El proceso de paz en Sierra Leona es tan frágil como hace un año, pues se ignora el potencial bélico del Frente Revolucionario Unido (RUF) y su verdadero compromiso con los acuerdos de cese del fuego.
El presidente Ahmed Tejan Kabbah aseguró que los avances logrados son «irreversibles» ,y que su gobierno «no tolerará ningún intento de grupo o individuo por sabotear el proceso de paz».
El grupo al que se refería Kabbaj es el RUF, cuya insurrección puso en marcha en 1991 una guerra que causó 50.000 muertes y 750.000 exiliados, en un país de 4,5 millones de habitantes. Informes internacionales acusan al RUF de practicar amputaciones a 3.000 civiles, incluyendo niños y niñas.
Pese a los acuerdos logrados en 1999 entre el gobierno y los rebeldes en Lomé, Togo, y en Abuja, Nigeria, los rebeldes mataron en mayo de 2000 a 22 manifestantes desarmados y secuestraron a 500 integrantes de las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU (Organización de Naciones Unidas), paralizando el proceso de pacificación.
El mes pasado, el secretario general de la ONU, Kofi Annan expresó un «cauteloso optimismo» ante las perspectivas de paz de Sierra Leona.
Algunos críticos creen que la situación es tan frágil como en mayo de 2000. Según una fuente cercana al proceso de paz, «hay un optimismo exagerado, la gente tiene poca memoria. Los problemas no se han resuelto».
Los acuerdos de 1999 establecieron el cese del fuego, el despliegue de 13.000 efectivos de la ONU y un programa de desarme, desmovilización e integración de los irregulares.
Desde el cese de hostilidades en marzo, la Misión de la ONU en Sierra Leona (UNAMSIL) desplegó 12.178 efectivos.
Según algunos observadores, el RUF está más débil que nunca. Su líder, Foday Sankoh, permanece detenido desde el último año, acusado de atrocidades contra la población civil.
El aliado histórico de Sankoh, el presidente de Liberia Charles Taylor, está asediado por sanciones de la ONU que le impiden exportar diamantes, y por un movimiento insurgente en el distrito de Lofa al que no logra sofocar.
El RUF logró controlar y explotar las reservas diamantíferas de Sierra Leona. Mediante el contrabando de diamantes en bruto hacia Liberia, obtenía importantes ingresos para armarse.
En los últimos meses, el ejército de la vecina Guinea asestó un duro golpe al RUF en respuesta a las frecuentes incursiones en su territorio.
Así mismo, los reclutas más jóvenes de la guerrilla se presentan voluntariamente a los centros de desarme para entregar sus armas, lo que para muchos es una señal de creciente desmoralización entre los milicianos.
Como contrapartida, el ejército de Sierra Leona, entrenado por militares británicos, se está convirtiendo en una fuerza profesional y motivada, que promete respetar la vida de los civiles.
Si bien el gobierno de Gran Bretaña insiste en que sólo cumple una labor de entrenamiento a corto plazo, mantiene en Sierra Leona un escuadrón de reacción rápida, que podría actuar contra el grupo rebelde.
La verdadera capacidad militar del RUF es desconocida. La organización afirma tener 10.000 combatientes, pero se sospecha que sus mejores unidades están en Liberia, luchando en apoyo del gobierno de Taylor.
Se supone que el comandante Sam Bokarie, conocido como «general Mosquito» y acusado por la ONU de crímenes de guerra, está en Liberia, protegido por Taylor.
«No sé de dónde vino esta guerra, soy ignorante», dijo Mohamed Sessih, ex comerciante el distrito diamantífero de Kono, en el este del país, que en abril de 1998 fue baleado en el estómago por rebeldes del RUF.
«Este país era muy tranquilo, pero todo empezó a estar mal cuando Siaka Stevens tomó el poder en los años 60», dijo Sassih, en referencia al líder que liquidó los últimos lazos coloniales con Gran Bretaña y gobernó Sierra Leona desde 1968 a 1985.
«Ahora, Taylor se está quedando con nuestra riqueza. Sólo espero que venga un redentor y nos salve», agregó.
Sassih ayuda a los heridos de guerra del campamento Grafton, ubicado a 25 kilómetros de la capital, Freetown, y realiza algunos trabajos de albañilería para sobrevivir.
En una habitación, un joven permanece acostado, paralizado por lesiones en su columna. Otro hombre cuenta cómo los rebeldes le quemaron un ojo con un trozo de goma ardiente, y Sessih muestra su propia cicatriz.
El campamento de Grafton deberá cerrarse en algunos meses, y los heridos regresarán a sus localidades y aldeas. Pero Sessih no tiene prisa para volver a Kono, pues la casa de su familia fue incendiada durante la guerra. «No tengo nada en el mundo», dijo.
Una de las preguntas sin respuesta es el futuro papel del RUF. En ausencia de Sankoh, el movimiento parece más moderado y dice querer convertirse en partido político.
El abogado Omrie Golley, portavoz del grupo, preside el Consejo Político y de Paz, mientras que Issa Sesay es considerado el líder de hecho, si bien la cadena de mando está sumida en la confusión.
Según el acuerdo de Lomé, el gobierno debe otorgar «las condiciones para la transformación del RUF en un partido político que ingrese en el proceso democrático», y el movimiento debe ser admitido «en un amplio gobierno de unidad nacional».
La celebración de elecciones es otro tema pendiente. Se manejan varias fechas, entre octubre de este año y mayo de 2002. Muchos observadores consideran que lo mejor sería postergarlas, pues aún hay grandes zonas en poder de los rebeldes.
El éxito del proceso depende igualmente de la finalización del programa de desarme, desmovilización e integración.
Desde mediados de mayo fueron desarmados casi 7.000 combatientes del RUF y de la progubernamental Fuerza de Defensa Civil (CDF). Pero se teme que ambos grupos hayan conservado sus armas más poderosas.
Annan reconoció, en su último informe sobre Sierra Leona, que el programa de desarme no tenía suficiente presupuesto: sólo 17,5 millones de dólares para este año y 13,9 millones para 2002. Una conferencia de donantes celebrada en París el mes pasado tuvo resultados desalentadores.
También preocupa que el gobierno carezca de un mecanismo concreto para la integración social de los ex combatientes. «La reinserción simplemente no figura en el programa», advirtió un observador.
El conflicto debe ser resuelto en el escenario regional. Si bien los países occidentales encabezados por Estados Unidos son contrarios al régimen de Liberia, Nigeria se opuso a las sanciones aplicadas por la ONU a ese país.
El enviado especial nigeriano para la resolución del conflicto en Sierra Leona, Ralph Uweche, sostuvo el mes pasado que las sanciones no son oportunas, pues a su juicio, «Taylor y Liberia se están inclinando por la paz». (FIN/IPS/tra-en/cs/mn/dc-ff/ip/01)