El despido de 1.750 empleados anunciado por la aerolínea brasileña Varig pone en marcha el ajuste de la aviación comercial en América Latina, cuya preexistente crisis se agravó con los atentados contra Estados Unidos.
Varig, la mayor empresa latinoamericana del sector, decidió despedir a 10 por ciento su personal, que ya había sido reducido de 25.000 a 17.500 integrantes en los seis últimos años. Las pérdidas de Varig en el primer semestre de este año ascendieron a cerca de 200 millones de dólares.
Los efectos de terrorismo representan un golpe adicional a las compañías latinoamericanas, que, en general, ya trabajaban a pérdidas, a excepción de algunas como Lan Chile.
El impacto fue naturalmente más fuerte en las que operan internacionalmente, como es el caso de Varig, cuyos vuelos a Estados Unidos representan 15 por ciento de sus ingresos.
Los daños son múltiples. En primer lugar, cayó la demanda de pasajes a causa del ataque del 11 de este mes con aviones comerciales secuestrados contra las torres gemelas del World Trade Center, en Nueva York, y contra el Pentágono, sede del Departamento de Defensa estadounidense, en Washington.
Además, aumentó el costo operativo de las aerolíneas, debido a las medidas adicionales de seguridad que debieron adoptar, así como el de los seguros.
Las aerolíneas estadounidenses redujeron 20 por ciento sus vuelos y anunciaron que despedirán a 100.000 empleados como consecuencia de los atentados.
Por otra parte, se agravará para las compañías aéreas latinoamericanas el desequilibrio en la competencia internacional, por los 15.000 millones de dólares de ayuda brindados por las autoridades estadounidenses a las empresas de ese país, según directivos de Varig.
Las autoridades brasileñas ya dejaron claro que no habrá recursos para favorecer a las aerolíneas, actitud que, según se prevé, será generalizada en los países latinoamericanos, que carecen de capacidad financiera y ejecutan, en muchos casos, programas rígidos de austeridad fiscal.
La decisión de las aseguradoras internacionales, de limitar a 150 millones de dólares la cobertura que ofrecen en caso de guerra o actos terroristas amenaza los vuelos a Estados Unidos, donde se exige 1.000 millones de seguro, y a la Unión Europea, donde la exigencia es de 750 millones de dólares.
En Brasil el gobierno solucionó el problema, disponiéndose a complementar la cobertura necesaria para evitar la suspensión de los vuelos de compañías nacionales a partir de este miércoles. Pero la amenaza persiste en otros países de la región.
Lan-Chile, por ejemplo, anunció que reducirá a la mitad sus vuelos a Estados Unidos si no se soluciona el problema del seguro antes del viernes. La compañía chilena ya redujo a siete sus 12 vuelos semanales a Nueva York y de diez a nueve los vuelos a Miami, después de los atentados.
En Brasil, además, representantes de las empresas aéreas resolvieron el martes en Sao Paulo solicitar al gobierno la reducción de algunos tributos y de costos del uso de los aeropuertos, para restablecer condiciones que les permitan seguir operando.
Las compañías nacionales no quieren subsidios, sino condiciones de igualdad para competir, dijo el presidente de Varig, Ozires Silva. Los costos tributarios y financieros en Brasil son varias veces más altos que los de Estados Unidos, aseguró.
El sector quiere eliminar, por ejemplo, un impuesto para la actualización tecnológica de los aeropuertos, que ya recaudó más de 1.000 millones de dólares desde su creación en 1989. El tributo grava a empresas que afrontan crecientes dificultades a causa de la depreciación del real, la moneda brasileña.
Las deudas y gran parte de los costos operativos de la aviación se expresan en dólares, y por eso se elevaron con la depreciación del real, que ya alcanza 55 por ciento desde 1999 y se agravó después del 11 de septiembre.
Los efectos de los ataques terroristas contra Nueva York y Washington son disímiles en los distintos países y empresas latinoamericanas. En Cuba no se sintió ningún impacto, según las agencias de viajes y de turismo consultadas por IPS.
«No hay cancelación de pasajes y los vuelos continúan a ritmo normal», según la firma Havanatur, que atiende el tráfico aéreo entre Cuba y Estados Unidos.
«A pesar de una disminución en la demanda de los pasajes en América del Norte, hemos mantenido normalmente nuestros vuelos», señaló Sofía Valverde, encargada de prensa en Costa Rica del Grupo TACA, compañía salvadoreña que absorbió tres aerolíneas de otros países centroamericanos.
La reducción de pasajeros hacia y desde Estados Unidos tiene un impacto reducido en TACA, porque sus operaciones se concentran en América Central y del Sur.
En Argentina, en cambio, la repercusión es muy grave porque las compañías locales ya sufrían los efectos de la recesión económica nacional.
En agosto los embarques en vuelos domésticos ya habían caído 25 por ciento. A eso se sumó una reducción de 14 por ciento en la demanda de pasajes de Buenos Aires a Estados Unidos después de los atentados.
En México y en Venezuela la demanda cayó mucho por la gran cantidad de circulación entre esos países y Estados Unidos. Pero sus compañías aéreas esperan la evolución del mercado para decidir posibles ajustes.
Aeroméxico, compañía que dedica la cuarta parte de sus vuelos (es decir, 60 por día) a Estados Unidos, se dio un plazo de 10 días para tomar una decisión, dijo Alejandro Yberri, director de Mercadotecnia y Servicios a Clientes.
Sin embargo, Yberri pronosticó una reducción de ocho a 10 por ciento en la demanda, lo que dejará «aviones en tierra» o la devolución de los arrendados.
Para otra compañía del país, Mexicana de Aviación, los vuelos a Estados Unidos y Canadá representan 40 por ciento de sus ingresos. «Un desplome de 30 por ciento en ese tráfico aéreo» obligaría a recortes en las operaciones, dijo el vocero Fernando Martínez.
Las empresas mexicanas sufren también el impacto de la desaceleración económica causada por los ataques, ya que la mayor parte de su negocio es el transporte doméstico.
La Asociación de Agencias de Viajes venezolana calculó que la la reducción del tráfico aéreo a Estados Unidos en las dos últimas semanas ascendió a 65 por ciento, pero se espera un repunte en octubre, lo que descartaría medidas de ajuste. (FIN/IPS/mo/mj/if tr/mj