DESARME: Annan reanuda la lucha contra las armas livianas

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, reanudó su campaña por una convención internacional contra la proliferación de armas livianas, pese al fracaso de la conferencia sobre la materia realizada por el foro mundial.

La conferencia, celebrada en Nueva York del 9 al 21 de julio, propuso un programa de acción aprobado por los 189 Estados miembros de la ONU, con los objetivos de prevenir, combatir y erradicar el tráfico de armas livianas.

Sin embargo, y debido a la posición sostenida por los representantes de Estados Unidos, sólo se planteó que la ONU estudiara la «viabilidad» de implementar ese programa, y también quedó en suspenso la propuesta de regulación del comercio legal de esa clase de armamento.

Annan intenta convencer al Consejo de Seguridad del foro mundial de que reanude la discusión de esas iniciativas.

En la actualidad, circulan en el mundo unos 550 millones de armas livianas, según la ONU.

El secretario general dijo el jueves al Consejo que el fracaso de la conferencia contrasta con la existencia de normas internacionales, aprobadas por los Estados miembros del foro mundial, que prohíben las armas químicas y biológicas, las minas antipersonales y la proliferación del armamento nuclear.

«Sin embargo, es notoria la ausencia de un marco similar de procedimientos y prohibiciones para frenar el tráfico de armas livianas», destacó.

Hace tres años, el propio Annan recomendó en un informe que ningún gobierno de Africa, el continente más pobre del mundo, gastara en armas más de 1,5 por ciento de su producto interno bruto.

El uso de armas livianas predominó en 46 de los principales 49 conflictos que se produjeron en el mundo en los años 90 y causaron la muerte de unos cuatro millones de personas, 90 por ciento de ellas civiles y 80 por ciento mujeres y niños, según estudios de la ONU.

El embajador estadounidense ante el foro mundial, James Cunningham, aseguró el jueves que su país es partidario de medidas concretas y eficaces contra el tráfico de esas armas.

«El modo más eficaz de evitar que las armas livianas lleguen a manos de personas dispuestas a darles mal uso es establecer en cada país estrictos controles de su exportación e importación, severas leyes regulatorias de la intermediación comercial y garantías de la seguridad de los depósitos», opinó.

Estados Unidos posee uno de los sistemas de regulación de la exportación de armas livianas más estrictos del mundo, y exige la aprobacion expresa de su Departamento de Estado para cualquier venta al exterior o reventa de esas armas, aseguró.

Las afirmaciones del embajador apuntaron a defender la posición estadounidense de que lo mejor es que cada país establezca leyes en la materia, en vez de crear normas internacionales.

El subsecretario de Estado estadounidense para control de armas y asuntos de seguridad internacional, John Bolton, alertó sobre presuntos peligros de la búsqueda de normas internacionales durante la sesión inaugural de la conferencia del mes pasado.

En el proceso de toma de decisiones de la ONU, frases que pasan inadvertidas en resoluciones se transforman en declaraciones políticas, y de pronto se vuelven acuerdos internacionales, afirmó.

«Los malos tratados crecen a partir de pequeñas semillas», afirmó.

La hostilidad de Washington al establecimiento de normas internacionales no se ha manifestado sólo en la cuestión de las armas livianas, sino que expresa una doctrina general adoptada por el actual presidente estadounidense, George W. Bush, del Partido Republicano.

Washington ha expresado desde la asunción de Bush su oposición a varios acuerdos internacionales, entre ellos el de Convención contra Minas Terrestres y el de creación de una Corte Penal Internacional, negociados durante el gobierno del predecesor de Bush, Bill Clinton, del Partido Demócrata.

Bush anunció en marzo que Estados Unidos no ratificaría el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 para reducir la emisión en países industrializados de gases que causan retención de calor en la atmósfera, y ha expresado su voluntad de dejar sin efecto el tratado contra misiles balísticos firmado por Washington en 1972.

La semana pasada, el gobierno estadounidense bloqueó la creación de un nuevo organismo internacional con el mandato de controlar la implementación de la convención de la ONU que prohibió en 1975 el desarrollo, la producción y la posesión de armas biológicas.

Esa propuesta fue apoyada por una amplia mayoría de los Estados miembros de la ONU, incluyendo a las 15 naciones que integran la Unión Europea. (FIN/IPS/tra-eng/td/aa/mp/ip/01

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