Neonazis de Estados Unidos podrían ser los autores de los atentados con ántrax por vía postal cometidos en las últimas semanas en ese país, advirtió este jueves el periodista chileno Raúl Sohr, experto en defensa y política internacional.
Sohr presentó en Santiago una versión revisada y actualizada de su libro «Las guerras que nos esperan», cuya primera edición fue en agosto de 2000, que ahora lleva como subtítulo «El primer golpe» e incluye un capítulo de 50 páginas acerca de los ataques del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
El libro alertó hace 14 meses sobre las posibles derivaciones de la «explosiva» relación que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) entabló en 1979 tras la invasión soviética a Afganistán con el líder islámico saudita Osama bin Laden, a quien Washington responsabiliza de los atentados del mes pasado.
También en la primera edición de «Las guerras que nos esperan» se consigna el caso de Larry Harris, de la organización neonazi Nación Aria, arrestado en mayo de 1995 en el nororiental estado de Ohio, Estados Unidos, recordó el propio Sohr, analista de información internacional de la Televisión Nacional de Chile.
Harris era empleado de un importante laboratorio y se encontraron en su poder bacterias que provocan fiebre bubónica, almacenados por los neonazis para cometer atentados contra estadounidenses.
Dado ese antecedente, el periodista llamó la atención acerca de los envíos postales de bacterias de ántrax en Estados Unidos y Europa. «Es muy probable que esto sea el trabajo de algunos norteamericanos de extrema derecha, más que un hecho vinculado con (los atentados de) el 11 de septiembre», dijo.
Estados Unidos tuvo una «falla de inteligencia» que posibilitó los ataques a las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, sede del Departamento de Defensa en Washington.
La inteligencia estadounidenses «estaba mirando en la dirección equivacada, concentrado en el sistema de defensa antimisiles», agregó Sohr.
El hecho de que aún no se tengan pistas claras acerca del origen de los atentados con ántrax «es otra falla de inteligencia» y una renovada demostración de lo erróneo de las hipótesis de conflicto manejadas hasta el 11 de septiembre por la CIA, continuó el experto.
«En mi libro cito un caso, pero hay varios en Estados Unidos de milicias de extrema derecha que han estado trabajando con armas biológicas», señaló Sohr.
«Por lo que hemos sabido, al parecer las cepas de ántrax provienen de Estados Unidos, de laboratorios militares, y algunos de estos elementos de extrema derecha tenían vinculación con laboratorios militares», agregó.
«El otro elemento que apoya mi hipótesis es que las víctimas de estos ataques con ántrax no son precisamente los que uno pudiera considerar como enemigos de los fundamentalistas que cometieron los ataques del 11 de septiembre, sino que más bien son gentes de orientación progresista», dijo el periodista.
Además, «la forma en que se están llevando adelante los ataques en distintos puntos de Estados Unidos no da la impresión de que esto pueda ser algo directamente vinculado a Al Qaeda (la red que encabeza Bin Laden) o a alguna organización similar», añadió Sohr.
«Por lo tanto, creo que hay anatecedentes para pensar que estos ataques con ántrax provienen de la extrema derecha, y de hecho las autoridades norteamericanas han sido muy cautas en no apuntar el dedo hacia Al Qaeda u otra organización fundamentalista, absteniéndose de dar una opinión», concluyó.
Estados Unidos destina cada año 30.000 millones de dólares a sus servicios de Inteligencia, por lo cual «no deja de ser extraordinario no tener idea de dónde proviene» la ola de atentados con ántrax, recalcó Sohr.
El periodista señaló que en el origen del actual conflicto actuaron las «razones de Estado» como justificativo de operaciones políticas en que se dejan de lado aspectos éticos y legales.
En 1979, tras la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, Estados Unidos y Arabia Saudita destinaron 7.000 millones de dólares al adiestramiento de un ejército irregular de 80.000 guerrilleros musulmanes fundamentalistas procedentes de países como Egipto, Argelia y el propio reino saudita.
La operación, realizada a través del servicio secreto de Pakistán, se justificó con el argumento de infligir una derrota a los soviéticos, dijo Sohr.
Ese objetivo se cumplió, pues el fin de la ocupación de Afganistán en 1989 fue el preámbulo de la caída del muro de Berlín ese mismo año y de la posterior disolución de la Unión Soviética, dijo Sohr.
«Una docena de años más tarde, Estados Unidos cosecha las semillas amargas sembradas en Afganistán. Algunos de los fundamentalistas islámicos, como Osama bin Laden, que recibieron su bautizo de fuego y se aceraron en la lucha contra los soviéticos, formaron la red Al Qaeda para luchar contra sus viejos aliados», señaló el analista.
Como consecuencia de la operación de la CIA en Afganistán, financiada también con el tráfico de heroína, la drogadicción creció de manera exponencial.
«En 1979 casi no había adictos a la heroína en Pakistán. Hoy, los consumidores de la droga provenientes de Afganistán superan los cinco millones», según el periodista.
Sohr plantea en su libro que «la caída del muro de Berlín llevó a la caída de las torres gemelas de Nueva York», y que los hechos del 11 de septiembre hacen que «el combate al terrorismo marque la pauta de las relaciones entre los países».
Bajo ese prisma, «los conflictos se libran en una zona gris, sin campos de batalla, en que los ejércitos tradicionales pasan a una segunda línea, y donde ya no se lucha por ocupar territorios, sino por supuestos objetivos valóricos», apuntó.
Según Sohr, es indudable que la actual ofensiva militar encabezada por Estados Unidos culminará con la derrota del régimen de Talibán, organización islámica que controla 90 por ciento de territorio.
A continuación, podría instalarse un nuevo gobierno que dé alguna estabilidad a ese país del Asia central, salvo que se «talibanice» el vecino Pakistán con un levantamiento que instale allí otro gobierno fundamentalista.
Los ataques de septiembre produjeron un cambio fundamental en las relaciones internacionales, en que Estados Unidos busca aliados en su lucha contra el terrorismo, lo cual favorece a Rusia y China, como se evidenció esta semana en la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Shangai.
Es una hipótesis muy probable la de la consagración de un «gobierno mundial» del grupo de los siete países más ricos (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Japón, Alemania e Italia) junto con Rusia y China, señaló Sohr ante una pregunta.
Eso supondría un mayor retroceso de la Organización de las Naciones Unidas como expresión del multilateralismo, afirmó.
El experto chileno coincidió con otros analistas en que en este nuevo escenario internacional de lucha contra el terrorismo aumentarán los controles a la población, en especial a los emigrantes de países de mayoría musulmana, con un retroceso significativo de los derechos humanos. (FIN/IPS/ggr/mj/ip/01