IRAQ: Saddam Hussein se fortalece, incluso entre bombardeos

Cincuenta aviones estadounidenses y británicos bombardearon hoy el sur de Iraq y destruyeron tres puestos de defensa antiaérea. Pero a 11 años de la invasión iraquí a Kuwait, Saddam Hussein parece más fuerte que nunca.

El ataque anglo-estadounidense destruyó un centro de control, una base de lanzamiento de misiles antiáereos y una estación de radares de largo alcance, que habían mejorado la capacidad de defensa antiáerea de Iraq, según informó el Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Washington dijo que el bombardeo fue una respuesta a los crecientes ataques contra aviones estadounidenses y británicos que patrullan las zonas de exclusión de vuelos iraquíes en el norte y el sur del país.

Aviones estadounidenses y británicos habían bombardeado el martes una base de misiles cerca de la septentrional ciudad de Mosul. El ataque de este viernes fue el peor de los últimos seis meses.

Saddam Hussein, el presidente de Iraq, advirtió el miércoles a ambos países que retiraran sus aviones del espacio aéreo iraquí o de lo contrario serían atacados.

Saddam Hussein, en el poder desde 1979, parece estar recuperando el peso político de antaño, sostienen analistas políticos al cumplirse once años de la invasión iraquí a Kuwait, lanzada en agosto de 1990.

Una coalición de 33 países encabezada por Estados Unidos derrotó a Iraq en la guerra del Golfo, desalojando a sus tropas de Kuwait. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) respondió a la invasión con medidas de embargo económico que aún persisten.

Tras la guerra del Golfo, Estados Unidos y Gran Bretaña impusieron zonas de exclusión para vuelos iraquíes dentro del propio espacio aéreo del país, supuestamente para proteger a los musulmanes chiítas en el sur y a los kurdos en la zona norte.

Iraq siempre negó la legitimidad de las zonas de exclusión, y en julio, sus defensas antiáereas intensificaron el fuego contra aviones estadounidenses y británicos. A fines del mes pasado Washington reconoció que los misiles iraquíes habían derribado un avión espía U2 estadounidense.

Las sanciones económicas de la ONU empobrecieron al país y causaron grandes retrocesos sociales. El producto interno bruto por persona cayó de 3.000 dólares a 715 por año, y el consumo de proteínas se redujo a la mitad.

Medio millón de niños menores de cinco años han muerto desde 1990 en este país de 23 millones de habitantes, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y el personal médico debió estudiar nuevas formas para combatir enfermedades como difteria y cólera, erradicadas en Iraq en los años 80.

Sin embargo, Saddam Hussein se mantuvo en el poder e incluso mejoró sus relaciones con varios países vecinos. En los últimos meses Iraq firmó acuerdos de libre comercio con Siria y Egipto, dos países que lo combatieron en la guerra del Golfo.

La permanencia de Saddam Hussein en el poder obedece a una combinación de factores externos e internos, explicó el periodista iraquí Salem Mashqour, residente en Beirut.

Esos factores incluyen los intereses de los países vecinos, las consecuencias de la política estadounidense, que busca la contención recíproca entre Irán e Iraq, y la larga experiencia de Saddam Hussein en el uso del poder y de la fuerza militar.

«Occidente no entiende que en Iraq el poder no reside en el pueblo, sino en las tribus. Ellas mantienen (a Saddam Hussein) en el poder por los beneficios que obtienen, desde mejores cargos en el ejército hasta maquinarias para sus agricultores», explicó un diplomático occidental en Bagdad.

Saddam Hussein también forjó fuertes vínculos con quienes lo rodean, haciéndolos compartir una sensación de «complicidad», dijo Mashqour. «Si él cae, ellos saben que caerán también. Su sobrevivencia está unida a la del régimen», sostuvo.

Durante muchos años, el presidente iraquí se apoyó en sus servicios de inteligencia para gobernar el país y formó a varias generaciones de personas con mentalidad de «mukhabarat» (inteligencia, en árabe).

Por otra parte, las agencias occidentales de ayuda afirman que la distribución de alimentos para la población está muy bien organizada. Muchos temen por la suerte que correrían las raciones de alimentos si el régimen cayera repentinamente.

«La población no piensa en términos políticos, sólo se ocupa de conseguir alimentos y medicinas y anhela mantener a su familia viva», explicó Wamid Nathmi, profesor de ciencia política de la Universidad de Bagdad.

«La situación no ha cambiado mucho (desde la guerra). Quienes apoyaban al presidente y pensaban que la guerra fue una conspiración de Estados Unidos, aún piensan igual, y los que creían que la misma fue culpa del régimen, también», dijo.

«El embargo no fue razón suficiente para que la población rechazara al régimen del Partido Baas. Los iraquíes son conscientes de que, gracias a la nacionalización de las riquezas petroleras (en 1972), el pueblo recibió muchas oportunidades, educación y atención médica», sostuvo un diplomático extranjero.

Con excepción de los disturbios que estallaron en 1991, Saddam Hussein no ha sufrido serias amenazas desde que se impusieron las sanciones.

Cualquier intento opositor es aplastado en horas, aseguró un diplomático occidental. La débil oposición en el exilio es fomentada por Estados Unidos, lo cual le quita credibilidad dentro del país, agregó el diplomático.

Los países de la región son cada vez más reacios a alojar a grupos opositores. Las autoridades de Jordania pidieron discretamente a los miembros del opositor Acuerdo Nacional Iraquí que se retiraran de su territorio.

Otros países, como Arabia Saudita y Kuwait, temen que una rebelión contra Saddam Hussein pueda instaurar un régimen chiíta en Iraq, lo cual alentaría movimientos similares en sus territorios.

Varios gobiernos árabes rechazan la perspectiva de un proceso democrático en Iraq y su efecto de contagio en Medio Oriente.

«La obsesión estadounidense de expulsar a Saddam Hussein no es realista. Es muy difícil hallar una opción alternativa», dijo un diplomático.

La sucesión padre-hijo parece estar en los planes de Saddam Hussein. Su hijo menor, Qusay, asciende lentamente en las estructuras de poder luego de permanecer en los servicios de seguridad durante muchos años. Pero a pesar de ocasionales quiebres de salud, el presidente iraquí se ve muy saludable.

«Tras 11 años de sanciones el régimen no se ha debilitado. No podemos esperar que eso pase dentro de diez años si seguimos en las mismas circunstancias», opinó el profesor Nathmi. (FIN/IPS/tra- en/kg/raj/mn/dc/aq/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe