ISRAEL: Gobierno discute si Arafat aún es necesario

El primer ministro israelí, Ariel Sharon, critica en forma cada vez más dura al presidente palestino, Yasser Arafat, cuya utilidad actual para Israel es cuestionada por académicos y funcionarios de Inteligencia.

Sharon ha sostenido que Arafat es «un mentiroso patológico y un asesino», y la semana pasada lo comparó con el millonario saudita Osama bin Laden, a quien Estados Unidos acusa de los atentados en 1998 contra sus embajadas en Kenia y Tanzania.

«Arafat causa nuestros problemas de seguridad, y por eso lo comparé con Bin Laden, a quien Estados Unidos considera una gran amenaza. Cada país tiene su Bin Laden», explicó Sharon a periodistas.

Según el diario Ma'ariv, funcionarios no identificados de la Shin Bet afirmaron que esa agencia de inteligencia israelí se ha convencido de que Arafat es en la actualidad «un estorbo», cuya «desaparición sería un daño menor que su existencia».

Muchos analistas políticos piensan que Sharon y la mayoría de los militares desean eliminar a Arafat y destruir a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que éste preside, pero no están seguros de que el primer ministro considere viable el logro de esos objetivos.

«Sharon no actuará sin contar por lo menos con luz amarilla de Estados Unidos», opinó Ephraim Inbar, director del Centro Besa de Estudios Estratégicos de la Universidad de Bar Ilan, cercana a Tel Aviv.

Las declaraciones del primer ministro son parte de una campaña de presión para convencer a Arafat de que debe poner fin a la actual insurrección palestina contra Israel, o «prepararse para una ofensiva militar israelí que sería perdonada por el mundo», sostuvo Yossi Alpher, otro experto en asuntos políticos.

El lunes, los ministros del partido religioso ultraortodoxo Shas y algunos del derechista Likud, liderado por Sharon, propusieron en una reunión de gabinete lanzar una ofensiva militar contra la ANP, y Sharon dijo que no tenía intenciones de iniciar una guerra en la región, según informes periodísticos.

Uno de los principales factores que contienen a Sharon es que el ministro laborista de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, se ha opuesto en declaraciones públicas a una ofensiva militar contra los palestinos, y sostiene que Arafat aún es un interlocutor necesario.

Sien embargo, el también laborista ministro de Defensa, Binyamin Ben-Eliezer, sostuvo que el presidente de la ANP ya «ha cumplido su papel histórico».

«Todos somos reemplazables cuando llegamos a cierta edad. Es erróneo asumir que sólo es posible lograr acuerdos con Arafat, pero él es el líder (palestino). Nosotros no lo elegimos. Me reuniré a negociar con él si detiene el terrorismo, pero no lo haré si no cumple sus compromisos», dijo Sharon el domingo.

La muerte de Arafat sería positiva para los intereses israelíes, porque «él es parte del problema, sirve muy mal a la causa palestina y ha agotado su utilidad», afirmó Inbar.

«Un poco de caos puede ser conveniente para Israel, pero no creo que hagamos nada para provocarlo», añadió.

Inbar piensa que Sharon no está dispuesto a quebrar la coalición de gobierno, porque eso podría favorecer a su rival dentro del Likud, Benjamin Netanyahu.

El nacionalismo palestino sufriría un «terrible golpe» si Arafat muere, y eso podría conducir a los palestinos a «desarrollar una nueva identidad, quizás a decidir que formar parte de Jordania sería más útil para sus necesidades cotidianas», opinó.

«A veces los movimientos nacionales necesitan derrotas. Ellos fracasaron en el intento de establecer un Estado, y podrían intentar algo distinto», arguyó.

Sin embargo, el académico cree que Israel cometería un error si deportara o asesinara a Arafat, quien aumentaría su imagen heroica o se convertiría en un mártir.

«Es mejor esperar hasta que sufra un ataque cardíaco o algún lugarteniente se deshaga de él», aseveró.

Menachem Klein, del Instituto Jerusalén de Estudios Israelitas, considera «bastante probable» que Sharon lance una fuerte ofensiva militar para destruir a la ANP.

El primer ministro aparenta no tener planes para afrontar la insurrección, y ser insensible a las crecientes bajas israelíes y a las presiones de los colonos de asentamientos en territorios palestinos, pero todo eso es en realidad un fuerte indicio de que prepara una ofensiva, opinó Klein.

La mayor parte de la izquierda israelí ya ha culpado a Arafat por la violencia, por rechazar las «generosas» concesiones ofrecidas el año pasado por Israel en las negociaciones de paz, señaló.

«El mito de la oferta generosa a la cual se respondió con disparos se ha difundio pese a ser simplista y falso por completo, y conduce a la conclusión de que Israel no tiene interlocutores y debe reaccionar» contra Arafat, apuntó.

«Creo que la ANP desea un acuerdo con Israel. Quizá sus problemas son la desconfianza y las discrepancias sobre el precio de ese acuerdo», sostuvo.

«La mayor parte de los dirigentes palestinos no desean destruir al Estado de Israel. Quieren su propio Estado independiente en los territorios ocupados (por los israelíes) en 1967 y son en cierto sentido nuestros socios. Nuestra única opción es llegar a un acuerdo con ellos», añadió. (FIN/IPS/tra-eng/bl/mn/ip/01

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