Un conflicto entre dos legisladores divide al mayor partido de oposición de Zimbabwe, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC, por sus siglas en inglés) y reduce sus posibilidades de triunfo en las elecciones presidenciales de 2002.
Los antagonistas son Job Sikhala, jefe de seguridad del MDC, y Tapiwa Mashakada, responsable de Finanzas del «gabinete sombra» de ese partido.
El «gabinete sombra», una tradición política de Gran Bretaña emulada en otros países, es un equipo de dirigentes de la oposición que controla las actividades de cada ministerio, y cuyos integrantes son candidatos a suceder a los ministros en actividad.
El joven Sikhala había anunciado que renunciaría al MDC si Mashakada no era expulsado, pero retiró esa amenaza tras reunirse el fin de semana con otros altos dirigentes de ese partido, y recibir en su casa unos 30 seguidores que realizaron una vigilia de oraciones por la paz y pedirle que se quedara.
Hace tres semanas fracasó un congreso del MDC convocado para votar nuevos dirigentes de la nororiental provincia de Harare, cuando un grupo de jóvenes, al parecer seguidores de Mashakada, atacaron a otros integrantes del partido.
Sikhala, ex dirigente estudiantil, afirmó que había escapado a un intento de asesinarlo por parte de jóvenes armados con palos e incitados por Mashakada, quienes apedrearon en la noche del jueves su casa en Chitungwiza, un suburbio pobre de Harare.
El legislador indicó que su hija, de dos años, resultó herida en el ataque.
También fueron atacadas las casas de cinco seguidores de Sikhala, quien firmó junto con otros dos parlamentarios del MDC una carta dirigida al máximo dirigente de ese partido, Morgan Tsvangirai, en la cual acusaron a Mashakada de conspirar para desestabilizar el partido.
Mashakada ha negado esas acusaciones.
El conflicto en curso ha afectado la imagen del MDC, formado hace dos años y fuerte rival de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Popular (ZANU-PF, por sus siglas en inglés), que gobierna el país desde la independencia del dominio colonial británico, en 1980.
El partido opositor es apoyado por una poderosa red de sindicatos, grupos de la sociedad civil y asociaciones de estudiantes.
«Nos deleita que los problemas internos del MDC comiencen a hacerse públicos», comentó Christopher Mutsvangwa, veterano de la guerra de independencia y seguidor de ZANU-PF.
«El MDC ha sido una abigarrada colección de intereses diversos y a menudo contradictorios, unidos por el odio al partido gobernante. También odian la guerra en la cual el pueblo logró la independencia», añadió.
Los medios de comunicación del Estado suelen ignorar o tergiversar la información sobre actividades del MDC, pero no fue una sorpresa que en esta ocasión dedicaran una amplia cobertura al conflicto interno de ese partido.
Esos medios de comunicación han sostenido que el trasfondo del conflicto es una ofensiva de la minoritaria etnia ndebele para lograr que el MDC sea conducido por Welshman Ncube, secretario general del partido e integrante de esa etnia.
«Quieren dividirnos cuando dicen que esto es un conflcito entre etnias, como cuando decían que éramos un partido apoyado por blancos, pero aunque lloren lágrimas de sangre, nnca tendrán éxito», comentó Ncube.
Tsvangirai se limitó a comentar que «cuando los niños juegan, es natural que a veces se peleen, pero no hay que darle a eso mucha importancia».
«Protestar no significa indisciplina, y la transparencia no significa desnudez. Afloran tensiones, como en cualquier partido democrático, pero lo que más importa es cómo se manejan esas tensiones», sostuvo el domingo, ante una concentración de miles de seguidores del MDC en la sudoccidental ciudad de Bulawayo. (FIN/IPS/tra-eng/lm/mn/mp/ip/01