El incumplimiento de una orden de destrucción de cultivos transgénicos dictada por el gobierno de India expone la incapacidad del país para enfrentar el embate de organismos transgénicos, advirtieron activistas.
El Comité de Aprobación de Ingeniería Genética (GEAC) del Ministerio de Ambiente y Bosques ordenó sin éxito hace un mes la destrucción de 4.000 hectáreas de cultivos de algodón transgénico Bt en el occidental estado de Gujarat.
El GEAC envió dos funcionarios a Gujarat la semana pasada, para señalar al gobierno local la urgencia de requisar el algodón, gran parte del cual ya fue cosechado y vendido, y destruir todas las semillas.
«Debemos lograr que los funcionarios de Gujarat se aseguren de recuperar todo el algodón del campo y del mercado», dijo A. M. Gokhale, presidente del GEAC.
La tardía reacción equivale a cerrar el establo después que escapó el caballo, afirmaron ambientalistas para quienes las semillas transgénicas están en el país desde hace varios años.
«El gobierno carece de capacidad para controlar la plantación de organismos genéticamente modificados (OGM)», dijo la activista en seguridad alimentaria Vandana Shiva.
El algodón Bt, cuyo uso no está autorizado en India, fue plantado por más de 500 agricultores que compraron las semillas a la pequeña empresa Navbharat Seeds.
No fueron las autoridades quienes descubrieron la plantación ilegal, sino la firma Mahyco, subsidiaria de la gigante estadounidense Monsanto, propietaria de la patente del Bt.
Los organismos transgénicos se obtienen en laboratorio mediante la introducción de genes de otras especies, con el fin de mejorar sus características o hacerlos resistentes a plagas o condiciones climáticas adversas.
El gen Bt, extraído de una bacteria del suelo, contiene toxinas que matan al gusano de las cápsulas, plaga de los cultivos de algodón. Las semillas Bt son, por tanto, resistentes a esta plaga y permiten a los agricultores reducir el uso de plaguicidas químicos.
Pero aún no hay certidumbre científica concluyente acerca de los efectos de los transgénicos en la salud y el ambiente.
Mientras Mahyco-Monsanto reclama acciones legales contra al empresa Navbharat y su propietario, D. B. Desai, los ecologistas sostienen que las semillas podrían proceder de pruebas de campo no autorizadas que Monsanto llevó a cabo en India en 1998.
Luego de concluidas, los plantadores del meridional estado de Karnataka incendiaron los campos donde se efectuaron, ante el riesgo de que la polinización cruzada generara una contaminación genética.
De hecho, aquellas pruebas con Bt se llevaron a cabo en total secreto, pero con el respaldo del gubernamental Departamento de Biotecnología, que actuó ignorando al Ministerio de Ambiente.
El biólogo molecular y activista Pushpa Bhargava vinculó aquellos hechos con una serie de extraños suicidos de cultivadores de algodón, ocurridos a fines de los años 90.
De acuerdo al científico, en India no existen laboratorios independientes que puedan realizar pruebas para detectar la presencia de transgénicos.
Funcionarios del Departamento de Biotecnología admitieron que se necesitarían millones de dólares para dotar a los laboratorios estatales de capacidad para controlar estos organismos.
En un país donde las leyes no se cumplen y los cultivos transgénicos son robados por pequeñas empresas, algunos alimentan temores sobre usos peligrosos de la ingeniería biológica.
Shiva denunció ante la justicia violaciones a las normas sobre bioseguridad en la autorización de experimentos de campo con organismos transgénicos. El caso está a estudio de la Suprema Corte.
El GEAC denegó en junio la solicitud de comercialización del Bt presentada por la empresa Mahyco y le requirió la puesta en marcha de nuevas pruebas de campo para verificar su seguridad, respondiendo a la presión del movimiento ecologista.
Muchos estiman que la decisión es apenas un aplazamiento y que la firma obtendrá el permiso. Los activistas sospechan inclusive sobre el verdadero origen del algodón plantado en Gujarat.
Es imposible que una empresa del tamaño de Navbharat Seed obtenga tantas semillas sin el respaldo y la connivencia de una parte interesada, afirmó Shiva.
El algodón Bt es vendido por Monsanto en siete países: Argentina, Australia, Estados Unidos, China, Indonesia, México y Sudáfrica. En cambio, su ingreso no está permitido en la Unión Europea, la cual dispuso una suspensión de tres años a la introducción de cultivos transgénicos.
Los plantadores de algodón son empujados por los fabricantes de plaguicidas a usar sustancias cada vez más potentes y ahora a adoptar la ingeniería genética, sostuvo el experto Devinder Sharma.
«Se pasa por alto que existe una variedad de predadores naturales en los campos de algodón, que se alimentan del gusano de las cápsulas y que son liquidados por técnicas de cultivo insostenibles», sostuvo.
Sharma apuntó el ejemplo de los agricultores chinos, quienes adoptaron decididamente el algodón Bt y ahora han vuelto a utilizar plaguicidas para enfrentar a una tercera y cuarta generación de gusanos que desarrollaron inmunidad a la toxina Bt.
«Pronto (los plantadores) deberán apelar a los genes de escorpiones y serpientes en un ciclo de venenos biológicos que será más peligroso que el círculo químico del que ya son víctimas», aseguró. (FIN/IPS/tra-eng/rjr/js/dc/en dv/01