La actuación de China este mes como presidente y anfitrión de la cumbre anual de APEC marcó una nueva etapa en su política exterior, de cooperación con Occidente en la guerra contra el terrorismo.
Al ejercer un papel de líder en una conferencia con «pesos pesados» políticos y económicos como Estados Unidos, Japón y Rusia, China destacó que es un actor importante en el escenario mundial y sus opiniones deben tomarse más en cuenta.
«La cooperación con el mundo exterior ya no es una frase vacía de propaganda, sino llena de sustancia. Indica que China tendrá un perfil internacional más destacado en el futuro», dijo un diplomático extranjero en Beijing.
«Ahora, China forma parte de la comunidad internacional junto a Estados Unidos», resaltó Pang Zhongying, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Qinghua.
Beijing y Washington «comparten intereses comunes en el ataque al terrorismo, por lo tanto esto podría conducir a una nueva relación entre ambos», agregó.
China parece haber trascendido la antigua división ideológica entre capitalismo y comunismo, y haberse incorporado al club de los países partidarios del libre comercio, unidos en una coalición contra el terrorismo.
«Esta guerra podría conocerse como la segunda guerra fría», dijo Pang. «Durante la primera guerra fría, China y Estados Unidos se unieron contra la Unión Soviética. En esta, ambos países estarán unidos nuevamente, esta vez contra el terrorismo».
Sin embargo, Pang y otros analistas chinos advirtieron que el panorama luego de la guerra de Afganistán no será color de rosa y que la alianza entre Beijing y Washington no modificará las antiguas diferencias bilaterales.
Cuando el presidente estadounidense George W. Bush se reunió este mes con su par chino Jiang Zeming en la cumbre de APEC (foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), en Shangai, ambos destacaron sus objetivos y preocupaciones comunes en Asia central.
Pero en otras partes de la periferia de China, ambos países siguen tan enfrentados como siempre.
«Una vez que disminuya la amenaza del terrorismo, las principales diferencias entre China y Estados Unidos resurgirán», predijo Ye Zicheng, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Beijing.
«Es difícil imaginar que Washington abandone por completo sus actuales políticas para la expansión hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la creación de un escudo antimisiles», señaló.
«La cuestión de Taiwan y los derechos humanos también dificultarán una mejora a largo plazo de las relaciones bilaterales», arguyó Ye.
A nivel superficial, China respondió de manera inequívoca al desafío planteado por el presidente Bush. «Si no están con nosotros, están con los terroristas», dijo el mandatario luego de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, que dejaron unos 5.500 muertos y desaparecidos.
Jiang fue uno de los primeros líderes mundiales en llamar a Bush por teléfono y expresarle sus condolencias al pueblo estadounidense. El presidente chino condenó los ataques suicidas y prometió su pleno apoyo a la lucha contra el terrorismo.
Una semana después de los atentados, el canciller Tang Jiaxuan viajó a Washington en una visita programada para preparar la cumbre entre Jiang y Bush en la cumbre de APEC.
Durante la visita de Tang, ambos países acordaron compartir información de inteligencia que pueda ayudar al combate al terrorismo, y poco después, Beijing envió a Washington una delegación de expertos antiterroristas para analizar formas de cooperación.
En su apoyo a la guerra contra el terrorismo, China llegó tan lejos como para disimular su oposición a la participación de las Fuerzas de Autodefensa japonesas en misiones de ultramar, pese a las restricciones impuestas al papel militar de Japón después de la segunda guerra mundial.
Beijing tiene muy buenas razones para cooperar con la coalición encabezada por Estados Unidos.
La cooperación realzará la imagen internacional de China, mejorará sus relaciones con Estados Unidos y legitimará su lucha contra el separatismo islámico en la provincia de Xinjiang.
Sin embargo, ciertos hechos de las últimas semanas hicieron realidad algunos de los peores temores de China en cuanto a su ambiente estratégico.
La llegada de tropas estadounidenses a la frontera occidental de China es algo que los estrategas de Beijing temían desde hacía mucho tiempo, dado que Estados Unidos ya tiene bases en Japón y Corea del Sur.
«Washington desea fortalecer su presencia política y militar en Asia central «, advirtió Yuan Zheng, del Instituto de Estudios Estadounidenses de la Academia China de Ciencias Sociales.
«La intención de Estados Unidos es reemplazar al régimen Talibán (de Afganistán) por un gobierno prooccidental y controlar los abundantes recursos de petróleo y gas natural de Asia central», afirmó.
Otros hechos que preocupan a los estrategas chinos son la expansión del papel militar de Japón y la reaproximación entre Washington y Moscú.
En Shangai, el presidente ruso Vladimir Putin ofreció un fuerte respaldo a los ataques de Estados Unidos en Afganistán, considerándolos una respuesta «adecuada y mesurada» a los actos terroristas.
Putin sugirió un acuerdo con Washington para superar sus diferencias sobre el propuesto sistema de defensa antimisiles de Esatados Unidos.
Si los dos presidentes firman un acuerdo en su cumbre de noviembre en Washington, aumentará la probabilidad de incorporación de Rusia a la OTAN en el futuro.
«Si eso ocurre, China tendrá a la OTAN en sus fronteras», advirtió Pang.
Aunque la lucha contra el terrorismo acercó a China al resto del mundo, creó un terreno común con Estados Unidos y disimuló las diferencias con la superpotencia, queda por ver si Beijing logrará mantenerse en el camino de la cooperación. (FIN/IPS/tra- en/ab/js/mlm/ip/01