AFGANISTAN: Huida de Talibán arrastra a Pakistán

El repliegue estratégico del movimiento Talibán hacia el sur de Afganistán y el avance de la Alianza del Norte sobre Kabul y Kandahar destrozaron la política exterior de Pakistán, una de las bajas de esta guerra.

Mientras el movimiento islámico Talibán se refugia en las montañas meridionales para iniciar una guerra de guerrillas, Islamabad procura rearmar una estrategia para lograr la formación de un gobierno amplio sobre el que conserve alguna influencia sobre Afganistán.

Pakistán perdió en los cinco días de la ofensiva de la Alianza del Norte el peso estratégico que tenía como primera línea de la campaña militar que Estados Unidos y Gran Bretaña iniciaron el 7 de octubre contra el régimen afgano de Talibán.

La Alianza tomó este miércoles la oriental ciudad de Jalalabad y el aeropuerto de Kandahar, el bastión de Talibán en el sur del país. Para actuar en territorio afgano, Estados Unidos ya no necesita de Pakistán, pues cuenta con las bases controladas por la Alianza del Norte.

El presidente Pervez Musharraf continúa reclamando que la mayoritaria etnia patán (pashtún), base de apoyo de Talibán, esté representada en un futuro gobierno.

«El futuro (gobierno) multiétnico debe contemplar a los patanes, el grupo étnico más numeroso de Afganistán», que constituye 40 por ciento de una población de 23 millones de habitantes, dijo Musharraf.

«La Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería desplegar una fuerza de paz. En una futura administración, cuando finalicen estas operaciones y tengan lugar los arreglos políticos, debe permanecer algún tipo de fuerza de la ONU», agregó.

«Esta debería integrarse con efectivos de la Organización de la Conferencia Islámica, con el fin de asegurar estabilidad y equilibrio a cualquier solución política que se alcance», afirmó el presidente.

Sin embargo, varios analistas dudan de que Islamabad pueda imponer sus puntos de vista. A fin de cuentas, Pakistán fue el único país que respaldó al Talibán cuando éste enfrentaba el aislamiento internacional, pero nunca obtuvo reciprocidad.

«La política exterior pakistaní se enfrenta desde hace tiempo al dilema de desvincularse o no de Talibán», explicó Bashir Ahmad, investigador del Instituto de Estudios Regionales.

«Comprometiéndose con Talibán, (Islamabad) procuraba también moderarlo. Pero nunca tuvo influencia ni siquiera para obtener la entrega (de Afganistán) de terroristas buscados por delitos en su territorio, ni mucho menos para la entrega de Osama» bin Laden, el saudita a quien Estados Unidos responsabiliza por los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

«En cambio, para la opinión pública mundial, Osama se vincula con el Talibán y éste con Pakistán», agregó.

El movimiento «Talibán está huyendo. Pero, ¿dónde irán? El único lugar obvio es Pakistán», afirmó el miércoles el diario en lengua inglesa The News.

«Si eso ocurre, el régimen militar de (Pervez) Musharraf deberá tomar decisiones críticas, que pueden incluso determinar su destino. Si Pakistán quiere seguir siendo parte de la coalición internacional, debe impedir el ingreso de fuerzas de Talibán, y por medios militares si es necesario», sostuvo el periódico.

Incluso después de la caída de Kabul, Pakistán sigue siendo el único país que reconoce al Talibán, una decisión que mantiene con la esperanza de que sectores moderados del movimiento formen parte de un futuro gobierno.

La política en el pasado fue reconocer como gobierno a cualquier organización que controlara la capital y la mayor parte del territorio, explicó esta semana una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores. «El gobierno debe decidir al respecto, pero de momento la posición sigue siendo la misma», agregó.

Laa situación afgana ya no parece estar en manos pakistaníes. Islamabad debe aplicar habilidades diplomáticas extraordinarias para salvaguardar sus intereses pues se enfrenta a todos los países opuestos a Talibán, estimó el ex canciller Gohar Ayub Khan.

El diplomático consideró que la excesiva injerencia en el vecino país fue obligada en el pasado por «la situación estratégica» de la región.

«Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán en 1979, Pakistán debió sumarse a los países occidentales para defenderse de una posible embestida de Moscú, que buscaba un acceso al mar Arábico», sostuvo Khan.

En 1996 debió apoyar al Talibán para poner fin a la guerra civil y generar estabilidad en la región, arguyó.

Por otra parte «la numerosa población patán en el país tenía afinidad con Talibán, los influyentes partidos religiosos nacionales lo apoyaban y la oposición afgana contaba con respaldo de India», tradicional adversario de Pakistán, explicó el general Rafiuddin Ahmed, vicepresidente del Instituto de Investigación Política de Islamabad.

El país «adquirió la mala costumbre de poner todos los huevos afganos en la misma canasta, por lo cual un cambio de rumbo como el actual lo deja sin influencia sobre lo que ocurre en Kabul y con la perspectiva de la instalación de un gobierno hostil», arguyó el diario conservador Tha Nation.

En el nuevo escenario, el interés primordial de Islamabad «debe ser la estabilidad y el imperio de la ley y el orden (en territorio afgano), que permitan reconstruir la infraestructura económica y social por el bienestar del pueblo», opinó Babar Shah, experto del Instituto de Estudios Estratégicos.

Esto incluye el retorno de casi tres millones de refugiados afganos. «Sólo entonces Pakistán podrá mirar más allá, hacia la construcción de un bloque económico regional», esimó Shah. (FIN/IPS/tra-eng/ni/js/dc/ip/01

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