PALESTINA: Pacifistas extranjeros protegen aldea con su vida

Unos 50 pacifistas internacionales protegen voluntariamente como escudos humanos la aldea árabe cristiana de Beit Jala, en Palestina, asediada por el ejército de Israel.

Se trata de 50 mujeres y hombres de distintos países occidentales que llegaron este mes a Cisjordania para colocarse en medio del conflicto entre palestinos e israelíes.

Desde el inicio del levantamiento palestino contra la ocupación de Israel, en septiembre de 2000, los proyectiles israelíes dañaron 850 viviendas en Beit Jala, una aldea de casas de piedra y jardines con árboles frutales.

El ejército de Israel ubicó vehículos blindados en el valle desde el asentamiento judío de Gilo, ubicado en el suburbio de Belén, Jerusalén, y los disparos son frecuentes.

Voluntarios británicos, estadounidenses, dinamarqueses, franceses e italianos llegaron a la zona bajo el auspicio del Movimiento Internacional de Solidaridad, opuesto a la ocupación de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania por parte de Israel, que se prolonga desde 1967.

Israel atacará Beit Jala si lo considera necesario a pesar de la presencia de los extranjeros, dijo el portavoz del gobierno israelí Ra'anan Gissin. «Estas personas están siendo utilizadas como máquina propagandística por la Autoridad (Nacional) Palestina», sostuvo.

Los voluntaros occidentales también recorren los puestos de control militar, observan el trato de los soldados israelíes a la población palestina e intentan crear un ámbito seguro para las manifestaciones no violentas.

El 10 de agosto, una protesta pacífica terminó abruptamente cuando la policía israelí arrestó a siete voluntarios extranjeros y a tres ciudadanos palestinos que manifestaban contra la toma de la Casa de Oriente, en Jerusalén Oriental, una de las sedes no oficiales de la dirigencia palestina.

Una de las personas detenidas, la británica Angie Zelter, de 50 años, dijo que estaba protestando en forma pacífica cuando el grupo donde se encontraba fue atacado con bastones, empujado a un vehículo policial y trasladado a una comisaría.

Allí, Zelter denunció la golpiza dada a los palestinos, un acto que normalmente no registra la policía israelí. «Mis amigos fueron insultados y golpeados en la cabeza y el cuello, por lo cual quedaron con severas contusiones», sostuvo.

Zelter, casada con un judío, llegó a Beit Jala para expresar su solidaridad con los palestinos y hacer lo que deberían hacer los gobiernos extranjeros, afirmó.

«Estamos aquí para atestiguar la violación de derechos humanos. Los palestinos son humillados a diario por la fuerza de ocupación y se les niega protección», agregó.

Liz Khan, otra de las voluntarias, dejó a sus dos hijos en Londres para pasar algún tiempo en la población de Beit Jala. Khan pernoctó varias noches en las casas más expuestas al fuego israelí y experimentó el impacto de los proyectiles. «El mundo debe ver lo que está pasando», dijo.

«Los estadounidenses que estamos en la aldea nos sentimos responsables por los miles de millones de dólares que Estados Unidos paga para financiar la ocupación y queremos que eso se detenga», declaró el estudiante universitario Jim Davis, de 28 años.

El 16 de agosto, el grupo de pacifistas se trasladó a la aldea cisjordana de Al-Khader para quitar de un camino bloques de piedra y restos de autobuses viejos colocados por el ejército israelí para impedir el acceso de los aldeanos a las parcelas donde tenían sus cultivos.

Protegido por el escudo humano de extranjeros, un niño de once años manejó una excavadora que retiró las barreras, ante la mirada incrédula de los aldeanos. Los soldados israelíes observaron la operación desde una colina cercana.

Pero la alegría duró poco. A la mañana siguiente las tropas gubernamentales volvieron a bloquear el camino.

Tras 11 meses de conflicto, aumenta la presión internacional sobre el gobierno israelí de Ariel Sharon para que acepte la presencia de observadores internacionales, pero Israel continúa negándose.

Los funcionarios israelíes advirtieron que no podían garantizar la seguridad de los voluntarios extranjeros. «Se colocaron en la zona de fuego. Eligieron el lado equivocado, pero si eso es lo que quieren, deberán cuidarse por sí mismos», afirmó el portavoz Gissin. (FIN/IPS/tra-en/vq/mn/dc/mlm/ip-hd/01

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