SALUD-RUSIA: Un peligroso legado de armas biológicas

El gobierno de Rusia ha negado en forma enfática que las esporas de ántrax halladas en envíos postales en Estados Unidos procedieran de la desaparecida Unión Soviética, que poseía una vasta red de fábricas para producir armas biológicas.

La versión sobre el vínculo entre aquella vieja red y los casos de ántrax en Estados Unidos surgió de Kanajan Alibekov, un ex empleado de la firma soviética Biopreparat que hoy se hace llamar Ken Alibek.

Alibekov, autor del libro «Biohazard» (Peligro biológico) sobre el programa soviético de armas biológicas, publicado en 1999, afirmó que las esporas fueron producidas en instalaciones soviéticas en Stepnogorsk, en la región central de la actual república de Kazajstán.

El subdirector de Biopreparat, Valentin Yevstigneyev, negó la veracidad de esa versión el lunes, en declaraciones a la emisora estatal de televisión de Kazajstán.

«El ex empleado Alibekov está mal informado o realiza acusaciones difamatorias en forma deliberada», sostuvo.

Yevstigneyev admitió que en Stepnogorsk se llevaron a cabo proyectos que violaban la Convención sobre Armas Biológicas firmada por Moscú en 1973, pero aseguró que todos ellos fueron cancelados tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.

El Ministerio de Defensa ruso también rechazó las versiones periodísticas sobre la procedencia de las esporas de ántrax encontradas en Estados Unidos, y aseguró que «carece por completo de fundamento» el intento de vincular esas esporas con Rusia, en una declaración dada a conocer el viernes.

«Las unidades contra la guerra bacteriológica del Ministerio de Defensa no implican riesgo ambiental alguno, porque el país posee todos los medios necesarios para afrontar ese tipo de riesgos», añadió.

El 2 de abril de 1979, un brote de ántrax afectó a 94 personas y causó la muerte de por lo menos 64 de ellas en la ciudad rusa de Sverdlovsk, unos 1.360 kilómeros al este de Moscú, llamada en la actualidad Ekaterinburg.

En aquel momento, las autoridades sostuvieron que ese brote se debía al consumo de carne de animales infectados por el ántrax, pero el ex presidente ruso Boris Yeltsin (1991-1999) admitió que fue causado por actividades militares, sin dar más detalles.

Yeltsin prohibió mediante un decreto el desarrollo de armas biológicas, lo cual implicó reconocer en forma oficial que la Unión Soviética había violado la convención de 1973.

Funcionarios estadounidenses habían sospechado durante años que el brote de ántrax en Sverdlovsk se debió a la liberación accidental en la atmósfera de esporas producidas en una fábrica de armas biológicas que funcionaba en esa ciudad.

«Techos y paredes de nuestras casas fueron lavados dos veces por funcionarios que usaban máscaras para protegerse», recordó Zinaida Vikulova, una de las miles de personas de Sverdlovsk que fueron vacunadas y tratadas con antibióticos.

«No fue carne contaminada. Fue otra cosa. La KGB (servicio secreto soviético) investigó el incidente», dijo Nina Berdyugina, quien era responsable de salud pública de la ciudad en aquella época.

Yeltsin otorgó indemnizaciones a los sobrevivientes del brote de ántrax en Sverdlovsk que hubieran sido infectados en sus lugares de trabajo, mediante un decreto de abril de 1994, señaló el presidente de la Unión de Seguridad Química de Rusia, Lev Fedorov.

«La mayor parte de las víctimas, infectadas al aire libre o en sus hogares, no fueron indemnizadas», agregó.

Alibekov afirmó en su libro que la causa de aquel brote de ántrax fue la falla de un sistema sobrecargado de filtración de aire en la fábrica de armas biológicas de Sverdlovsk.

El programa soviético de armas biológicas incluyó investigaciones militares para desarrollar nuevos agentes patógenos y detectar, con fines bélicos, variedades poco conocidas de bacterias y virus en Africa y Asia, afirman especialistas en el asunto.

Moscú instaló una red de fábricas que produjeron entre otras cosas cientos de toneladas de esporas de ántrax, agregan.

Armas biológicas para la destrucción masiva fueron desarrolladas por la Unión Soviética y Estados Unidos durante la Guerra Fría, afirmó el bacteriólogo Beniamin Cherkassky, de la Academia Rusa.

«La difusión de agentes patógenos mediante servicios postales no es la forma más eficiente de emplear armas biológicas, y es probable que se emplee para causar pánico» en Estados Unidos, ya que al parecer se han realizado ataques deliberados contra medios de comunicación de ese país, señaló.

El ántrax es una enfermedad endémica en Rusia desde hace cientos de años. En el siglo XIX se registró un promedio de 15.000 infecciones y 3.000 muertes anuales.

En la actualidad, se registran de 15 a 20 casos anuales de infección, en una población de 147 millones, según las autoridades sanitarias.

Existen en el país unos 35.000 sitios destinados al entierro de animales que mueren debido al ántrax, y hay unos 15.000 más en otras repúblicas ex soviéticas.

Sin embargo, las autoridades sostienen que no hay nada que temer en relación con la enfermedad.

No existe riesgo alguno de guerra bacteriológica, ya que sería necesario emplear «decenas de toneladas» de sustancia pulverizada para causar brotes masivos de ántrax, aseguró el jefe de los servicios veterinarios estatales, Guennady Onischenko.

El país produce dos millones de dosis anuales de vacuna contra el ántrax, que aseguran inmunidad durante un año y son administradas cada año a unos 55.000 ciudadanos, explicó.

Tampoco hay peligro de difusión de accidental de agentes patógenos mortales, ya que las reservas se guardan con precauciones similares a las de las instalaciones nucleares, sostuvo Nikolai Urakov, jefe del estatal Centro de Investigación Biológica de Obolensk, ubicado al sur de Moscú.

Sin embargo, muchos ciudadanos desconfían de esas afirmaciones de las autoridades.

En una encuesta de opinión realizada en los últimos días, 64 por ciento de los consultados dijeron que temen a la difusión accidental de sustancias peligrosas, y sólo 36 por ciento expresaron temor a eventuales ataques terroristas con armas biológicas.

El gobierno no planea campañas masivas de vacunación contra el ántrax, pero recomendó el 17 de octubre a las autoridades sanitarias regionales que prestaran atención a «las cartas con apariencia extraña», indicó Onischenko.

Farit Astakhov, jefe de los servicios postales de la nororiental región de Tomsk, donde un brote de ántrax afectó en 1977 a siete personas, ordenó el martes a sus empleados que usaran guantes y máscaras antigás para clasificar la correspondencia. (FIN/IPS/tra-eng/sb/mn/mp/he ip/01

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