El traslado de la sede de las conversaciones sobre el futuro político de Afganistán de Berlín a Bonn es una clara señal de que la reunión no debe celebrarse «en un ambiente de alta expectativa», según diplomáticos.
Las negociaciones comenzarán el próximo lunes, con el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el objetivo explícito de crear un consejo de líderes afganos, representantes de todos los grupos étnicos, para gobernar en forma transitoria ese país de Asia central.
Las potencias occidentales están interesadas en impedir un nuevo estallido de la guerra civil, aun si el grupo fundamentalista islámico Talibán es eliminado militarmente, y en garantizar una seguridad mínima que permita llevar adelante las tareas de reconstrucción.
La reunión convocada de manera apresurada se celebrará ahora en una ciudad más tranquila que la capital de Alemania, fuera del foco internacional. Funcionarios alemanes declararon que el cambio de sede se debió a razones de «seguridad y apartamiento».
Aparentemente, la ONU y el país anfitrión no desean presentar las conversaciones como una gran cumbre, dadas las altas probabilidades de fracaso, opinaron diplomáticos en Berlín.
La confusión inicial sobre la fecha y el lugar de la reunión es, según los diplomáticos, una señal más de la «urgencia política» conque fue convocada -en vista de la rapidez de los acontecimientos en Afganistán- que de la disposición de los grupos afganos involucrados a dialogar.
La inesperada caída de Kabul en manos de la opositora Alianza del Norte y el pronto repliegue de Talibán al sur, hace casi dos semanas, provocó un vacío político que las potencias occidentales no desean llenar únicamente con miembros de la Alianza.
«Está claro que el colapso de Talibán fue más rápido que los esfuerzos diplomáticos por establecer una autoridad política en Afganistán, pero la comunidad internacional no debe permitir que la situación se salga de control», dijo un diplomático occidental en Berlín.
Datos proporcionados el miércoles por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania revelaron que entre 40 y 70 delegados participarán de las conversaciones, unos 30 de ellos representantes de los principales grupos afganos.
Ningún gobierno occidental tendrá representación oficial, de acuerdo con el objetivo de una solución «doméstica» promovido por el representante especial de Afganistán ante la ONU, Lajdar Brahimi.
Sin embargo, asistirán a la reunión representantes de India, Rusia, Pakistán, Irán y las principales potencias de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras que Washington enviará como observador a James Dobbins, su enviado en Afganistán.
«Será una reunión interna afgana, bajo el liderazgo y el auspicio de la ONU», declaró una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán.
«La opinión de los países vecinos se tomará en cuenta pero no determinará los resultados, ni sus representantes serán parte de la conferencia», agregó un diplomático alemán.
El traslado de Berlín a Bonn luego del ofrecimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores como sede por el propio ministro, Joschka Fisher, tiende a evitar la impresión de que los países occidentales están imponiendo una solución política a los afganos, comentó un diplomático asiático.
El parlamento de Alemania aprobó la semana pasada el envío de tropas a Afganistán, como miembro de la OTAN, y Berlín era considerada la sede de un gobierno participante de la «guerra contra el terrorismo».
Ya hay señales de desacuerdo entre la ONU y la Alianza del Norte.
«Esta reunión (en Bonn) será apenas simbólica, y eso es todo», declaró Burhanuddin Rabbani, el presidente afgano depuesto por Talibán en 1996 y actual jefe de la Alianza. Rabbani destacó que las decisiones importantes se tomarán dentro de Afganistán.
Se teme que, si las negociaciones de Bonn no producen resultados inmediatos, los jefes militares de la Alianza se lancen otra vez a luchar entre ellos como lo venían haciendo desde que expulsaron a los invasores soviéticos, en 1988.
Pero Wali Massoud, representante de la Alianza del Norte en Londres, dudó que las conversaciones produzcan algún resultado concreto.
La ONU invitó a Bonn a facciones «respaldadas por Pakistán e Irán», pero sin apoyo sustancial entre los afganos, señaló Massoud.
Francesc Vendrell, enviado de la ONU a Afganistán, declaró que no se invitó a representantes de Talibán porque se trata de un grupo «al borde del colapso», pero fuentes diplomáticas señalaron que la exclusión se debe a la negativa de la Alianza del Norte a incluir incluso a talibanes «moderados» en las negociaciones.
Además de las etnias que integran la Alianza (tajikos, uzbekos y hazaras), habrá representantes de otros tres grupos, según funcionarios de la ONU.
Se trata de representantes del antiguo rey afgano Zahir Shah, exiliado en Roma, un grupo extranjero de intelectuales hazara conocido como «el grupo de Chipre» y respaldado por Irán, y el grupo encabezado por el líder de la etnia patán (pashtun) Sayed Ahmad Gailani, establecido en la ciudad pakistaní de Peshawar y respaldado por Islamabad.
La etnia patán constituye 40 por ciento de la población afgana y la gran mayoría de los miembros de Talibán.
Vedrell destacó que la lista de participantes es «tan representativa como se pudo lograr en tan poco tiempo» y reconoció que la representación «no dejará satisfechos a todos los afganos».
«Esto es apenas un primer paso, no el paso final», aclaró.
Queda por ver si ese grupo dispar acordará la formación de un Grupo de Apoyo de donantes occidentales que se reunirán en Berlín el 7 de diciembre, considerado el plazo límite para un acuerdo en Bonn. (FIN/IPS/tra-en/ys/raj/mlm/ip/01