruela es un juicio de Dios. La vacunación es un desafío dirigido al cielo», dijo León XIII.
«Con la misma autoridad, los integristas modernos pueden decir, entonces, que el divorcio, el aborto regulado y el uso de la píldora del día después es 'un desafío dirigido al cielo'», señaló la declaración.
«En general temo de quienes acusan de fundamentalistas a los que piensan de una manera diferente. Es mejor optar por la tolerancia si buscamos el bien de la sociedad», comentó el cardenal Errázuriz en su réplica a la masonería.
El prelado agregó que la declaración de la Gran Logia «crea una dificultad» en las relaciones entre la Iglesia Católica y la masonería.
El sacerdote Joaquin Alliende, asesor de la Conferencia Episcopal, lamentó el «indigno» trato de la masonería a los católicos.
Alliende resaltó la espiritualidad de la Iglesia Católica, su servicio abierto «sin distinción de convicciones religiosas y políticas» y su compromiso con los derechos humanos, del cual «se beneficiaron numerosos miembros de la masonería cuando otras instituciones no los protegían».
«Cuando muchos de las masones callaron, los obispos chilenos se estaban jugando la vida», subrayó el sacerdote, aludiendo a la represión bajo la dictadura del general Pinochet.
Carvajal comentó este martes que la réplica de la jerarquía eclesiástica fue «avasalladora» y advirtió que la Masonería ya había adelantado sus juicios hace varias semanas en una conferencia de prensa que no fue difundida por los medios chilenos.
La Masonería no posee ni canales de televisión ni radioemisoras como la Iglesia Católica, por lo cual debió difundir su posición mediante un aviso pagado en la prensa y publicado este domingo en la prensa, explicó el gran maestro.
La masonería cumplirá 140 años de existencia institucional en Chile en 2002. Entre sus miembros más destacados figuran los próceres de la Independencia Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera, y el presidente Salvador Allende, derrocado en 1973.
En este país hay 108 logias masónicas y unos 45.000 masones activos.
Setenta por ciento de los 15,5 millones de chilenos son católicos, según datos censales, aunque los practicantes representan entre 35 y 40 por ciento de la población.
De acuerdo a encuestas de opinión, más de 70 por ciento de los católicos son partidarios de una ley de divorcio y cerca de 50 por ciento estiman que se debe autorizar la venta de la píldora del día después. (FIN/IPS/ggr/mj/cr ip/01