SALUD-CUBA: Mujeres en lucha contra el sida

Sólo una revolución similar a la que protagonizaron las mujeres hace más de 40 años por la igualdad de género podría frenar en Cuba el avance del sida y desterrar los prejuicios contra el uso del condón.

El proceso que a partir de 1959 incorporó a las mujeres a la educación y al trabajo y les fue abriendo poco a poco un espacio en esta isla caribeña de régimen socialista fue considerado «una revolución dentro de la Revolución».

Algo así debería suceder ahora, pero respecto de la sexualidad, señaló a IPS María Julia Fernández, una cubana portadora desde hace 15 años del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

«Ellas tienen que aprender a decir no», dijo Fernández, quien desde hace más de una década dedica la mayor parte de su tiempo a tareas de prevención del sida y a ayudar a portadores de VIH.

Gracias a su nivel de información y protagonismo social, las cubanas tienen el poder de decisión si realmente se decidieran a actuar. Pero, en cambio, ellas siguen plegadas a la tradición y no exigen el uso del preservativo en las relaciones sexuales por temor a ofender a su pareja, comentó.

En Cuba, las mujeres representan 43 por ciento de la fuerza de trabajo, ocupan 66,6 por ciento de los puestos técnicos y llegan a 51 por ciento del total de investigadores científicos y más de 60 por ciento de los estudiantes universitarios.

Las cubanas se encuentran en una posición ventajosa comparadas con sus congéneres de otros países en desarrollo, pues no sólo el analfabetismo femenino es un asunto del pasado sino que desde hace años aquí se habla de la feminización de las universidades.

La crisis económica que sufrió Cuba durante la década del 90 provocó algunos niveles de pobreza, pero se logró mantener los accesos gratuitos a la educación y a la salud y las condiciones de trabajo similares para mujeres y hombres.

Sin embargo, pese a estos avances sociales, estudios especializados indican que sólo alrededor de cinco por ciento de la población cubana que mantiene relaciones sexuales usa el condón para proteger su salud o como método anticonceptivo. En la relación, las mujeres están en minoría.

Una encuesta publicada el año pasado por la Oficina Nacional de Estadísticas señaló que la mayoría de las mujeres que declararon haber tenido relaciones sexuales ocasionales en los 12 meses anteriores a la consulta no usaron condón.

La investigación demostró que ellas saben de sida y cómo prevenir la enfermedad, pero piensan que no tienen ninguna posibilidad de contagiarse del VIH. El condón no se usa por la confianza en la pareja, porque no les gusta o porque nunca lo han utilizado, declararon los encuestados.

A la pregunta sobre cómo se protegen, muchas mujeres responden diciendo que ellas usan otros métodos anticonceptivos, como la píldora o el dispositivo intrauterino, limitando así la protección a la necesidad de evitar un embarazo no deseado.

Las mujeres portadoras de VIH son minoría en este país, pero, según autoridades sanitarias, se ha empezado a notar un aumento preocupante de diagnosticadas con el mal cada año por el sistema público de salud.

El aumento de las mujeres que se dedican a la prostitución también es una puerta abierta al sida y a otras enfermedades de transmisión sexual.

Estudios demuestran que las prostitutas también temen ofender a su pareja, en este caso siempre ocasional, si usan preservativos, mientras que los hombres, por lo general turistas extranjeros, tienen una imagen demasiado edulcorada de los niveles de salud en Cuba y tampoco suelen hacerlo.

Estadísticas oficiales indican que hasta el 27 de mayo se habían registrado en Cuba 3.481 contagios de VIH, 1.254 de esos portadores habían enfermado de sida y 887 habían fallecido, 54 de ellos por causas ajenas a la enfermedad.

Los informes detallan que de ese total de diagnosticadas 2.701 son hombres y 784 mujeres. Los homosexuales siguen siendo los más afectados, pues representan 82,7 por ciento de los hombres infectados con VIH y 64,2 por ciento del total de personas que viven con el virus.

Fernández explicó a IPS que se ha comprobado que el sida entra a muchos hogares llevado por hombres casados que mantienen relaciones sexuales desprotegidas con otros hombres, a espaldas de su pareja femenina que mantiene su «confianza a ciegas».

A su juicio, es una tradición muy afianzada en la isla que la mujer espere y acepte lo que diga su pareja sexual. «El reto no está en negar las relaciones sexuales, sino en aprender a vivir con el virus, decir stop (pare) y usar el condón», comentó.

Con este mensaje como guía, Fernández trabaja en un proyecto conjunto del Centro de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual y Sida, perteneciente al Ministerio de Salud Pública, y de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

La FMC, única organización femenina reconocida legalmente, puso a disposición del proyecto su red de Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia, diseminadas por casi todo el país, con el fin de preparar distribuidoras de información para mujeres.

Joel Iglesias, portador de VIH y promotor de salud, está convencido de que «es más probable que un varón seropositivo al VIH pueda infectar a más personas a lo largo de su vida que una mujer portadora».

«Las relaciones sexuales entre varones ponen en peligro tanto al hombre como a la mujer. Estudios realizados en diversas partes del mundo indican que estas relaciones, por lo general ocultas, las practican hasta una sexta parte de la población masculina», afirmó Iglesias.

La vulnerabilidad de la mujer aumenta por sus condiciones biológicas. Durante el coito heterosexual, una gran superficie de la mucosa vaginal se expone al semen que tiene mayor concentración de virus que las secreciones vaginales.

El semen se mantiene más tiempo en la vagina que las secreciones vaginales en el pene y el riesgo aumenta en niñas y adolescentes, pues su madurez genital impide que la mucosa actúe como barrera efectiva contra los agentes patógenos.

Estadísticas del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida) señalan que casi 52 por ciento de las personas que murieron de sida el año pasado eran mujeres.

Onusida también indica que más de nueve millones de personas han muerto en el mundo a causa de esta enfermedad desde que se comenzó a recoger datos sobre la pandemia.

Las mujeres constituyen 47 por ciento (casi 17 millones) del total de portadores de VIH en el mundo, mientras que en América Latina representan 25 por ciento de los infectados y en el Caribe 35 por ciento.

«Tratamos que ellas no sigan pasivas. Que sean capaces de cuidar su salud, de empoderarse, de exigir el uso del preservativo a su pareja», aseguró Fernández, cuya reflexión parte de su experiencia personal.

Esta mujer de 48 años, conocida como La Paloma entre sus compañeros del área de prevención, fue virgen al matrimonio y mantuvo siempre la fidelidad a su esposo, incluso luego de que éste muriera de sida.

Fue la quinta mujer diagnosticada en Cuba y la primera en incorporarse a un grupo de prevención. «El sida cambió mi vida», dice comparando la persona llena de prejuicios que fue y la que ahora reconoce ante un auditorio que es seropositiva al VIH. (FIN/IPS/da/he/dm/01

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