RELIGION-CUBA: El pueblo vuelve a las iglesias

Las relaciones entre la Iglesia Católica y el gobierno de Cuba parecen haber dejado atrás los vaivenes y claroscuros de cuatro décadas y pasan ahora por un periodo de distensión, que favorece la reanimación del fervor religioso de la población.

«Ha sido un proceso que ha evolucionado favorablemente», dijo Caridad Diego, jefa de la gubernamental Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos, al calificar de «buenas» las relaciones del gobierno de Fidel Castro con todas las instituciones religiosas del país.

A su vez, monseñor Carlos Manuel de Céspedes, vicario de la arquidiócesis católica de La Habana, reconoció que la visita del papa Juan Pablo II, en enero de 1998, mejoró el clima respecto de lo religioso e inició un proceso de cambio «en la dirección correcta».

Diego y De Céspedes examinaron la situación frente a unos 200 especialistas procedentes de 16 países que llegaron a La Habana a comienzos de este mes para asistir al Encuentro Internacional de Estudios Socioreligiosos.

Investigaciones del gubernamental Departamento de Estudios Socio Religiosos, organizador de la cita, señalan que 85 por ciento de los 11,2 millones de cubanos tiene algún sentimiento religioso, en tanto 15 por ciento restante se declara ateo.

Los estudios detallan que sólo 15 por ciento de quienes afirman tener alguna creencia adhieren a alguna religión institucionalizada, es decir que marcan pertenencia por alguna de ellas, como la Iglesia Católica o más de medio centenar de denominaciones protestantes.

En cuanto al catolicismo, señalan que alrededor de tres por ciento de la población de la isla asiste a misa con cierta regularidad, 15 por ciento concurre a las parroquias de vez en cuando, en especial en ocasión de alguna festividad religiosa, y 60 por ciento se declara bautizado.

El comportamiento religioso en La Habana, habitada por 2,2 millones de personas, mantiene «variaciones positivas», según demuestran estadísticas del arzobispado.

Las autoridades eclesiásticas indican que las personas que tomaron su primera comunión aumentaron de 746 en 1990 a 2.244 el año pasado, mientras que los bautizados crecieron de 27.609 a 33.735 en el mismo periodo.

Sin embargo, especialistas en materia de religión explican que en la realidad cubana los bautizos conllevan un sentido o ritual de protección, que no comportan necesariamente un compromiso católico.

En ese sentido, recuerdan que en el panorama religioso de Cuba convergen el catolicismo, religiones de origen africano, el espiritismo, el protestantismo tradicional estadounidense, el pentecostalismo también procedente de Estados Unidos y el judaísmo, entre otras.

«Para hacerse un santo (iniciación) en la Regla de Ocha — religión de origen africano también conocida como santería— es necesario bautizarse primero», dijo a IPS Milagros Guzmán, santera desde hace más de 20 años.

Por su parte, el profesor Jorge Ramírez Calzadilla apuntó que ninguna de las distintas variantes religiosas ha logrado prevalecer en el país, por eso no podemos decir que el cubano es católico, protestante o santero.

Ramírez Calzadilla opinó que a partir de los años 90 se evidenció un aumento del sentimiento religioso, debido, entre otras cosas, a una mayor apertura social y a la crisis económica que estalló en el país tras la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista europeo.

«En condiciones difíciles, y así ha sido históricamente, lo religioso tiende a incrementarse», puntualizó Ramírez Calzadilla, director del Departamento de Estudios Socioreligiosos de La Habana.

En tanto, monseñor De Céspedes atribuyó ese incremento a la visita a Cuba en enero de 1998 del papa Juan Pablo II, como se reflejó en el «alza notable» de la religiosidad y en el clima de mayor comprensión de parte de los no creyentes durante los meses anteriores y posteriores a su llegada al país.

«Después, poco a poco, ese fervor fue descendiendo hasta alcanzar una cierta estabilidad», consideró el sacerdote en una disertación sobre la reanimación religiosa en la década del 90 en Cuba.

Algunas expresiones de esa realidad son la recuperación del feriado navideño y las liturgias y procesiones celebradas al aire libre, un estilo que no tenía lugar en Cuba desde comienzos de la década del 60.

A ello se agrega el aumento de la entrega de visas para que sacerdotes y religiosas extranjeras puedan permanecer en la isla, y «el hábito de comunicación frecuente» entre funcionarios del gobierno de Castro y hombres y mujeres de la Iglesia Católica, adquirido en la preparación del viaje del Papa.

Fuentes cercanas a la Iglesia Católica citaron como prueba de esa comunicación la forma en que se disipó la inquietud causada por medidas que habrían elaborado autoridades provinciales de La Habana para «enfrentar el incremento de la influencia religiosa en la capital».

El caso fue tratado «al más alto nivel» y considerado «prehistórico» por medios de comunicaciones del gobierno cubano, comentó una fuente consultada por IPS, quien confirmó también una reunión realizada en mayo entre el presidente Castro y el cardenal Jaime Ortega.

Pero aún dentro de ese clima de diálogo, la Iglesia Católica en Cuba continúa insatisfecha con algunas reivindicaciones que, según considera, le permitirían cumplir mejor su misión en la sociedad cubana.

«Hay espacios que siguen vedados, como el acceso a los medios de comunicación y la posibilidad de participar en el sistema educacional, lo cual dificulta hacerse presente en muchas realidades del país», comentó un párroco capitalino. (IPS/FIN/pg/dm/cr/01

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