JAPON: Consumidores a la caza de precios bajos

Los japoneses descubren el gusto por las gangas, debido a la caída de precios que determinan los productos importados, la instalación de compañías trasnacionales y la creciente competencia comercial.

Machiko Saso, de 36 años, paga todos los días menos de siete dólares por su almuerzo en un restaurante que vende comida al peso en el distrito de Ginza, Tokio.

«Pago la mitad que hace diez años, y la comida incluye una ensalada y una taza de café recién molido. Es más barato que comer en casa», dijo la joven empleada de una agencia de viajes.

Tokio y Osaka (segundo centro urbano de Japón) son las dos ciudades más caras del mundo, y el costo de vida en Tokio es 40 por ciento mayor que el de Nueva York, según la Unidad de Inteligencia Económica (EIU).

La competencia por bajar los precios entre los comercios minoristas de Tokio es bienvenida por los consumidores.

En abril, cuando la cadena de restaurantes de comida rápida Yoshinoya DC rebajó el precio de su porción de carne estofada de 3,5 a dos dólares, el primer día de la oferta los 770 locales de la firma facturaron 40.000 dólares.

La aparición de la «guerra de precios» como la llaman los japoneses, se debe en parte a una verdadera revolución en los sistemas de abastecimiento y distribución.

El antiguo y homogéneo sistema de precios basado en una ineficiente estructura de distribución pierde peso rápidamente, acompañando las reformas económicas del país, según los expertos.

El nuevo panorama está convirtiendo a Japón en un país «normal», dijo el analista empresarial Takayuki Suzuki.

Cada vez hay más empresas que importan en forma directa a otras compañías de la región, reduciendo los precios de los productos y permitiendo a las firmas extranjeras ingresar al mercado minorista.

Un puñado de cadenas comerciales trasnacionales se ha sumado a la corriente. Las firmas estadounidenses Toys R Us y Costco y la francesa Carrefour ingresaron al mercado minorista japonés, instalando grandes espacios comerciales en los suburbios de la capital.

Estos supermercados se llenan de clientes que empujan enormes carritos llenos de productos tan variados como pizas congeladas o cortinas, con precios 20 por ciento inferiores a los del comercio tradicional.

«Para sobrevivir hay que elevar la cantidad de compradores, no los precios», dijo Kunhiko Takahashi, portavoz de la cadena de supermercados Daiei, uno de los grandes vendedores minoristas del país.

Daiei inauguró en septiembre una red de tiendas de precio único, en las que se puede adquirir ropa, bebidas, especias, maquillaje y objetos para el hogar al precio de 0,70 centavos de dólar (88 yenes) por unidad. Las tiendas todo a «88 yenes» fueron un éxito inmediato.

El ingreso de bienes de bajo costo fabricados en la región allanó el camino para que este tipo de comercios puedan vender siempre a precios de oferta.

Las manufacturas baratas procedentes de Taiwan, China y Vietnam cuestan la mitad que las japonesas y están inundando el mercado local.

Otro factor que contribuye a la caída de precios es la expansión de la informática, que permite reducir los costos de mano de obra, afirma un informe de la Agencia de Planificación Económica. El comercio electrónico es otro elemento a considerar.

Según el Ministerio de Industria y Comercio Internacional, el comercio minorista a través de la red de computadoras Internet alcanzará los 3.100 millones de dólares en 2003, equivalente a un tercio de las ventas registradas por las grandes tiendas japonesas en 1999.

Contrariando su reputación de compradores conservadores, los consumidores japoneses se muestran encantados con la nueva tendencia.

«La caza de ofertas es como la búsqueda del tesoro», dijo Asako Nakano, de 42 años, empleada administrativa que adquirió por Internet dos carteras de la marca Yves Saint Laurent por la mitad de su precio en las tiendas tradicionales.

Los comerciantes minoristas afirman que las tiendas de precios bajos ayudan a elevar la conciencia de los consumidores sobre su papel en la larga recesión económica del país.

«La inseguridad sobre el futuro generada por la reestructura empresarial intensifica el afán por las ofertas, por eso tienen éxito las tiendas baratas en Japón», dijo Suzuki.

La tendencia a reducir los precios llegó también al platillo más apreciado de la comida japonesa, el sushi, preparación de pescado crudo.

Detrás de los principales restaurantes de sushi, hay un puñado de comercios nuevos que ganan fama por servir un plato con dos tajadas de pescado crudo a elección por menos de un dólar.

«Hace pocos años se vendían platos de suhi por 50 dólares, y se agotaban porque la gente tenía dinero y no sabía en qué gastarlo», recordó el cocinero Ryochi Ishinori en referencia a la burbuja financiera de los años 80. «Hoy esos restaurantes cerraron o bajaron sus precios drásticamente», agregó.

La debilidad del yen frente al dólar es otro elemento que empuja la caída de precios. En Tokio una hamburguesa de la cadena estadounidense de comidas rápidas McDonald cuesta un dólar, menos que en Estados Unidos.

«Pago sólo tres dólares por un almuerzo que incluye una hamburguesa, papas fritas y un refresco. En Estados Unidos no podría hacerlo», sostuvo el joven empresario Toru Wakai mientras masticaba su hamburguesa Big Mac.

Según los analistas, la reducción de precios continuará. «Aun cuando la economía japonesa vuelva a crecer, los consumidores no abandonarán su recién descubierto gusto por las ofertas», sostuvo un observador. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/dc/if/01

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