China, Irán y Pakistán pretenden pasar por alto los derechos de los refugiados en el documento final de la próxima Conferencia Mundial contra el Racismo, advirtieron activistas de los derechos humanos.
Esos países no quieren hacer mención de la Convención sobre Refugiados de 1951 en el documento, afirmó Rachael Reilly, directora de política sobre refugiados de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York.
«Ellos arguyen que, como no son signatarios de la convención, no deberían someterse a ella en la Conferencia» Mundial contra el Racismo y la Discriminación, a celebrarse en la ciudad sudafricana de Durban del 31 de agosto al 7 de septiembre.
«Los derechos de los refugiados en Asia no pueden ignorarse en Durban. Es una vergüenza que gobiernos asiáticos intenten marginar este problema», manifestó Anne Makome, asesora legal del centro asiático del Servicio Jesuita para los Refugiados, una organización humanitaria católica.
Según Makome, algunos gobiernos se niegan a discutir los derechos de los refugiados porque pretenden ocultar los abusos que esas personas sufren en la región.
«Las víctimas en general no pueden explicar a una conferencia internacional sobre racismo la discriminación y xenofobia que sufren», y sin embargo la sufren, dijo.
La discriminación afecta tanto a los cuatro millones de afganos refugiados en Pakistán e Irán como a los 100.000 bhutaneses que huyeron a Nepal en los años 80, luego de que Thimpu los expulsara para preservar su carácter budista, y a los más de 100.000 birmanos refugiados en Tailandia.
El principal problema de los refugiados es la falta de un estatuto legal, y por lo tanto de protección formal, observó Reilly.
«Los refugiados están en riesgo constante de detención arbitraria y deportación. También son discriminados en el acceso a servicios sociales básicos (como salud y educación) y a sus derechos económicos», dijo Reilly.
Los rohingyas, que huyeron desde Birmania hacia Malasia y Bangladesh, son uno de los grupos peor tratados, afirmó Human Rights Watch.
En Malasia, los refugiados y solicitantes de asilo rohingya suelen ser detenidos durante meses en campamentos para inmigrantes, donde padecen desnutrición y viven en condiciones insalubres, antes de ser «empujados hacia Tailandia».
Los rohingyas, un grupo indígena mayoritariamente musulmán, debieron huir de Birmania perseguidos por el gobierno militar. En 1991, 250.000 de ellos escaparon a Bangladesh.
Por otra parte, China fue criticada por la Comisión de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial por su política hacia los refugiados y solicitantes de asilo de Corea del Norte, afectada por la hambruna.
Según la Comisión, a los norcoreanos «se les niega sistemáticamente el asilo y se los repatria aun cuando fueron considerados refugiados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados» (ACNUR).
Sin embargo, este año Beijing permitió bajo presión internacional que una familia norcoreana viajara a Corea del Sur para pedir asilo, poco antes de ser designada anfitriona de los Juegos Olímpicos de 2008.
Los afganos que huyen de la guerra civil y la sequía en su país tampoco son bienvenidos en países vecinos como Pakistán e Irán.
El gobierno de Pakistán advirtió en noviembre del año pasado que ya no podía mantener sin ayuda internacional a los dos millones de afganos que huyeron de la guerra civil en su país y, antes de eso, de la invasión soviética en los años 80.
Las condiciones del campamento de refugiados de Jallozai son «infernales», afirmó ACNUR. Pakistán tiene planes de cerrar el campamento de Nasir Bagh y convertirlo en un proyecto de viviendas.
En las ciudades iraníes también cunde el sentimiento antiafgano. En un muro de Teherán puede leerse la leyenda «Muerte a los afganos», denunció la organización Refugees International, de Washington.
La situación en Asia se debe a que muchos países no son signatarios de la convención sobre refugiados, dijo Indrika Ratwatte, funcionaria de ACNUR en Bangkok.
«No están obligados por la ley internacional», y esto ha llevado a que no diferencien entre «inmigrantes económicos y refugiados», agregó.
Esta situación provoca la violación frecuente de un principio esencial de las leyes internacionales sobre refugiados: la prohibición de repatriar a una persona hacia un país donde su vida o libertad estén amenazadas.
Los refugiados también tienen problemas de nacionalidad y ciudadanía.
En la mayoría de los países asiáticos, donde la ciudadanía se otorga por la sangre y no por el lugar de nacimiento, muchos hijos de refugiados «no pueden obtener la ciudadanía del país donde nacieron», señaló Reilly.
La mayoría de los países que no han firmado la convención sobre refugiados, que cumplió su 50 aniversario en julio, son asiáticos e incluyen a India, Nepal, Birmania, Tailandia, Malasia, Indonesia y Singapur.
Asia tampoco posee un tratado regional sobre refugiados, a diferencia de Africa y América.
La cuestión de los refugiados es muy sensible para aquellos gobiernos preocupados por los problemas de seguridad derivados de albergar a gran número de personas de otro país durante largo tiempo y por los recursos necesarios para atender sus necesidades.
Esas preocupaciones hacen que algunos gobiernos vean con malos ojos a las organizaciones defensoras de los derechos de los refugiados, en particular a aquellas con vínculos extranjeros.
El gobierno de Tailandia «nos trata con desconfianza y hostilidad», declaró una activista de Bangkok que solicitó reserva, por temor al cierre de la oficina de su grupo, que critica el tratamiento de las autoridades a los refugiados birmanos. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/mlm/hd-pr/01) —— (*) Esta información es parte de una serie de IPS ante la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia que se realizará del 31 de agosto al 7 de septiembre en Durban, Sudáfrica. —-
