La energía eólica navega con viento en popa en Brasil, debido a un déficit de electricidad que desde junio obliga a 70 por ciento de la población a reducir su consumo.
El Programa de Emergencia de Energía Eólica (Proeólica), aprobado por el gobierno en julio, tiene el objetivo de lograr para diciembre de 2003 una capacidad de generación de 1.050 megavatios hora, 50 veces la potencia actual de esa fuente de electricidad.
Esta meta está determinada por la garantía de compra de energía eólica de la empresa estatal Eletrobrás durante 15 años y a un precio mínimo de 60 dólares por megavatio. A eso se agrega un incentivo para favorecer a los proyectos que empiecen a operar más rápidamente.
El Proeólica crea un mercado atractivo para empresas nacionales y extranjeras, de manera que la meta seguramente será superada, comentó a Tierramérica el coordinador del Centro Brasileño de Energía Eólica, Everaldo Feitosa.
La generación potencial de los vientos brasileños es, según una estimación preliminar, de 143.000 megavatios hora, observó por su parte Laura Porto, ingeniera y coordinadora general del Area de Energía Renovable del Ministerio de Minas y Energía.
Se trata del doble de la capacidad instalada del país, que se basa sobre todo en centrales hidroeléctricas.
La energía eólica no es factible económicamente en todas las áreas, pero parece posible en cerca de 20 por ciento de ellas, según Porto, quien asegura que incluso Brasil «podrá exportar energía».
Una de las áreas más prometedoras es el nordeste, la región de menores recursos hídricos pero más favorecida por los vientos. Según Everaldo Feitosa sólo el nordeste facilitará una «capacidad efectiva» de unos 2.100 megavatios en los próximos cuatro o cinco años.
El costo de la energía eólica en Brasil es aún cerca de 70 por ciento superior al de la generación hidroeléctrica. Pero la tendencia es de abaratamiento, según los especialistas.
Por el contrario, los costos de la energía hidroeléctrica tienden a aumentar, especialmente en términos ambientales, debido a la inundación de extensas áreas boscosas o agrícolas, necesaria para crear los embalses. Y la transmisión es costosa, pues los ríos que pueden ser utilizados están lejos de los grandes centros urbanos, según Porto.
En los terrenos tecnológico y legislativo, la energía eólica también ha ganado terreno. Brasil ya puede producir turbinas y se expande la industria: la empresa alemana Wobben inauguró a principios de este mes su segunda fábrica de turbinas en el país.
Brasil cuenta además con «una de las mejores (legislaciones) del mundo», que asegura la factibilidad económica de «los mejores yacimientos», como denomina Feitosa a las áreas de buenos vientos.
El gobierno intenta actualmente aumentar la importación de electricidad desde Argentina, Uruguay y Venezuela y compra gas natural boliviano y argentino para alimentar nuevas centrales termoeléctricas y superar la crisis energética en dos o tres años.
Pero parece haber llegado la hora definitiva para la diversificación energética. (FIN/Tierramérica/mo/en/01