Al comenzar el siglo XXI, Cuba se destaca entre los países del Sur por sus notables progresos en tecnologías de salud, a cuyo desarrollo dedicó, sorteando dificultades económicas, importantes recursos materiales y humanos.
Entre los hallazgos de los científicos de la isla se destaca por su impacto social y su significado político la vacuna contra la mortal meningitis tipo B.
Unica en el mundo, la vacuna denominada VA-MENGOC-BC, abrió el camino al primer caso de transferencia de tecnología de Cuba al Norte industrializado.
La empresa anglo-estadounidense Smith Kline Beecham Pharmaceuticals obtuvo en junio de 1999 autorización del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para firmar con el Instituto Finlay, de La Habana, un convenio con el fin de introducir la vacuna en el mercado europeo.
Aún está en marcha el complejo proceso que permitirá la venta en Europa y posteriormente en Estados Unidos del antídoto contra la meningitis B, una enfermedad que no respeta clases sociales ni el mayor o menor grado de desarrollo económico.
Pero desde su firma, el contrato abrió el primer resquicio en el embargo estadounidense, que desde los años 60 prohíbe todo comercio de empresas de ese país con Cuba.
«Ellos (Estados Unidos) no tienen esa vacuna y la necesitan para su sistema de salud», dijo a Tierramérica Pedro López Saura, director de Regulaciones y Ensayos Clínicos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).
Entre los productos del Finlay, especializado en la investigación y fabricación de vacunas humanas, se cuentan la antitetánica vax-TET y la Duple Antidiftérica-Tetánica.
El director de Asistencia Científico-Técnica Aplicada del instituto, Franklin Sotolongo, mencionó entre los proyectos en curso las vacunas contra la leptospirosis y contra el cólera, un producto para prevenir la Meningitis BC/Hepatitis B y la vacuna triple Tétanos-Difteria-Pertussis mejorada.
Buena parte del éxito de Cuba en el campo de la investigación en salud se debe a una amplia infraestructura científica y tecnológica. Hay en Cuba 1,8 científicos e ingenieros por cada mil habitantes y 1,2 por ciento del producto interno bruto se destina a gastos del sector.
El resto lo pone la estrecha coordinación entre los centros que integran el polo científico del oeste de La Habana, el más antiguo de los cuales es el CIGB, que marcha a la vanguardia en ingeniería genética y biotecnología moderna.
«Una de las características de la ciencia cubana y de la biotecnología en particular es la cooperación entre los centros de investigación y producción», señaló López Saura.
El CIGB, que en sus inicios se dedicó a la producción en pequeña escala de interferones -incorporados al arsenal terapéutico en enfermedades virales, hepatitis y algunos tipos de cáncer- elabora y comercializa en la actualidad una amplia gama de productos.
De sus laboratorios surgió la estreptoquinasa recombinante, registrada como Heberkinasa, de probada eficacia en enfermedades trombóticas, especialmente en el infarto agudo del miocardio.
Así mismo, sus científicos crearon la vacuna recombinante contra la hepatitis B (Heberbiovac HB), tan importante como la VA- MENGOC-BC por su impacto social, pues ambas forman parte del programa que protege a la infancia cubana contra 13 enfermedades.
El CIGB trabaja ahora en una vacuna terapéutica contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), cuyos ensayos clínicos están anunciados para principios de 2002, y continúa las investigaciones en busca del antídoto inmunizante contra la misma enfermedad.
«Las variantes terapéuticas, que estimulan el sistema inmune del paciente para que se defienda contra el mal, van a salir antes», aseguró López Saura. También indicó que se intenta lograruna vacuna contra la meningitis tipo C.
En el campo agropecuario, una vacuna recombinante contra la garrapata (GAVAC) otorgó al país un ahorro de cuatro millones de dólares desde que en 1995 comenzó a aplicarse al ganado bovino en reemplazo de los acaricidas químicos.
El antídoto logrado por investigadores del CIGB crea un anticuerpo que reacciona y destruye una de las proteínas de la garrapata cuando ésta succiona la sangre del bovino.
En tanto, el Centro de Inmunología Molecular, construido a principios de los años 90, se especializa en el desarrollo de la inmunología con base en la producción de anticuerpos monoclonales y otras moléculas del sistema inmune, fundamentalmente para el tratamiento del cáncer y de enfermedades autoinmunes.
Entre los medicamentos ya registrados por ese centro figuran el anticuerpo monoclonal ior t3, indicado en la profilaxis del rechazo del transplante renal, y el ior EPOCIM (a base de eritropoyetina humana recombinante alfa), para el tratamiento de anemia asociada con insuficiencia renal crónica.
El ior t3 fue seguido de otros anticuerpos monoclonales efectivos en casos de psoriasis y artritis reumatoide, hasta que estudios posteriores derivaron en versiones que pueden ser usadas en el combate contra tumores de mama y cuello, entre otros.
Un proyecto de vacuna terapéutica contra el cáncer podría seguir el camino abonado por la antimeningocócica, si la empresa mixta cubano-canadiense CIMYM logra interesar a transnacionales farmacéuticas en el desarrollo del producto. (FIN/Tierramérica/pg/he/01