La disculpa del mundo en desarrollo por la esclavitud y el colonialismo fue el mayor logro de la Conferencia Mundial contra el Racismo celebrada en esta ciudad, consideró la canciller sudafricana Nkosazana Dlamini-Zuma, presidenta del encuentro.
«Una disculpa restituye la dignidad y la humanidad de la comunidad negra», afirmó Dlamini-Zuma, aunque admitió que en ciertos momentos la conferencia estuvo «al borde del precipicio».
«Fueron nueve días extenuantes para todos», declaró la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson, secretaria general de la conferencia, realizada del 31 de agosto al 8 de septiembre.
Los países industrializados también se comprometieron a reconsiderar su ayuda para el desarrollo. Geraldine Fraser- Moloketi, negociadora y ministra de Sudáfrica, interpretó esto como una promesa de más asistencia económica, pero un negociador de la Unión Europea discrepó de esa opinión.
Estas diferencias prueban que las declaraciones y los programas de acción de las conferencias mundiales están abiertos a múltiples interpretaciones, por tratarse de documentos consensuados con una redacción muy vaga.
Las declaraciones de las conferencias internacionales utilizan verbos como «recomendar», «solicitar», «exhortar» y «urgir», y tienen apenas autoridad moral.
La pregunta es si el programa de acción de la Conferencia contra el Racismo se transformará en otro documento inútil e inaplicable.
Lo indiscutible es que se trató de una de las conferencias internacionales con mayor controversia política.
El gobierno de Estados Unidos, que se retiró de la conferencia el pasado martes en protesta por las acusaciones de racismo contra Israel, expresó el lunes su descontento con el documento final.
La Unión Europea y el bloque árabe tampoco quedaron totalmente satisfechos.
Si bien esto puede ser una señal de una buena negociación, el programa de acción significa poco sin la necesaria voluntad política para aplicarlo.
«No hubo suficiente trabajo a nivel intergubernamental y de organizaciones no gubernamentales (ONG). Los negociadores planearon la conferencia como una celebración del fin del apartheid», afirmó Ravi Nair, del Centro de Documentación sobre Derechos Humanos de Nueva Delhi, India.
La conferencia, carente de un plan o estrategia, fue tomada por sorpresa por la determinación de los activistas de aferrarse a los reclamos de compensación por la esclavitud y el colonialismo y a las críticas a Israel por sus acciones contra los palestinos.
Si bien estas preocupaciones son justificadas, se trata de asuntos históricos y espinosos, que absorbieron la energía de la conferencia y desviaron la atención de los reclamos sobre derechos humanos que muchos marginados habían traído a Durban.
Sin embargo, la conferencia pasará a la historia por la cantidad de voces que se oyeron, dijo Nair. «Se ventilaron muchos temas que estaban guardados», agregó.
El de Durban fue un encuentro internacional donde cada participante aprendió de la lucha de los otros.
Activistas japoneses suscribieron peticiones de «dalits» o descastados hindúes que padecen discriminación.
Los indígenas se expresaron a su manera. Una reportera gráfica de Colombia exhibió una colección de fotografías que reflejaron su cultura; mujeres gitanas se mostraron con sus vestidos rojos y pañuelos negros. Un gran contingente de afro-estadounidenses volvieron a sus raíces.
Las ONG y funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) coincidieron es que este encuentro de almas fue lo mejor de la conferencia.
«Por primera vez, la humanidad en toda su rica variedad se reunió para discutir las diversas fuerzas que amenazan la diversidad. Durban ha dado voz a los excluidos y marginados», destacó Robinson.
La conferencia logró avances significativos para los trabajadores migrantes al comprometer a los signatarios a combatir la discriminación contra 150 millones de ellos.
En cuanto al género, se logró un acuerdo para discriminar las estadísticas de modo que permitan evaluar la situación específica de las mujeres.
Además, la conferencia recomendó que los países del Magreb y Medio Oriente permitan a las mujeres transmitir su nacionalidad a sus hijos y cónyuges.
También realizó fuertes advertencias contra las descripciones raciales de personas en el sistema penal, prometió apoyo para una campaña de la ONU contra el «afropesimismo» y la xenofobia.
«Los gobiernos acordaron amplios planes nacionales para combatir el racismo», destacó Reed Brody, de Human Rights Watch.
«La cuestión es que los cumplan. Si realmente los gobiernos ponen en práctica lo que acordaron, el mundo será un lugar mucho mejor», dijo.
Nair lamentó que la declaración y el programa de acción del Foro de ONG paralelo a la conferencia constituyan «un cúmulo de posiciones diferentes, en lugar de un consenso».
Si bien el documento es débil, la sociedad civil realizó exhortaciones más fuertes que las contenidas en el documento negociado por los gobiernos en Durban.
Las ONG reclamaron reparaciones individuales y colectivas y la formación de un tribunal internacional sobre el impacto de la esclavitud y el colonialismo. También pidieron que la discriminación de castas y las acciones de Israel contra Palestina sean declaradas crímenes contra la humanidad.
Además, el Foro condenó con dureza los efectos de la rápida globalización sobre la profundización del racismo, la discriminación y la xenofobia, y pidió el nombramiento de un relator especial de las Naciones Unidas sobre las empresas multinacionales. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/mlm/hd/01