La alarma por el bioterrorismo en Estados Unidos introdujo la palabra ántrax en Haití, pero la enfermedad afecta a cientos de haitianos por año, para quienes el mal recibe el nombre de «charbon» (carbunco).
Sólo en Puerto Príncipe, con 1,5 millones de habitantes, 100 personas por año contraen ántrax, según el gobierno.
En 1986, el ántrax se manifestaba sólo en el sur y el norte del país, pero ya no hay zonas libres de la infección. Para algunos expertos se trata de un mal endémico, aunque no se cuenta con cifras exactas de casos.
En Haití, como en otros países con ganadería, la infección afecta a las reses y se trasmite a los humanos por contacto directo. La forma cutánea causa serias lesiones en la piel.
El ántrax intestinal afecta a las personas que comen carne de animales infectados. El más grave es el ántrax pulmonar, que se contrae por inhalación de las esporas o bacterias, y es a menudo mortal.
Cientos de animales mueren anualmente por ántrax en Haití, provocando graves consecuencias a la producción agropecuaria.
En el último cuatrimestre de 2000, la septentrional isla Tortuga padeció un brote epidémico. Veinticuatro personas contrajeron la infección, tres de las cuales murieron. También se perdieron 60 animales.
En enero, las autoridades realizaron una campaña de vacunación en la isla Tortuga, pero el ministro de Salud, Michelle Amedee Gedeon, minimizó la gravedad de la epidemia. «El ántrax puede ser tratado fácilmente. Una persona infectada sólo debe ir al médico para que se le suministren antibióticos», sostuvo.
En un brote anterior, seis personas y 30 animales murieron en la zona noroccidental. Para erradicar el mal, las autoridades deberían aplicar un programa masivo de vacunación animal.
«Los estadounidenses se han movilizado por 13 casos en una población de casi 300 millones. Sólo en una zona de nuestro país, con tres millones de habitantes, tenemos 15 veces más casos por año y el asunto pasa inadvertido», comentó un periodista radial.
La cadena de televisión estadounidense NBC difundió la versión de que que las esporas más virulentas del ántrax eran producidas en avanzados laboratorios de los estados de Iowa y Texas y en Haití.
Pero la información fue desmentida por las autoridades haitianas. «La bacteria del ántrax puede conservarse y las esporas secas se obtienen en laboratorio. Pero no tenemos los medios para hacerlo», dijo Jacques Blaise, director del departamento de producción animal del Ministerio de Agricultura.
«La manipulación es muy peligrosa, y hay que protegerse. Ni siquiera podemos hacer ciertos tipos de análisis de la enfermedad», agregó.
La preocupación de Estados Unidos por un posible ingreso de ántrax desde Haití no es nueva. En 1974, la estadounidense Oficina de Protección al Consumidor advirtió el riesgo de importar poductos de cuero desde Haití, pues podrían estar contaminadas con ántrax.
El organismo instó a colocar esos productos en recipientes de plástico y entregarlos a autoridades sanitarias. La advertencia indicaba que los turistas estadounidenses se expusieron al ántrax por haber comprado tambores fabricados con cuero contaminado en Haití.
Varios productos examinados resultaron infectados. Ese mismo año, el Centro de Control de Enfermedades Infecciosas prohibió la importación de tales bienes, y ordenó a los comerciantes que los retiraran de la venta al público.
Sin embargo, en Haití algunos se sienten súbitamente preocupados ante la eventualidad de contraer el mal en Estados Unidos. Un joven profesional que debe viajar al estado de Florida en noviembre pidió a su médico una prescripción de antibióticos que se adecuara a la nueva enfermedad surgida en Estados Unidos.
«El problema es psicológico. Le recomendé el antibiótico Cetraxal, pero le advertí que no lo tomara a menos que se le diagnosticara ántrax», explicó el médico.
Tras la aparición de cartas contaminadas en Estados Unidos, los trabajadores postales haitianos pidieron al Ministerio de Salud que les asegure protección e información.
«No tenemos los medios para revisar la correspondencia que recibimos y enviamos. Por el momento nos limitamos a suministrar guantes y mascarillas a los funcionarios que manejan los sobres», dijo Patrice Jean Baptiste, director técnico del Servicio Postal. (FIN/IPS/tra-eng/ymc/sz/dc/he/01