Los gobernantes de 19 países de América Latina acordaron hoy, al clausurar la XV Cumbre del Grupo de Río concurrir con políticas comunes ante los principales foros económicos internacionales en demanda de resguardos para los mercados emergentes y mayor equidad en el comercio mundial.
En expresión concreta de la concertación regional, el presidente de Chile, Ricardo Lagos, anfitrión de la cumbre, se comunicó telefónicamente este sábado con su par estadounidense George W. Bush para solicitarle, en nombre del Grupo de Río, apoyo a medidas a favor de Argentina que tranquilicen los mercados financieros.
La Declaración de Santiago, suscrita por los mandatarios reunidos en la cumbre, expresó un franco respaldo al gobierno argentino de Fernando de la Rúa y a su plan de ajuste y estabilización , cuya viabilidad requiere en lo inmediato recursos crediticios que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería aprobar el lunes próximo.
Más allá de la expresión coyuntural de la crisis argentina, el consenso logrado en los dos días de reunión de los gobernantes latinoamericanos apunta a llegar con políticas comunes a las próximas reuniones internacionales sobre comercio y finanzas.
El propósito es alcanzar esta coordinación en el FMI, en la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de noviembre en Qatar y en la Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para marzo de 2002 en Monterrey, México.
Lagos señaló, en una conferencia de prensa de cierre de la cumbre ofrecida junto a los presidentes Andrés Pastrana, de Colombia, y Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, que las políticas comunes se orientarán también a mejorar el acceso a los mercados de las exportaciones latinoamericanas y, en especial, de los productos agrícolas.
En esa dirección, el Grupo de Río buscará también una estrecha coordinación con el Grupo de Cairns, un conglomerado internacional de 16 países exportadores agrícolas, en el cual participan naciones latinoamericanas y de otras áreas del mundo en desarrollo junto a economías industrializadas, como Australia y Canadá.
Chile recibió la secretaría pro tempore del Grupo de Río de manos de Colombia, sede la cita del año 2000, y ahora entregó la conducción de la instancia a Costa Rica, que albergará la próxima cumbre en abril de 2002.
El Grupo de Río, creado en 1986 en Río de Janeiro, es la mayor instancia latinoamericana de coordinación y concertación política, y está integrado por gobiernos surgidos de elecciones pluralistas, una condición que excluye a Cuba.
En la cumbre que finalizó este sábado en Santiago participaron, además de Lagos, Pastrana, Rodríguez y De la Rúa, los presidentes Jorge Quiroga, de Bolivia, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Francisco Flores, de El Salvador, y Bharat Jagdeo, de Guyana.
Concurrieron igualmente los presidentes Vicente Fox, de México, Arnoldo Alemán, de Nicaragua, Luis González Macchi, de Paraguay, Alejandro Toledo, de Perú, Hipólito Mejía, de República Dominicana, Jorge Batlle, de Uruguay, y Hugo Chávez, de Venezuela.
Los vicepresidentes Pedro Pinto, de Ecuador, Juan Francisco Reyes, de Guatemala, y Dominador Bazán, de Panamá, encabezaron las delegaciones de sus países, en tanto el representante de Honduras fue el canciller Roberto Flores.
La crisis de Argentina y su amenaza de contagio internacional concentraron la atención de los mandatarios en los llamados diálogos informales de las sesiones de trabajo, pese a que el tema central de la agenda oficial fue la sociedad de la información.
Lagos señaló que Bush y los secretarios Colin Powell, de Estado, y Paul O'Neill, del Tesoro, están interesados en una «solución adecuada a lo que está ocurriendo con Argentina», según le manifestó el mandatario estadounidense en su extensa conversación telefónica.
«Todos coincidimos, y así lo expresó el presidente Bush, en la necesidad de encontrar una solución a la brevedad para poder traer tranquilidad a los mercados internacionales», manifestó Lagos en la clausura de la cumbre.
«La administración (de Bush) y el Grupo de los Ocho (los siete países más industrializados y Rusia) comprenden perfectamente la necesidad de mantener los flujos de capital abiertos en los mercados emergentes, y de resolver adecuadamente los otros temas más complejos que tenemos por delante», agregó.
Ante una pregunta, Lagos señaló que el «tema político mayor» de la economía internacional es la necesidad de «un ordenamiento claro» para el sistema financiero surgido tras la segunda guerra mundial de los acuerdos de Bretton Wood, con la creación del FMI y el Banco Mundial.
Este sistema no responde a las necesidades del mundo de hoy, con un andamiaje internacional en que predominan los flujos financieros que escapan al control de las economías nacionales, advirtió.
«No existe lo que pedía el economista británico (John Maynard) Keynes, que el FMI fuera un banco central de bancos centrales», puntualizó el mandatario chileno.
Bajo esta preocupación de largo alcance, es que el Grupo de Río se propone influir especialmente en la conferencia sobre financiamiento para el desarrollo de Monterrey, que será la primera reunión de la ONU en los últimos 20 años sobre cuestiones económicas, indicó Rodríguez.
Según el mandatario costarricense, las demandas de cambios en la arquitecta internacional de las finanzas y el comercio no implican la renuncia a las políticas ortodoxas de control del gasto y apertura al intercambio.
«A esas políticas ortodoxas hay que agregarle humanismo y solidaridad», comentó Rodríguez.
Por su parte, Pastrana puso el acento en la necesidad de nuevos acuerdos en el comercio internacional, ejemplificando con la situación creada en el mercado de café luego de la desaparición del acuerdo internacional sobre las exportaciones de ese producto agrícola.
«Esta es la peor crisis cafetalera de la historia y puede derivar en situaciones de inestabilidad política en países productores. Las soluciones no pueden ser a mediano o largo plazo, sino inmediatas», dijo el mandatario colombiano.
Mientras rigió el Acuerdo Internacional del Café, el comercio del grano ascendía a 30.000 millones de dólares al año, de los cuales los países productores recibían unos 9.000 millones, señaló Pastrana.
En la actualidad, sin acuerdo internacional, las ventas de café suman 55.000 millones de dólares, de los cuales los productores reciben menos de 7.000 millones.
La disminución de los ingresos afecta a extensos sectores de población que viven de la actividad cafetalera, y que en el caso de Colombia son 2,5 millones de personas, concluyó Pastrana. (FIN/IPS/ggr/ff/ip if/01