AFGANISTAN: Problemas para Pakistán, alegrías para India

India tiene razones para celebrar la victoria de su aliada Alianza del Norte en Afganistán y la huida del movimiento Talibán de Kabul, y la más importante es el aislamiento regional de Pakistán, su enemigo histórico.

La meridional ciudad de Kandahar era este viernes el último reducto urbano importante del movimiento fundamentalista Talibán en Afganistán, replegado ante la ofensiva que la Alianza del Norte lanzó en la última semana con el respaldo de los bombardeos de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Algunos jefes de la mayoritaria etnia patán (pashtun) combatían en Kandahar al Talibán.

La coyuntura favorece así mismo a Rusia, que brindó apoyo militar a la Alianza del Norte. Por otra parte, las naciones de Asia central tienen vínculos étnicos con los grupos tadjikos y uzbekos que, junto a la etnia hazara, respaldada por Irán, constituyen el grueso de la Alianza del Norte.

En este panorama, Pakistán es el único estado que propugna la inclusión de lo que califica «sectores moderados del Talibán» y de la etnia patán en un futuro gobierno.

El presidente Pervez Musharraf sugirió que un contingente de paz formado por efectivos de países musulmanes tome el control de Kabul hasta la instalación de las nuevas autoridades.

«No hay necesidad de una fuerza de paz islámica. Sospechamos de todo lo que sugiera Musharraf», replicó el embajador de la Alianza del Norte en India, Masoud Khalili, en una entrevista publicada este viernes por el diario Asian Age.

Khalili se manifestó contrario al despliegue de cualquier fuerza de paz y subrayó que su líder Burhanuddin Rabbani goza de suficiente legitimidad y es reconocido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como único presidente de Afganistán.

Rabbani, derrocado en 1996 por el Talibán, descartó así mismo cualquier participación de ese movimiento islámico en un futuro gobierno.

Pakistán no puede jugar ningún papel en Afganistán, pues sus servicios de inteligencia son los responsables de la creación del Talibán y del caos actual, dijo Khalili. «No hemos llegado tan lejos para entregar de nuevo el país a Pakistán», agregó.

El diplomático sostuvo que los levantamientos contra el Talibán se multiplicarán en el sur del país, porque a los afganos nunca les gustaron los pakistaníes y otros extranjeros que éstos llevaron a Afganistán, que son ahora linchados por los partidarios de la Alianza del Norte.

Pero el Consejo de Seguridad de la ONU respaldó el miércoles en forma unánime la instalación de un gobierno provisorio de dos años en Afganistán, integrado por todos los grupos étnicos del país y protegido por una fuerza de seguridad internacional.

Aunque la ONU reconoció que la mejor solución era la creación de una fuerza afgana, es imposible que ésta se materialice a la brevedad, debido a las divisiones que separan a las principales etnias.

El foro también descartó el envío de un contingente propio de mantenimiento de paz, «pues no existe ningún acuerdo de paz que verificar».

Mientras tanto, 40 países, entre los que se cuentan Bangladesh, Canadá, Dinamarca, Indonesia, Jordania, Nueva Zelanda, Pakistán y Turquía, ofrecieron efectivos para conformar el cuerpo de seguridad internacional.

Sin embargo, la realidad en el terreno muestra que la Alianza del Norte, hostil a Pakistán, está en situación de decidir con qué grupos quiere compartir el poder.

Musharraf pidió que se excluyera a India de las consultas internacionales sobre la situación afgana, pues no tiene fronteras comunes con ese país.

Pero el primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, fue invitado a formar parte del proceso consultivo que 20 gobiernos iniciaron este viernes en Nueva York para decidir las características del gobierno transitorio en Afganistán.

Puede ser muy peligroso excluir de cualquier solución a la etnia patán, a la que pertenecen 40 por ciento de los 23 millones de afganos, aún cuando ésta sea el grueso del perseguido movimiento Talibán, advirtió el analista Raja Mohan, del diario Hindú, de Nueva Delhi.

La importancia estratégica de Pakistán en la guerra que Estados Unidos y Gran Bretaña iniciaron el 7 de octubre contra Afganistán se redujo significativamente en la última semana.

«Ante el vasto espacio abierto en Afganistán, a los estadounidenses les bastará una pequeña zanahoria y un gran garrote para manejar a Pakistán», afirmó el diario Hindustan Times este viernes.

Algunos analistas indios creen que la actual situación puede obligar a Pakistán a retirarse de la región de Cachemira, disputada con India, y a rever la imprecisa frontera con Afganistán, cuya legitimidad es cuestionada desde hace tiempo por las comunidades patanes que la habitan.

La frontera de casi 2.300 kilómetros, conocida como Línea Durand, fue demarcada arbitrariamente en el siglo XIX por el imperio británico, pero su vigencia expiró en 1993. Aún en los tiempos de mejores relaciones entre el Talibán e Islamabad, los dirigentes afganos rechazaron la propuesta pakistaní para renovar el arreglo.

Afganistán reclamó históricamente una parte del territorio que ocupa Pakistán y llegó a oponerse al ingreso del país a la ONU antes de que se resolviera el diferendo limítrofe.

Previendo nuevas dificultades, Islamabad envió en los últimos días tropas y tanques para reforzar la frontera con Afganistán. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/ral/dc/ip/01

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